Tras los pasos del sol
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¿Te pasas más tiempo pensando en el futuro o en el pasado? ¿Por qué? Tras
los pasos, el sol, la vida , el canto de los niños. Tras los pasos, el mar,
el gr...
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sábado, 5 de noviembre de 2011
Fue comidilla en el gremio periodístico territorial la controversia sostenida por dos colegas sobre si las familias deben ir juntas o no a la mesa a la hora de comer. Probablemente sin proponérselos ambos colocaron sobre el tapete la cuestión del debate dentro de los medios de comunicación y en particular en la prensa escrita. Así que cubiertos y platos aparte intentemos, en cambio ir más allá de la superficie del hecho.
Hoy vemos catarsis, ¿mañana habrá nacimiento?
Más de un analista coincide en afirmar que este Archipiélago es tierra fértil para el debate, el recientemente fallecido crítico de de cine Rufo Caballero afirmaba que:
“El ánimo discutidor forma parte de la idiosincrasia del cubano y esto tiene razones históricas importantes. Una clave es la condición de pueblo joven. De ahí que estemos todo el tiempo reconstruyendo la idea, el imaginario de la nación y sus componentes socioculturales fundamentales; que nos estemos definiendo continuamente; tratando de encontrar la identidad de esa dimensión escurridiza, por lo menos tan plural, que comporta lo cubano. Todo eso supone un afán de contradicción, de polémica, muy fuerte”. [1].
Sin lugar a dudas en los últimos cinco años ha crecido el “debate sobre el debate” mientras fueron apareciendo espacios y foros de discusión en medios de comunicación. Particularmente en los medios nacionales y digitales han surgido foros de expresión más o menos plural de los criterios.
En estos últimos la extensión de herramientas como los comentarios a los posts en páginas personales y sitios web ha posibilitado la ocurrencia de agudas discusiones en sitios como www.cubadebate.cu . Aunque pueden mencionarse otros muchos, por su regularidad merecen destaque la columna beisbolera Strike 3, en la cual se producen discusiones con una riqueza envidiable de matices; pues aunque unos son incapaces de aceptar que otro no coincida con su criterio, al final es posible recoger un saldo positivo entre las opiniones muchas veces divergentes.
Desde luego en este espacio, como en todos, el moderador es una figura decisiva para canalizar, o en este caso, reflejar de una manera balanceada esas opiniones. Lo notable es cómo las personas no se detienen en análisis sobre tópicos estrictamente deportivo sino que van más allá llegando hasta cuestionar públicamente las decisiones de los directivos del deporte a escala nacional.
Aunque haya quien lo considera, no con cierta razón, como un “muro de lamentaciones”, en las Cartas a la Dirección del periódico Granma hemos visto un interesante contrapunteo de juicios en torno, por ejemplo, a la privatización o no de determinados servicios hasta ahora controlados por el Estado; así como asuntos vinculados a la productividad empresarial, entre otros.
Empero a otros espacios como Mesa Redonda, salvo los intercambio ya extintos entre el profesor Esteban Morales y Reinaldo Taladrid, les ha costado más trabajo apreciar precisamente opiniones encontradas, ni siquiera en asuntos pretendidamente políticamente correctos como el acontecer internacional, no digamos ya en los relacionados con la realidad nacional.[2]
Sin embargo el investigador Rafael Hernández señala al menos una treintena de medios de comunicación cubanos, tanto periódicos, revistas o programas televisivos o radiales que ha dado cabida a debates sobre disímiles tópicos, más o menos polémicos.[3] Sin embargo advirtió que “la mayoría de los medios que modulan el debate público no son oficiales, ni representan instituciones del Estado, como tampoco privados. Son medios públicos abiertos a una amplia variedad de sectores de la sociedad civil”.[4]
Quizás una de esas excepciones sea la revista La Calle del Medio. Cuando le pregunté a su director Enrique Ubieta cómo había logrado construir ese espacio para el debate respondió:
“La Calle del medio es una revista que intenta debatir los valores de la sociedad cubana desde la cocina hasta los deportes. Haciéndolo de una manera cercana a la población en general: al ama de casa, al trabajador manual o intelectual, a todos los sectores.
