Súplica
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Frente al mar, suplicando salud para los suyos y los no tan suyos. Por los
que no aparecen en penumbras llevados por el aluvión intempestivos, por las
alma...
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Posted by : Unknown
lunes, 27 de julio de 2015
Solo bastó el particularismo poder de los choferes de una
Yutong para recibir una fuerte sobredosis de Caso Cerrado. Mas, dejemos de lado
si en los vehículos de la Empresa de Ómnibus Nacionales se moldea o no el gusto
audiovisual de las personas a partir de la preferencia individual de sus
conductores y enfoquémonos en el asunto en cuestión.
Emitido por la cadena Telemundo, desde hace más de 13 años,
para la comunidad hispana de los Estados Unidos con el título inicial de Sala
de parejas, el espacio de marras afirma querer ayudar a las personas a solucionar sus conflictos. Hoy es
visto en una veintena de países por diferentes vías: la señal satelital,
Internet y por las no convencionales como en Cuba.
El «gancho» es contundente: el televidente asiste en
directo, dicen, a litigios protagonizados lo mismo por un cocinero, un pequeño
empresario, el oscuro empleado o figuras del deporte venidas a menos como el ex
lanzador de los Industriales, Yamel Guevara. Se afirma que para presentarse los
litigantes firman un contrato de arbitraje que les obliga legalmente a respetar
las decisiones de Ana María Polo, una abogada de origen cubano que funge como
jueza.
Titulada en Derecho por la Universidad Internacional de la
Florida, Polo inicia cada show con una frase célebre. Ahí puede escuchársele
catalogar a Edgar Morin, uno de los referentes de los estudios de la
comunicación social, como «filósofo» o a Jean Paul Sartre que sí pasó por
mérito propio a los anales de la filosofía, como «escritor».
Bien, concedámosle el derecho a equivocarse en esos
«detalles» de cultura general imprescindibles para un conductor televisivo que
se respete y concentrémonos en el plato fuerte.
Se supone que la mayor atracción de Caso Cerrado es la
posibilidad de contemplar toda clase de miserias humanas sin el mayor recato,
al punto de que en reiteradas ocasiones los guardias de seguridad son
necesarios para terminar con las riñas que se producen en el estudio.
Sin embargo Polo admitió en una entrevista al diario chileno
La Tercera, que «muchos casos tienen que estar arreglados. Aquí lo que vale es
el mensaje que se transmite».
Antes, el futbolista colombiano Jair Reinoso, le había dicho
a La Estrella de Antofagasta que «los casos a veces son de verdad, pero la
gente no es de verdad, los que vamos es más, porque nos ofrecen dinero», dijo.
Polo se defendió argumentando que «a veces
se usan personas diferentes cuando los litigantes sienten vergüenza de aparecer
en un programa de televisión».
Quien si no tuvo protección (o amor propio ¡vaya usted a
saber!) fue Erika Janeth Flores Medina. Ella era directora de Promoción
Turística del Gobierno Municipal de Ciudad Juárez, Estado mexicano de
Chihuahua, y en febrero de este año fue despedida de su cargo tras aparecer en
la emisión de Caso… titulada «Vagina Homicida».
De nuevo hagamos un
ejercicio de abstracción, pues ya no parece importar demasiado si el
entretenimiento es ficticio o no. La industria cultural contemporánea ha diluido
hasta el infinito las fronteras entre lo privado y lo público. Pretendamos que
las situaciones son reales, que gritos y lágrimas son genuinos y concentrémonos
en el «mensaje», lo más importante según la doctora Polo.
Bajo una mal disimulada tolerancia y la sensiblería más
barata, Caso Cerrado legitima los valores más excluyentes de la familia
patriarcal y ridiculiza todo aquello que considera como una anomalía.
Atrae porque vende el mismo espejismo de los superhéroes de
las historietas: no se necesitan superpoderes
para aparecer en televisión. Construye la notoriedad por 15 minutos a
través de lo estrafalario, verídico o inventado. Cultiva el gusto patológico
por la celebridad de litigantes y público.
Vivimos en un mundo estandarizado donde prácticamente todo
se parece y la singularidad se vuelve cada vez más rara. El mercado tiende a
convertirnos a todos en iguales. Mismas ropas, peinados, autos, teléfonos,
casas, la mujer o el hombre ideales… Es una carrera ciega e inconsciente hacia la similitud.
Entonces Caso Cerrado promete justamente lo contrario.
Levantándose desde lo increíble y hasta el ridículo, aparenta romper con lo
estandarizado para crear… otro canon de extravagancia. Porque al final lo
supuestamente raro se vuelve tan común, tan predecible… que deja de serlo.
Al cabo de las dos horas hasta los más fans a la doctora
Polo empezaron a mostrar síntomas de hastío, quizás por eso nuestros amigos
choferes del inicio de esta historia se compadecieron de todos y regresaron a
la música de costumbre.
Puede que alguien crea que Caso Cerrado en pequeñas dosis
sirva de esparcimiento e ilustración. Yo, al menos, tengo mis dudas sobre su
valía más allá de confirmarnos la decadencia espiritual del capitalismo.
Publicado originalmente en SoyCuba.cu
Publicado originalmente en SoyCuba.cu
de hecho hoy estbaamos habalndo de las mezquindades y el montaje de esos progrmS QUE DE NADA SIRVEN ,GRACIAS OJEDA POR TU ALARMA