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- EL murciélago vuelve a las andadas
Amparados en sus relaciones con la mafia de Miami, la Administración Bush y el Congreso, la firma Barcardí insiste en robarle a Cuba uno de sus más exitosos productos: el ron “Havana Club”.
Bacardí vuelve a sus tropelías. Reportes de prensa desde la Florida informan que Bacardi U.S.A insiste en sus intenciones de robarle a Cuba el ron Havana Club. Por 19.99 dólares la botella, los muy reconocidos socios de la ultraderecha anticubana de Miami, han reiniciado, precisamente en el sur de la Florida, la venta del autotitulado “Havana Club Super-premium”.
Nostalgia fingida
Hasta el enfoque publicitario de la espuria marca devela los lazos de sus artífices con la herencia batistiana y la nostalgia que caracteriza a la contrarrevolución cubana. No por gusto el reportero del Miami Herald calificó al Havana Club (sic) como: el ron que muchos recuerdan de las celebraciones y los clubes nocturnos en la Cuba antes de Castro.
Aunque los ejecutivos de la empresa se empeñaron en negarlo, es evidente que Bacardí sabía de antemano del fallo de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, siglas en inglés). El pasado 3 de agosto dicha agencia canceló, por considerar que había expirado, el registro No. 103165 por el cual la empresa cubana Cubaexport había inscrito en Estados Unidos, la marca “Havana Club” como de su propiedad en 1974.
Solo así se explica que con una rapidez “asombrosa” Bacardí haya puesto en el mercado estadounidense su “genuino” ron “cubano”, fabricado en Puerto Rico. Emplear a la colonia norteamericana como trampolín de sus productos en EE.UU. no es una estrategia nueva. Durante la Segunda Guerra Mundial, los empresarios licoreros utilizaron a la isla borinqueña para exportar sus productos y garantizar un suministro continuo a los Estados Unidos y, de paso, evitar los altos impuestos de guerra que pesaban sobre las exportaciones provenientes de Cuba.[1]
En el transcurso del lanzamiento del fraudulento licor y con toda la teatralidad posible se evocaron los días en que Barcadí fuera nacionalizada. Quien los escuchara podría pensar en la empresa abandonó la isla a instancias del gobierno revolucionario.
Sin embargo los sucesores del José “Pepín” Bosh[2] no mencionan que en 1958, un año antes del triunfo de la Revolución, Bacardí partió oficialmente de Cuba y se asentó Bahamas. Cuba solo quedó como historia, como proveedora de materias primas y una referencia para el comercio del ron.
Contra las leyes del mercado
Cuando se trata de agredir a Cuba ni las supuestamente sacrosantas leyes del mercado se resisten a la avaricia y el odio. Así lo prueba la reaparición del “Havana Club” con tufo a murciélago “bacardiano”.
Barcardí reaparece como un vulgar delincuente. La maniobra escenificada en Miami reaviva el fuego de un litigio iniciado en 1995 cuando la Bacardí-Martini[3] lanzó su propio ron etiquetado como “Havana Club”, aprovechando que el bloqueo impide a la Havana Club Holding, fruto de una asociación de una empresa cubana con otra francesa[4], vender el genuino Havana Club en territorio estadounidense.
Aquellas primeras 16 cajas provocaron que el holding Havana Club International la demandara por fraude, robo de marca y engaño al consumidor. No obstante en el transcurso del juicio los “batiladrones”, recordando al Batman de los comics, lograron que el senador Connie Mack, muy cercano a la ultraderecha cubana de Miami, introdujera la clásica “percha” en la Ley del Presupuesto de ese año.
De esta manera el Congreso aprobó el 21 de octubre de 1998 la Sección 211 la cual estableció que ningún tribunal de los Estados Unidos reconocerá, hará cumplir o de otra manera validar una reivindicación de derechos sobre marcas registradas y nombres comerciales en marcas que se usaron en relación con propiedades confiscadas (sic) por el Gobierno cubano.
A pesar que la decisión judicial de entonces les favoreció, la mala publicidad del escándalo[5] los obligó a abandonar, de momento, las ventas de la bebida. Empero el precedente estaba sentado por lo que desde entonces las botellas de “Havana Club” producidas verdaderamente en Cuba llevan un sello de garantía de la procedencia, acreditado por el gobierno cubano.
Ahora Bacardí vuelve a escudarse en la Sección 211 y en la decisión de la Oficina de Patentes y Marcas para reiterar el fraude. Seguramente Eduardo Sardiña y Frederick Wilson, principal ejecutivo y consejero general, respectivamente de Bacardi USA, cuentan con las garantías de las “inversiones” en el Capitolio y esperan que las mismas rindan frutos.