“En los temas de arte, o la televisión, por ejemplo, no nos interesa si los actores actúan mal o no, ese no es el punto, sino el contenido que hay detrás. (…) Algunos me dicen: me encanta la revista porque no habla de política y la revista es política de punta a cabo.
“Pero si logramos que alguno de esos personajes tenga que buscar argumentos, pensar, algo que no hace habitualmente, para defender su posición y su manera de ver las cosas ante ese “movimiento de su piso”, ya con eso estoy complacido; aunque después se reafirme en lo que piensa. Al menos lo obligué a pensar y con eso estoy satisfecho”.[5]
Lecciones de un ¿debate?
“Se le suele llamar debate a un intercambio de opiniones en el fondo muy parecidas, a una reunión, a veces de muchas personas, donde casi todo el mundo tiene más o menos al misma posición, oficial o no, pero que se parecen mucho entre sí”[6] (…) dijo Rafael Hernández al cierre de un Último Jueves, foro de polémica que modera cada mes. Aclarando el también director de la revista Temas, que debate real es presentar “puntos de vista realmente distintos, (…) con total respeto hacia el derecho de expresión de cada uno. Muchas veces alguien con quien no estamos de acuerdo nos hace entender mejor un problema, y aprendemos”[7].
Las pautas y fronteras del debate son, si se quiere, un retoño de un aspecto mucho mayor como el ejercicio de la opinión. Sobre el particular José Alejandro Rodríguez considera que “la opinión, en un sentido más abarcador y equilibrado: es la valoración integral, el bisturí que disecciona y sana a la vez. El talante para fustigar y elogiar la mismo tiempo, o en tiempos diferentes. Es la devoción la juicio hondo, pero dosificado y sin estridencias”[8]
En el entrono doméstico es notable la expresión del criterio en el programa Primer Día de Radio Victoria. Sin embargo ni los más veteranos recuerdan que las páginas de 26 ocurriera algo tan sonado como la referida polémica sobre la pertinencia o no de “Comer en Familia”.
Eludiendo la espinosa y controversial arista de sí en el debate de marras hubo más o menos argumentos sólidos, si primó o no la chancleta, los golpes de efecto o las manipulaciones de textos, aspectos señalados por los investigadores como prevalecientes en muchos pretendidos debates en Cuba. Sería difícil negar el sacudión a la pereza de los cerebros dormidos y como un tema aparentemente trivial demostró cuan rico y productivo puede ser debatir desde la tribuna de los medios escritos. Especialmente porque estos como alguien lo definió son “el tozudo mensaje en papel y tinta que perdura”[9], con la ventaja de poder eludir la premuras que la inmediatez imponen a la televisión y la radio, lo cual empero hace mucha más necesario la apuesta por la solidez en la argumentación
Ahora bien ¿qué no puede faltar para que haya verdaderamente un debate? Quizás habría que pensar, no primariamente en grandes eruditos o títulos doctorales, sino en una simple pero crítica habilidad para estar dispuestos a escuchar. El resto tal vez sea, como dijera un ensayista, hacer catarsis.
Al mismo tiempo siempre tendrá más ventajas al apreciar opiniones dispares en nuestra prensa que lo contrario. Entre otras cosas porque imprime mucha más credibilidad a un sistema de medios de comunicación eternamente urgido de potenciar la capacidad individual de pensar y opinar de sus públicos, sin renunciar a valores sagrados para todos como la independencia nacional y la justicia social.
Pensado a futuro Claudia Castilla García investigadora del Grupo de Estudios de la Juventud en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, lanzaba una alerta cardinal:
“Si no dialogamos con los jóvenes, si utilizamos el sermón, el adoctrinamiento, nos responderán desde la doble moral, diciéndonos lo que queremos escuchar, aunque de todas formas saquen sus propias conclusiones. Entonces, es mejor que sientan la confianza suficiente para que esas conclusiones las compartan en el aula, en la casa o en cualquier otro espacio, en un diálogo donde realmente los tomemos en consideración como seres humanos capaces de pensar, de tener su propio criterio, y nosotros de escucharlos.” [10]
El mismo presidente cubano Raúl Castro Ruz la emprendió contra la falsa unanimidad que por años se cultivó sin control a partir de la aberración de que, manifestarse en desacuerdo total o parcialmente con alguna medida significaba estar en contra de la Revolución, simplemente porque el criterio matriz era traído por la autoridad. Así las reuniones no fueron para entre todos llegar a la mejor solución sino el mecanismo para “convencer” al auditorio.
