Cubaizquierda

No es paranoia la advertencia de Cuba sobre el preocupante incumplimiento por parte de Estados Unidos de conceder un mínimo de 20 mil visas a quienes desean emigrar de forma legal a ese país. Tal como lo establecen los acuerdos migratorios vigentes entre ambos países.
Todos los antecedentes de la actitud estadounidense en el tema migratorio indican que el aviso de La Habana no está fuera de lugar. Incluso si la cuantía de las visas otorgadas se acercara a la acordada en 1994, podríamos creer que el retraso se debe a la carencia de la infraestructura necesaria como argumentó la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA).
Sucede que hasta el 30 de junio del presente año, solo 10 mil 724 ciudadanos cubanos habían recibido sus visas para emigrar. A solo tres meses de que concluya el año fiscal en EE.UU., período convenido para conceder los 20 mil permisos.
En el lapso anterior, o sea el año fiscal desde el 31 de septiembre de 2005 al primero de octubre de 2006, tampoco la SINA cumplió lo acordado. Solo un mes después alcanzaron la cifra pactada. Y eso tras varias advertencias cubanas que dejaron al descubierto sus intensiones, obligándolos a apurar el paso a última hora.
Esta vez, como muchas otras, tampoco se trata de una demora fortuita, sino de una irresponsabilidad manifiesta para mantener tensa la situación migratoria bilateral.
Las estadísticas contradicen todas las justificaciones del gobierno norteamericano acerca de una supuesta eventual oleada de cubanos. Cuba no figura ni siquiera entre los diez primeros países emisores de indocumentados hacia EE.UU.
Contradictoriamente crece la cantidad de lancheros que incursionan en tráfico de personas desde Cuba hacia Estados Unidos. No importa que una lancha rápida cueste nuca menos de 150 mil dólares. La inversión la recuperan fácilmente, pues con una embarcación sobrecargada pueden recaudar 300 mil dólares o más. Una red ya extendida a México, país empleado como trampolín de un negocio también ligado al narcotráfico.
Aparentemente el gobierno estadounidense persigue a los delincuentes, mas no hace nada para eliminar la principal fuente que los estimula: la Ley de Ajuste Cubano, firmada en noviembre de 1966. Esta permite a un cubano que arribe por cualquier vía a territorio estadounidense, tras año y un día de permanecer allí, optar por la residencia sin tener que salir de Estados Unidos.
Washington nuevamente apuesta por la confrontación, echando más leña al fuego. Pero en su afán por complacer a la derecha de origen cubano de la Florida podría crear una situación que no beneficia a nadie. Al contrario puede continuar cobrado vidas. No solo en el mar, imposibles de contabilizar, sino también dentro de Cuba.
La Casa Blanca está atrapada por su propio círculo vicioso. Por un lado no molestar a la mafia cubanoamericana de cara a las elecciones del 2008 y por otro, el problema que significa mantener la seguridad de sus fronteras cercanas a Cuba, la que peligra cada vez que se secuestra una embarcación naval o aérea. Lo preocupante es que la historia muestra que al final siempre privan los interese electorales, convirtiendo a la irresponsabilidad en política.