No por gusto se gastaron varios miles en la campaña para senador del actual congresista cubanoamericano Melquíades Martínez. A tal punto que el grupo Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW) le interpuso una queja a “Mel” ante la Comisión Federal de Elecciones (FEC) por haber aceptado ilegalmente fondos de la firma para su campaña por un puesto en el edificio de Capitol Hill.
La demanda reveló que en 2004 la compañía de licores, utilizó ilegalmente recursos corporativos para recaudar 60 mil dólares para la campaña política de Martínez, uno de los integrantes del sector duro con Cuba más cercanos al presidente Bush.
De plano la empresa Pernod Ricard aseguró que recurrirá la decisión del Gobierno de Estados Unidos a favor de Bacardí. Esperemos entonces nuevos enfrentamientos en las cortes. De un lado la seriedad y el respeto a la ética y las leyes relativas a las marcas; del otro los apetitos y los rencores hacia la Revolución Cubana que vuelan junto al murciélago.
[1] Como otras muchas firmas cubanas de la época. El crecimiento de Bacardí se produjo gracias a la Ley seca o Prohibición de Venta de Bebidas Alcohólicas en Estados Unidos (1914-1933). Varias familias mafiosas de EE.UU. (entre ellos Meyer Lansky y Charlie “Lucky” Luciano) establecieron relaciones de “negocios” y en muchos casos fueron accionistas de varias empresas cubanas productoras de alcohol.
[2] José Pepín Bosh se convirtió después de 1959 en uno de los “mecenas” de los planes agresivos para derrocar a la Revolución Cubana. En 1964 dio su nombre para “presidir” la Representación Cubana en el Exilio (RECE), organización creada por la CIA donde comenzó su carrera política dentro de la industria de la contrarrevolución Jorge Mas Canosa. En la RECE estuvieron otras connotadas figuras del terrorismo anticubano como Luís Posada Carriles y Orlando Bosch. Por sus relaciones con la Cosa Nostra, “Pepín” fue uno de los nombres que se manejaron entre los involucrados en el atentado al presidente John F Kennedy y en las múltiples tentativas de eliminar físicamente al presidente cubano Fidel Castro.
Varios analistas han llamado a la Ley Helms-Burton como la “Ley Bacardí” por el significativo cabildeo que hizo dicha firma para consumar la aprobación en 1996 del texto legislativo mediante el cual los antiguos dueños de propiedades nacionalizadas por Cuba después de 1959, pudieron interponer procesos judiciales en Estados Unidos contra sus actuales dueños.
[3] En 1993 Bacardí adquirió la marca italiana Martini-Rossi, pasando a llamarse Bacardí - Martini Ltd. En la actualidad tiene su sede del registro mundial de marcas en el paraíso fiscal de Bermudas. Bacardí USA es la propietaria de entre otras, las siguientes marcas: ron BACARDI, el vodka GREY GOOSE, el vermut MARTINI & ROSSI, el whisky escocés DEWAR'S, la ginebra BOMBAY SAPPHIRE, el tequila de agave azul CAZADORES. El holding Bacardí - Martini Ltd. tiene 47 subsidiarias en Europa y América, de las cuales 24 son destilerías.
[4] También en 1993 la sociedad cubana "Havana Rhum and Licors" y la francesa Pernod-Ricard formaron el Havana Club Holding (HCH) para la comercialización internacional del ron "Havana Club", el cual rápidamente se convirtió en un peligroso competidor de Bacardí, destruyéndole el mito de que vendía ron cubano. En 1999 el HCH entró en el selecto grupo de las firmas que han logrado vender más de un millón de cajas anualmente. Desde que comenzó la joint-venture entre la compañía francesa y el Gobierno cubano la producción se ha multiplicado desde 300 mil cajas en 1994 a 2,4 millones en 2006.
[5] Entre los que han denunciado los turbios manejos de la Barcardí y sus nexos con la contrarrevolución cubana y el terrorismo contra Cuba se destaca el periodista colombiano radicado en Francia, Hernando Calvo Ospina con su libro: “Ron Bacardi: La guerra oculta” (Rhum Bacardi: CIA, Cuba et Mondialisation). Asimismo los alemanes Eckehard Sieker y Marcel Kolvenbach llevaron a imágenes la denuncia de Ospina con su documental “The Secret Of The Bat: Bacardi Between Rum And Revolution” (El secreto del murciélago. Bacardi, entre ron y revolución).