Ha sido el propio Raúl y en general la máxima dirección de la Revolución le ha puesto a la prensa en las manos otra oportunidad inmejorable para extender en temas y espacios, el debate.
En el Documento Base para la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba se instó a la organización política a “estimular que los medios de comunicación masiva sean una plataforma eficaz de expresión para la cultura y el debate, ofrezcan caminos al conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión; desarrollen un periodismo objetivo y de investigación, que permita desterrar la autocensura, la mediocridad, el lenguaje burocrático y edulcorado, el facilismo, la retórica, el triunfalismo y la banalidad”. [11]
Ahora bien ¿cómo definir el tiempo y el alcance del debate?
Este tal vez sea una pregunta para la que este autor no tenga una respuesta absoluta porque la evolución de la propia sociedad cubana en los últimos 50 años en es clara en su mensaje. Hay temas o asuntos que hace un década o dos eran impensables se consideraran como debatibles en algún espacio mediático.
Igual no parece que restringir o demonizar per se al debate ayude mucho comprender el momento políticamente correcto para emprender esta o aquella discusión. Actitud para la cual una mayor acción coordinada, más allá de los principios ideológicos compartidos, entre el sistema político y medios de comunicación podría ser un antídoto para descifrar juntos este enigma. Haciendo posible el debate… también en la prensa.
NOTAS ___________________________
[1] Rufo Caballero. Con las bases llenas: el beisbol y la cultura de debate en Cuba. Revista Temas. p 108 no 37-38, abril-septiembre de 2004.
[2] Al respecto Reynaldo Taladrid explicó: “Se recogen muchos planteamientos de por qué la Mesa Redonda no toca esto, o lo otro. ¿Qué pasa? Que cuando hay alguien que dice un planteamiento sobre la Mesa Redonda, hay que diferenciar: una cosa es que tú me digas que no estás de acuerdo con el enfoque que di de las elecciones en Estados Unidos -eso es un desacuerdo, una insatisfacción con lo que se hizo-, y otra cosa es yo quiero que se toque tal tema. En cierto modo eso es un reconocimiento, porque la gente quiere que se toquen esos temas ahí y no en otro lado”.
En la misma entrevista Taladrid dejó un camino posible para resolver esta contradicción, que era hacer de Mesa… un programa más, extender el debate a otros espacios de los medios de comunicación del país. Sobre el particular dijo: “Pepe Alejandro en Juventud Rebelde y en Canal Habana, hace tremendos comentarios de problemas económicos, de problemas reales. Son periodistas, es prensa cubana, es medio masivo. Te puedo decir que en Radio Rebelde hay un programa que se llama Hablando claro, al medio día, que es excelente para debatir, discutir, cosas polémicas de la realidad. Pero a pesar de eso, sigue el peso del reclamo de la gente en la Mesa Redonda”.
Véase Reinaldo Taladrid: “Prefiero que nuestra TV se resista a las tentaciones”. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/05/05/reinaldo-taladrid-prefiero-que-nuestra-tv-resista-tentaciones/
Aunque parte de la esencia del problema ya había sido esbozado por Jose Alejandro Rodríguez en su ponencia, Contra los demonios de la información secuestrada. Lo cierto es que Mesa… terminó sucumbiendo a su propia fórmula dedicándole ahora todos los jueves a temas nacionales.
[3] El investigador refiere la existencia de oportunidades para el debate en: Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC); Juventud Rebelde, Trabajadores, Bohemia: mayor espacio para el debate crítico y la opinión pública; Programas de radio y TV: “Hablando Claro” (Radio Rebelde), “Alta Tensión” (CMHW, Santa Clara); “Triángulo de la Confianza” (TV, Canal Habana). Revistas culturales: La Gaceta de Cuba, Criterios, El Caimán Barbudo, Casa de las Américas, Revolución y Cultura, Opus Habana, Tabla. Revistas de ciencias sociales: Catauro, Debates Americanos, Temas, Revista de Ciencias Sociales, Marx Ahora, Del Caribe (Santiago de Cuba). Revistas de instituciones religiosas: Caminos, Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. (iglesia bautista), Espacio laical, Palabra Nueva, Vivarium (Iglesia católica); Boletín del Centro de Reflexión y Diálogo (iglesia presbiteriana). Revistas de organizaciones sociales: Alma Mater, órgano de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU); El Economista; Revista Cubana de Derecho, etc. Revistas electrónicas: 67 solo como revistas culturales registradas (fuente: Ministerio de Cultura, 2008).
