Posted by : Unknown domingo, 30 de octubre de 2011

A los análisis hechos en el informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se unieron los objetivos dedicados específicamente a cual deberá ser la estrategia futura de la organización política en relación con los medios de comunicación del país.

El texto sostiene principios raigales del lugar que ocupa el PCC dentro de la vida política de la nación, no solo como Partido único, lo cual no sería nada si tras esa palabra no se explicara que este es el principal garante de la unidad de amplios sectores de la sociedad en torno a la preservación de las conquistas sociales de la Revolución.

Dicha precisión, inteligible para los analistas que parten del punto de vista liberal a la hora de analizar la realidad cubana, es obligada. Si el PCC renunciara a ese lugar estaría dejando indefenso al país ante los apetitos de dominación del imperialismo norteamericano y sus mercenarios internos y externos.

Es notable el sentido crítico del documento, precisamente para preservar a la Revolución de los peligros ya descritos. Como también lo es el hecho de que aún estando dirigido directamente para ser discutido, evaluado y enriquecido en primer lugar por los militantes del Partido y de la Unión de Jóvenes Comunistas, se haya hecho público para escuchar también el parecer de todos los cubanos. Corroborando la voluntad del PCC de escuchar la mayor diversidad posible de criterios al respecto.

Eran previsibles las alusiones directas al sensible tema de los medios de comunicación toda vez que, y en eso están de acuerdo analistas de diverso perfil ideológico, desde hace bastante tiempo los mas media son un engranaje clave para el manteamiento de niveles aceptables de consenso público que le impidan a cualquier sistema económico-social moderno autodestruirse.[1]

Solo que en el caso cubano esta es una realidad nítida, admitida y discutida con naturalidad por las particularísimas condiciones en las cuales ha tenido que desarrollarse el Socialismo, en primer lugar como alternativa a la supeditación humillante a los designios de los círculos de poder transnacional estadounidenses.

Por eso, creo, se le dedican los cuatro últimos párrafos del capítulo II El trabajo político e ideológico, uno de los pilares de la labor de partidos no electoralistas como el cubano. Un cuarteto de objetivos que van al meollo de problemas latentes en la relación Partido-medios de comunicación, ampliamente discutidos en diversos foros pero que ahora cobran total nitidez al plasmarse en un documento tan importante como este.

Falsa homogeneidad
En una aparentemente lejana fecha como el año 2000, en uno de los textos que marcó la nueva era en los estudios comunicativos en Cuba, la investigadora Ileana Medina Hernández, advertía que:

“La concepción que ha primado en la formulación de las políticas nacionales de comunicación ha llevado implícita la creencia en la omnipotencia de los medios, al valorarlos como agentes principales del trabajo político-ideológico y sobredimensionar su capacidad movilizativa.

“Incluso muchas veces se les llama medios de difusión, lo cual presupone una comprensión del proceso en un solo sentido, y se habla de política informativa, lo que sugiere reducir la comunicación a mera información. A pesar de ello, entendemos que son pocos los cambios reales que se han producido”.[2]

Diez años después parecería que estamos en el mismo lugar, aunque tal vez no tanto. Lo que sí parece cierto es el propósito del Partido de hacer la parte que le toca; pues en el objetivo 64 se llama a “enfrentar las manifestaciones de formalismo, falta de creatividad y criterios obsoletos que existen en la labor de comunicación social y propaganda. Prestar particular atención a la diversidad de públicos”[3].

No creo que hayan sido muchos los foros partidistas en los cuales se haya admitido con tanta claridad la urgente actualización de los perfiles propagandísticos de la Revolución, precisamente para preservarla.

Empero estos objetivos parecen sencillos comparados con los señalados después.

Será singularmente complejo “reflejar a través de los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital, la realidad cubana en toda su diversidad en cuanto a la situación económica, laboral y social, género, color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen territorial”[4]. Entre otras cosas porque la falsa homogenización de los escenarios es mucho más fácil a la hora de diseñar estrategias de comunicación y hace feliz al aparato administrativo que se nutre de él.

Sin embargo visibilizar esa diversidad significa, creo, apostar por oportunidades en dos sentidos. Por un lado supone no eludir temas hasta hace muy poco considerados tabú como la corrupción, la homofobia, la discriminación racial, de género o la violencia doméstica. Precisamente porque discutirlos en espacios mediáticos reconocidos rejuvenece su rostro y resta argumentos a los verdaderos enemigos del país.

Al mismo tiempo abre el camino hacia cuotas mayores de capacidad de maniobra, sobre todo a los medios del interior del país para reflejar no otra cosa sino la riquísima diversidad de este país tan maravilloso que es Cuba. Eso redundaría en ganancias millonarias, no de dinero, y sí de toneladas de credibilidad de la prensa de provincia, especialmente en el ruedo de la Internet, donde una de las críticas más reiteradas es a las visiones positivistas del acontecer cotidiano en Cuba.