SOBRE EL TERRORISMO AUTORIZADO Y LA PRENSA VENAL DE PARAGUAY(Por Luis Agüero Wagner- (http://itaipuecidos.zoomblog.com)
A raìz de nuestra posición sobre la no renovación de la licencia a RCTV en
Venezuela, fuimos aludidos tácitamente y con innumerables inexactitudes en
el diario dirigido por Aldo Zuccolillo, hermano de un delator de la policía
polìtica de Stroessner y cuñado de una de las piezas claves del asesinato de
Orlando Letelier en Washington en los años 70 (Conrado Pappalardo), asì como
gran colaborador con donaciones de dinero del centro de detenciòn y tortura
de la dictadura paraguaya. Las alusiones se dieron en una columna del
periodista Edwin Brítez, ex jefe de la sección política de Abc Color,
cercano colaborador del filizzolismo (se le conoce como ayudante del senador
José Nicolás Morínigo en varias publicaciones) y pareja de la directora de
comunicación social de la Presidencia de la República Alicia de Brítez, que
con frecuencia integra la comitiva oficial de Nicanor Duarte Frutos en sus
frecuentes excursiones recreativas por cuenta del Estado.
.Dice Aldo Zuccolillo -por intermedio de Brítez- que es víctima
de nuestras campañas, confundiendo los roles
desempeñados. Para ser víctima se requiere de una situación injusta, que no
se da en este caso, pues todo lo que hemos publicado sobre el aludido
personaje está perfectamente documentado y no escapa un milímetro a la
verdad. Todo el Paraguay sabe que el amo de Abc Color se autodefine en su
delirio como luchador contra la dictadura, siendo que apoyó a la misma por
casi dos décadas de manera abyecta e incondicional, llegando a jactarse
muchas veces de haber recibido a Stroessner en el local de su diario, y
habiéndole dedicado loas suficientes desde sus editoriales como para
empapelar toda la ciudad. También menciona como víctima a Alcibíades González
Delvalle, como si hubiésemos inventado su paso por las ensangrentadas
dependencias del Ministerio del Interior en tiempos de Édgar L. Ynsfrán. Lo
que puedo añadir al respecto es que probablemente allí el defenestrado
director de Cultura de la Municipalidad se inició como campeón de la
libertad de expresión, obligando a "hablar" y expresarse libremente a los
presos políticos mientras eran torturados en ese lugar.
Sobre los enredos de estos personajes con su otrora gran benefactor Alfredo Stroessner, resulta
cada vez más evidente que respondieron a desacuerdos particulares o de
negocios y no ideológicos o políticos, dado el rabioso anticomunismo y
maccartismo del que hacen gala, que alcanza en sus escritos un admirable
vuelo que hubiera envidiado el mismo Stroessner.No pretendo pontificar sobre
los asuntos de Venezuela, que en realidad preocupan poco a la sociedad
paraguaya, que tiene sus propios problemas y mucho más acuciantes que la
libertad para ver telenovelas de mal gusto de los venezolanos, aunque
reconozco que deben ser muy preocupantes para los intocables padres de la
patria periodística que lograron su tajada del espectro radioeléctrico por
decreto de Stroessner, o montaron sus diarios con dinero público o del
narcotráfico. No el balde el mismo senador Jesse Helms enviò a sus
emisarios a solicitar protecciòn de algunos de estos personajes cuando
instalò su empresa de telefonìa celular en Paraguay, en sociedad con otros
grandes filántropos como Jorge Mas Canosa. Sobre el tema de los
estudiantes venezolanos que se manifiestan "espontáneamente" contra Chávez
como pretende hacer creer el recadero de Zuccolillo, me permito informarle
que los fondos que pagan la insurgencia universitaria en Caracas provienen
-según lo han informado ellos mismos- de La Pequeña Habana de Miami, asiento
de la terrorífica colonia batistiana.Para más detalles,
en esta sobresale como ilustre miembro el terrorista Luis Posada Carriles,
quien confesó a la periodista venezolana Alicia Herrera haber sido el autor
del atentado con bomba contra el vuelo Cu 455 de Cubana de Aviación, que el
6 de octubre de 1976 costó la vida a los 77 pasajeros y tripulantes de
varias nacionalidades que llevaba a bordo cuando estalló sobre las islas
Barbados.Con toda seguridad, Aldo Zuccolillo y sus asalariados están
absolutamente de acuerdo con que Posada Carriles haya sido liberado "por
razones humanitarias" hace unas semanas, dado lo mucho que aprueban la
política del presidente W. Bush, al punto de promover su trasnochado
bushismo pro ALCA en Paraguay utilizando como pretexto el tema de
Itaipú para disparar contra el Mercosur.