Véase Rafael Hernández.. ¿Debate o catarsis? El pensamiento crítico en la actual esfera pública cubana. Notas de su conferencia dictada en la Universidad internacional de la Florida 22 de octubre de 2009.
[4] Rafael Hernández. Ob. cit.
[5] Véase. Enrique Ubieta: En el medio de la calle de la guerra cultural En_ http://cubaizquierda.blogspot.com/2010/10/enrique-ubieta-en-el-medio-de-la-calle.html
[6] Rafael Hernández. El Período Especial veinte años después. Revista Temas. p 75. no 65 2011.
[7] Rafael Hernández. Ob. cit.
[8] José Alejandro Rodríguez. Hablando claro sobre la opinión en la radio. Revista En Vivo. No. 1. p_4. Junio 2011.
[9] José Alejandro Rodríguez. Ob. cit.
[10] Véase Los jóvenes harán su propia Historia. En_ http://www.bohemia.cu/2010/02/05/encuba/valores.html
[11] Partido Comunista de Cuba. Proyecto Documento Base. Primera Conferencia Nacional. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/10/14/descargue-proyecto-de-documento-que-discutira-conferencia-nacional-del-partido-pdf/attachment/tabloide_conferencia/ (Consultado 16 de octubre 2011).
Hoy vemos catarsis, ¿mañana habrá nacimiento?
Más de un analista coincide en afirmar que este Archipiélago es tierra fértil para el debate, el recientemente fallecido crítico de de cine Rufo Caballero afirmaba que:
“El ánimo discutidor forma parte de la idiosincrasia del cubano y esto tiene razones históricas importantes. Una clave es la condición de pueblo joven. De ahí que estemos todo el tiempo reconstruyendo la idea, el imaginario de la nación y sus componentes socioculturales fundamentales; que nos estemos definiendo continuamente; tratando de encontrar la identidad de esa dimensión escurridiza, por lo menos tan plural, que comporta lo cubano. Todo eso supone un afán de contradicción, de polémica, muy fuerte”. [1].
Sin lugar a dudas en los últimos cinco años ha crecido el “debate sobre el debate” mientras fueron apareciendo espacios y foros de discusión en medios de comunicación. Particularmente en los medios nacionales y digitales han surgido foros de expresión más o menos plural de los criterios.
En estos últimos la extensión de herramientas como los comentarios a los posts en páginas personales y sitios web ha posibilitado la ocurrencia de agudas discusiones en sitios como www.cubadebate.cu . Aunque pueden mencionarse otros muchos, por su regularidad merecen destaque la columna beisbolera Strike 3, en la cual se producen discusiones con una riqueza envidiable de matices; pues aunque unos son incapaces de aceptar que otro no coincida con su criterio, al final es posible recoger un saldo positivo entre las opiniones muchas veces divergentes.
Desde luego en este espacio, como en todos, el moderador es una figura decisiva para canalizar, o en este caso, reflejar de una manera balanceada esas opiniones. Lo notable es cómo las personas no se detienen en análisis sobre tópicos estrictamente deportivo sino que van más allá llegando hasta cuestionar públicamente las decisiones de los directivos del deporte a escala nacional.
Aunque haya quien lo considera, no con cierta razón, como un “muro de lamentaciones”, en las Cartas a la Dirección del periódico Granma hemos visto un interesante contrapunteo de juicios en torno, por ejemplo, a la privatización o no de determinados servicios hasta ahora controlados por el Estado; así como asuntos vinculados a la productividad empresarial, entre otros.
