Tras los pasos del sol
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¿Te pasas más tiempo pensando en el futuro o en el pasado? ¿Por qué? Tras
los pasos, el sol, la vida , el canto de los niños. Tras los pasos, el mar,
el gr...
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Posted by : Unknown
martes, 12 de diciembre de 2017
Llegamos a otro 17 de diciembre con muy poco que celebrar,
quizás únicamente que el panorama no ha seguido agravándose en las relaciones
entre Cuba y los Estados Unidos. Empero, no todo está perdido, todavía.
A aquel día del año 2014 le siguieron progresos impensados
en el mejoramiento del clima bilateral, sin que significaran el fin de las
discrepancias y las sospechas mutuas. En la práctica, ambas partes siguieron un
principio inamovible desde los primeros intentos negociadores allá por la
década del 60 del pasado siglo: comenzar por temas potencialmente manejables,
solucionarlos, y a partir de ahí adoptar otras medidas beneficiosas para las
dos orillas, con la esperanza de concluir en alguna relación no hostil.
Consecuentemente, las pláticas nunca involucraron acápites de fondo como el
eventual fin del bloqueo, las compensaciones por las nacionalizaciones cubanas
o el estatus de la Base Naval de Guantánamo.
En el lapso que terminó el 20 de enero del 2017 ningún
contendiente se sintió cómodo abandonando su lugar tradicional. Washington
evitaba parecer demasiado blando frente
a un país pequeño y La Habana sin permitirse ningún movimiento denotativo de
desesperación, que sería inequívocamente interpretado como síntoma de
debilidad.
La entrada de Donald Trump a escena tuvo tal efecto negativo
en el proceso, que hoy los meses previos a su toma de posesión se recuerdan
como un remanso de paz. Pero más allá de enumerar cada uno de los
acontecimientos que han marcado las relaciones bilaterales tras su toma de
posesión, sería mucho más útil advertir varios aspectos de la dinámica
binacional que preferimos olvidar en medio del cálido ambiente post 17D.
Al poner el pie en el pedal de los frenos y luego girar
progresivamente el volante hacia la desacreditada senda de los
condicionamientos, la Administración Trump nos recordó cuán “erógena”, usando
palabras de Zbigniew Brzezinski, sigue siendo en el imaginario político
norteamericano la idea de que cualquier paso conciliatorio con Cuba no es la
reparación de una injusticia, sino una concesión.
Obama y su equipo de gobierno, tal cual lo hicieran figuras
mucho más conservadoras como Henry Kissinger, tuvieron la lucidez suficiente
para comprender que era el momento de explorar rutas diferentes en busca de un
modus vivendi entre ambos países que les posibilitara ganar protagonismo hacia
el interior de la Mayor las Antillas.
El magnate inmobiliario y sus asesores obviamente son
reacios a ese tipo de razonamientos y parecen inclinados al fracasado enfoque
del manifiesto cambio de régimen. De paso, han hecho notar que Cuba asciende en
la escala de prioridades del Ejecutivo, en tanto sea el escalón hacia objetivos
mucho más importantes.
Si Obama usó a nuestro Archipiélago para mejorar sus
relaciones con América Latina y, tal vez, hacerse de un inequívoco legado a la
posteridad; Trump ha querido ponerse a bien con legisladores cubanoamericanos
colocados en puestos claves dentro de un entorno adverso en el Congreso.
El show propagandístico montado alrededor de las extrañas
afecciones de salud reportadas por los diplomáticos estadounidenses en La
Habana trasparenta la complejidad en la conformación de la política exterior de
ese país. Más tarde o más temprano sabremos los detalles de estos manejos
turbios a todas luces pensados para justificar el enfriamiento de los nexos
diplomáticos. Si las cosas no llegaron a peor ha sido por la paciencia del
Gobierno cubano, incluso más de lo que muchos esperaban.
En este minuto es bastante arriesgado predecir qué ocurrirá,
aunque el nombramiento de Philip S. Goldberg en el puesto de Encargado de
Negocios de Estados Unidos en la capital antillana no presagia nada bueno, si
tenemos en cuenta sus antecedentes injerencistas durante misiones anteriores.
La Administración Trump muestra una lógica muy particular, a
menudo fuera de lo visto hasta ahora, pues mientras ha hecho guiños constantes
a la cada vez más desacreditada línea dura, todavía no rompe por completo los
nexos en materia de viajes y de contactos pueblo a pueblo que juzga críticos
para influir sobre la sociedad cubana, especialmente en el futuro.
(Publicado originalmente en Periodico26.cu)
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