Empero nada de esto será posible, estimo, sin una evolución que supere la estrecha visión de medios de difusión, alertada por Ileana Medina una década atrás. Esto exigirá la transformación de las nociones actuales de los mass media desde el Partido, aunque no únicamente en este, pues mientras se les concede, sí, un protagonismo innegable en los procesos de construcción de consenso, todavía parece hacerse desde esa óptica difusiva explicada por Medina Hernández.

El secretismo

La varilla del reto del cambio necesario e impostergable se eleva mucho más cuando se propone “Comunicar de manera oportuna, objetiva, sistemática y transparente, la política del Partido sobre el desarrollo de la obra de la Revolución, los problemas, dificultades, insuficiencias y adversidades que debemos enfrentar, suprimiendo las nocivas manifestaciones del secretismo”[5].

De hecho este ha sido uno de los puntos más reiterativos en las intervenciones públicas del Primer Secretario del PCC, General de Ejército Raúl Castro Ruz. Lo esbozó en sesión ordinaria del Parlamento en diciembre de 2010. Más tarde se incluyó un análisis más directo en el Informe al VI Congreso. Allí concretamente se reconoció que “a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las veces ellos no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión”. [6]

Hacer del Partido un ángel guardián de la prensa trae consigo muchas más ventajas para sí de las que parece. Elevaría exponencialmente su prestigio ante la opinión pública pues en resumidas cuentas el único compromiso del PCC es precisamente con el pueblo.

Además si se logra la aspiración de liberar al Partido de tareas y prácticas de administración inherente a las estructuras gubernamentales, este se colocaría en mejores condiciones de velar por el acceso de la prensa a información no sensible, robusteciendo su lugar de fiscalizador del cumplimiento de la legalidad socialista y de protectores de los derechos de las mayorías.

Lo anterior se completa con la exigencia de “estimular que los medios de comunicación masiva sean una plataforma eficaz de expresión para la cultura y el debate, ofrezcan caminos al conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión; desarrollen un periodismo objetivo y de investigación, que permita desterrar la autocensura, la mediocridad, el lenguaje burocrático y edulcorado, el facilismo, la retórica, el triunfalismo y la banalidad”. [7]

La concreción de este punto disminuiría la relativa soledad de los periodistas cubanos a la hora de enfrentar la natural reticencia de los funcionarios administrativos para admitir sus deficiencias, mientras que colocaría al Partido mucho más a la vanguardia de la lucha por un mejor periodismo en Cuba.

Por supuesto este Documento Base de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba cargado de buenas intensiones, en el aspecto que nos ocupa indica el propósito de modificar en primera instancia la actitud y postura del Partido frente a los medios de comunicación.

Así, el texto tras el enriquecedor proceso de debate entre la militancia y, no cabe duda también del que aporte de una u otra forma el resto de la población, deberá pasar la gran prueba del tiempo, el cual dirá si fue correctamente entendido por las diferentes estructuras partidistas, de una probada fidelidad a los más altos principios de la nación, pero, como el propio documento señala, demasiado acostumbradas a otros estilos de trabajo.


NOTAS

[1] Sobre el particular Antonio Gramsci es muy claro afirmando que: “La hegemonía no es otra cosa que el modo mediante el cual los grupos y las formaciones sociales que dominan una sociedad la guían, gracias a la compensación entre fuerza y persuasión, que se obtiene como resultado del ejercicio de un liderazgo intelectual y moral”. De manera que en ninguna sociedad la hegemonía de una clase puede sostenerse únicamente mediante el poder económico o la represión. La dominación es también un problema de hegemonía simbólica. Solo que la trama de esa negociación tiene cuotas muy disparas, entre capitalismo y socialismo en cuanta las sumisiones, rechazos y resistencias, de transacción entre fuerzas que no pueden conciliarse con la realidad. En ese proceso de construcción y legitimación del la hegemonía, la contemporaneidad admite el protagonismo, que no omnipotencia, de los medios masivos de comunicación.


[2] Ileana Medina Hernández. Desde el otro lado. p_ 79 y 80. Ed. Pablo de la Torriente. Unión de Periodistas de Cuba. La Habana. 2000.


[3] Partido Comunista de Cuba. Proyecto Documento Base. Primera Conferencia Nacional. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/10/14/descargue-proyecto-de-documento-que-discutira-conferencia-nacional-del-partido-pdf/attachment/tabloide_conferencia/ (Consultado 16 de octubre 2011).


[4] Partido Comunista de Cuba. Ob cit.


[5] Partido Comunista de Cuba. Ob cit.


[6] Informe Central al VI Congreso del PCC (Presentado por Raúl Castro Ruz). La Habana 16 de abril de 2011. En_ www.cubadebate.cu.


[7] Partido Comunista de Cuba. Proyecto Documento Base. Primera Conferencia Nacional. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/10/14/descargue-proyecto-de-documento-que-discutira-conferencia-nacional-del-partido-pdf/attachment/tabloide_conferencia/ (Consultado 16 de octubre 2011).

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