Empero a otros espacios como Mesa Redonda, salvo los intercambio ya extintos entre el profesor Esteban Morales y Reinaldo Taladrid, les ha costado más trabajo apreciar precisamente opiniones encontradas, ni siquiera en asuntos pretendidamente políticamente correctos como el acontecer internacional, no digamos ya en los relacionados con la realidad nacional.[2]
Sin embargo el investigador Rafael Hernández señala al menos una treintena de medios de comunicación cubanos, tanto periódicos, revistas o programas televisivos o radiales que ha dado cabida a debates sobre disímiles tópicos, más o menos polémicos.[3] Sin embargo advirtió que “la mayoría de los medios que modulan el debate público no son oficiales, ni representan instituciones del Estado, como tampoco privados. Son medios públicos abiertos a una amplia variedad de sectores de la sociedad civil”.[4]
Quizás una de esas excepciones sea la revista La Calle del Medio. Cuando le pregunté a su director Enrique Ubieta cómo había logrado construir ese espacio para el debate respondió:
“La Calle del medio es una revista que intenta debatir los valores de la sociedad cubana desde la cocina hasta los deportes. Haciéndolo de una manera cercana a la población en general: al ama de casa, al trabajador manual o intelectual, a todos los sectores.
“En los temas de arte, o la televisión, por ejemplo, no nos interesa si los actores actúan mal o no, ese no es el punto, sino el contenido que hay detrás. (…) Algunos me dicen: me encanta la revista porque no habla de política y la revista es política de punta a cabo.
“Pero si logramos que alguno de esos personajes tenga que buscar argumentos, pensar, algo que no hace habitualmente, para defender su posición y su manera de ver las cosas ante ese “movimiento de su piso”, ya con eso estoy complacido; aunque después se reafirme en lo que piensa. Al menos lo obligué a pensar y con eso estoy satisfecho”.[5]
Lecciones de un ¿debate?
“Se le suele llamar debate a un intercambio de opiniones en el fondo muy parecidas, a una reunión, a veces de muchas personas, donde casi todo el mundo tiene más o menos al misma posición, oficial o no, pero que se parecen mucho entre sí”[6] (…) dijo Rafael Hernández al cierre de un Último Jueves, foro de polémica que modera cada mes. Aclarando el también director de la revista Temas, que debate real es presentar “puntos de vista realmente distintos, (…) con total respeto hacia el derecho de expresión de cada uno. Muchas veces alguien con quien no estamos de acuerdo nos hace entender mejor un problema, y aprendemos”[7].
Las pautas y fronteras del debate son, si se quiere, un retoño de un aspecto mucho mayor como el ejercicio de la opinión. Sobre el particular José Alejandro Rodríguez considera que “la opinión, en un sentido más abarcador y equilibrado: es la valoración integral, el bisturí que disecciona y sana a la vez. El talante para fustigar y elogiar la mismo tiempo, o en tiempos diferentes. Es la devoción la juicio hondo, pero dosificado y sin estridencias”[8]
En el entrono doméstico es notable la expresión del criterio en el programa Primer Día de Radio Victoria. Sin embargo ni los más veteranos recuerdan que las páginas de 26 ocurriera algo tan sonado como la referida polémica sobre la pertinencia o no de “Comer en Familia”.
Eludiendo la espinosa y controversial arista de sí en el debate de marras hubo más o menos argumentos sólidos, si primó o no la chancleta, los golpes de efecto o las manipulaciones de textos, aspectos señalados por los investigadores como prevalecientes en muchos pretendidos debates en Cuba. Sería difícil negar el sacudión a la pereza de los cerebros dormidos y como un tema aparentemente trivial demostró cuan rico y productivo puede ser debatir desde la tribuna de los medios escritos. Especialmente porque estos como alguien lo definió son “el tozudo mensaje en papel y tinta que perdura”[9], con la ventaja de poder eludir la premuras que la inmediatez imponen a la televisión y la radio, lo cual empero hace mucha más necesario la apuesta por la solidez en la argumentación
Ahora bien ¿qué no puede faltar para que haya verdaderamente un debate? Quizás habría que pensar, no primariamente en grandes eruditos o títulos doctorales, sino en una simple pero crítica habilidad para estar dispuestos a escuchar. El resto tal vez sea, como dijera un ensayista, hacer catarsis.
Al mismo tiempo siempre tendrá más ventajas al apreciar opiniones dispares en nuestra prensa que lo contrario. Entre otras cosas porque imprime mucha más credibilidad a un sistema de medios de comunicación eternamente urgido de potenciar la capacidad individual de pensar y opinar de sus públicos, sin renunciar a valores sagrados para todos como la independencia nacional y la justicia social.
