Posted by : Unknown martes, 4 de julio de 2006

Por István Ojeda Bello
Las sonrisas de los niños cubanos causan pavor entre los círculos más recalcitrantes de la ultraderecha cubanoamericana de Miami. No puede haber otra explicación para todo el barullo en torno a la presencia o no de “Vamos a Cuba” (A Visit to Cuba es su título en inglés) en los libreros de la escuelas del condado Miami-Dade.
Independientemente de la cuestionable asociación hecha por la autora norteamericana Alta Schreier, del concepto revolucionario de articular el estudio y el trabajo, con algo tan diferente como el trabajo infantil; a la mafia de Miami solo le bastó escuchar que el libro describía a los niños de Cuba como los demás: viviendo jugando y estudiando, para crucificarlo. La gente de Cuba come, estudia y trabaja como tú. Pero en Cuba hay cosas únicas puede leerse en la página cinco. Esa sencilla frase fue suficiente y en abril un padre presentó una queja ante la dirección de la Escuela Elemental de Marjory Stoneman.

De la escuela a la corte
En una época donde el FBI espía que lee la gente común en las bibliotecas, librerías o Internet, la Unión de Libertades Civiles Americanas (ACLU, siglas en inglés) demostró desde comienzo de la controversia que no estaba dispuesta a aceptar esta nueva agresión a los derechos civiles de los ciudadanos.
Howard Simon, director ejecutivo de la (ACLU) en la Florida, cuestionó inmediatamente la retirada del libro del estante de una biblioteca escolar solo por el disgusto de un padre. Si el padre que ha hecho la queja no quiere que su niño mire este libro, ese es su derecho, pero yo no pienso que eso les dé el derecho para ocultar información a cada niño que asista a cada escuela elemental en el Condado de Miami-Dade, dijo Simmon.
Al comienzo parecía una cuestión a discutirse en los recintos escolares. Primero el libro fue evaluado por el Comité de Distrito para Revisión de Materiales (CDRM). Los maestros, administradores, miembros de la comunidad y un psicólogo infantil, por siete votos a favor y uno en contra, consideraron a “Vamos a Cuba” adecuado para escolares de cinco a siete años y recomendaron mantenerlo en las bibliotecas.
Luego un comité de apelación también sugirió, por votación de 15 a uno, dejar el libro en los estantes. Igualmente el Superintendente Escolar Rudy Crew recomendó que el libro quedara disponible para los educandos. Pero la Junta Escolar de Miami-Dade aceptó la solicitud del padre y el texto se sacó de las estanterías el 14 de junio pasado.
Dicha disposición llevó el debate a los tribunales. La ACLU presentó el 21 de junio una demanda en la Corte Federal de Distrito en el Distrito Sur de la Florida contra la junta escolar de las escuelas públicas del condado de Miami-Dade.
La decisión por la junta escolar de desafiar la ley de los Estados Unidos que prohíbe la censura, a pesar de la recomendación del superintendente y dos comités de mantener el libro en las bibliotecas, es una bofetada en la cara de la tradición de libertad de expresión en los Estados Unidos, dijo Brandon Hensler, Director de Comunicaciones de la ACLU de Florida. Lo que es aun más alarmante es que quitaron toda la serie de libros sin revisarlos, por la queja de un padre. Es la responsabilidad del sistema educativo proveer una diversidad de libros e información; y la responsabilidad de los maestros y los padres de poner esa información en contexto para que nuestros niños aprendan toda la verdad de cualquiera situación, agregó Hensler al dar a conocer la interposición de la demanda.
El pleito es coauspiciado por varias familias de estudiantes de Miami-Dade, miembros de la UALC, y por la Asociación de Gobierno Estudiantil del propio condado.
Cuando se conoció la decisión de la junta muchos intuyeron que fueron los prejuicios políticos hacia Cuba y no verdaderas preocupaciones sobre la calidad del texto, el verdadero motivo del fallo. Hoy sabemos con certeza que no eran son solo perspicacias.

Advertidos
La prensa reveló el pasado 30 de junio que la propia abogada de la Junta Escolar de Miami-Dade, había advertido el 7 de junio, específicamente a los miembros de la junta que remover el libro “Vamos a Cuba” de las bibliotecas escolares del distrito no solo violaría sus propias reglas: también iría contra numerosos precedentes legales.
En el memorando de JulieAnn Rico a la junta, la abogada les recordaba un fallo del Tribunal Supremo de EEUU de 1982. En el mismo la máxima instancia judicial declaró la inconstitucionalidad de una decisión como la que tomaría la junta.
El caso más importante en relación a la remoción de libros de una biblioteca por parte de una junta escolar –explicaba- es Island Trees Union Free School District vs. Pico, 457 U.S. 853 (1982), un fallo mayoritario en que tres jueces del Tribunal Supremo expresaron que la Primera Enmienda limita el ejercicio de la discreción de una junta escolar para remover libros de las bibliotecas de las escuelas secundarias y medias. (Bajo la Primera Enmienda, los estudiantes gozan del derecho a recibir la información.)
Como ya hemos aconsejado
–indicaba JulieAnn Rico- ordenar que un libro en particular sea removido de la colección de una biblioteca escolar, o imponer límites o restricciones sobre su disponibilidad, sería contrario a la política establecida por la Junta, tal como está enunciada en la Regla de la Junta, “Materiales y Recursos de Instrucción".
La jurista aconsejaba a la junta guiarse por las mismas directrices que usó el CDRM cuando considere una apelación de un padre quejoso. Rico hacia referencia al ya mencionado fallo del Comité de Distrito para Revisión de Materiales (CDRM).
Por si fuera poco, JulieAnn Rico, como todo abogado interesado en proteger a su cliente, alertó: es extremadamente importante que la Junta identifique en forma específica las bases legales para cualquier decisión, especialmente cualquier decisión que se desvíe de las recomendaciones del CDRM. Además, opinamos que hasta una decisión bien razonada por la Junta que se desvíe de las recomendaciones del CDRM expondrá a la Junta a una vulnerabilidad legal.
A pesar de las advertencias pesó más la manía de mantener ante los ojos de los niños en Miami la imagen de “isla-cárcel” construida por años por la propaganda de la ultraderecha en asociación con los diferentes gobiernos de Estados Unidos. Las presiones políticas no entienden de reglas escolares. De esta manera para los escolares floridanos las sonrisas del los niños cubanos están prohibidas.

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