Pensado a futuro Claudia Castilla García investigadora del Grupo de Estudios de la Juventud en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, lanzaba una alerta cardinal:
“Si no dialogamos con los jóvenes, si utilizamos el sermón, el adoctrinamiento, nos responderán desde la doble moral, diciéndonos lo que queremos escuchar, aunque de todas formas saquen sus propias conclusiones. Entonces, es mejor que sientan la confianza suficiente para que esas conclusiones las compartan en el aula, en la casa o en cualquier otro espacio, en un diálogo donde realmente los tomemos en consideración como seres humanos capaces de pensar, de tener su propio criterio, y nosotros de escucharlos.” [10]
El mismo presidente cubano Raúl Castro Ruz la emprendió contra la falsa unanimidad que por años se cultivó sin control a partir de la aberración de que, manifestarse en desacuerdo total o parcialmente con alguna medida significaba estar en contra de la Revolución, simplemente porque el criterio matriz era traído por la autoridad. Así las reuniones no fueron para entre todos llegar a la mejor solución sino el mecanismo para “convencer” al auditorio.
Ha sido el propio Raúl y en general la máxima dirección de la Revolución le ha puesto a la prensa en las manos otra oportunidad inmejorable para extender en temas y espacios, el debate.
En el Documento Base para la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba se instó a la organización política a “estimular que los medios de comunicación masiva sean una plataforma eficaz de expresión para la cultura y el debate, ofrezcan caminos al conocimiento, al análisis y al ejercicio permanente de la opinión; desarrollen un periodismo objetivo y de investigación, que permita desterrar la autocensura, la mediocridad, el lenguaje burocrático y edulcorado, el facilismo, la retórica, el triunfalismo y la banalidad”. [11]
Ahora bien ¿cómo definir el tiempo y el alcance del debate?
Este tal vez sea una pregunta para la que este autor no tenga una respuesta absoluta porque la evolución de la propia sociedad cubana en los últimos 50 años en es clara en su mensaje. Hay temas o asuntos que hace un década o dos eran impensables se consideraran como debatibles en algún espacio mediático.
Igual no parece que restringir o demonizar per se al debate ayude mucho comprender el momento políticamente correcto para emprender esta o aquella discusión. Actitud para la cual una mayor acción coordinada, más allá de los principios ideológicos compartidos, entre el sistema político y medios de comunicación podría ser un antídoto para descifrar juntos este enigma. Haciendo posible el debate… también en la prensa.
NOTAS ___________________________
[1] Rufo Caballero. Con las bases llenas: el beisbol y la cultura de debate en Cuba. Revista Temas. p 108 no 37-38, abril-septiembre de 2004.
[2] Al respecto Reynaldo Taladrid explicó: “Se recogen muchos planteamientos de por qué la Mesa Redonda no toca esto, o lo otro. ¿Qué pasa? Que cuando hay alguien que dice un planteamiento sobre la Mesa Redonda, hay que diferenciar: una cosa es que tú me digas que no estás de acuerdo con el enfoque que di de las elecciones en Estados Unidos -eso es un desacuerdo, una insatisfacción con lo que se hizo-, y otra cosa es yo quiero que se toque tal tema. En cierto modo eso es un reconocimiento, porque la gente quiere que se toquen esos temas ahí y no en otro lado”.
En la misma entrevista Taladrid dejó un camino posible para resolver esta contradicción, que era hacer de Mesa… un programa más, extender el debate a otros espacios de los medios de comunicación del país. Sobre el particular dijo: “Pepe Alejandro en Juventud Rebelde y en Canal Habana, hace tremendos comentarios de problemas económicos, de problemas reales. Son periodistas, es prensa cubana, es medio masivo. Te puedo decir que en Radio Rebelde hay un programa que se llama Hablando claro, al medio día, que es excelente para debatir, discutir, cosas polémicas de la realidad. Pero a pesar de eso, sigue el peso del reclamo de la gente en la Mesa Redonda”.
Véase Reinaldo Taladrid: “Prefiero que nuestra TV se resista a las tentaciones”. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/05/05/reinaldo-taladrid-prefiero-que-nuestra-tv-resista-tentaciones/
Aunque parte de la esencia del problema ya había sido esbozado por Jose Alejandro Rodríguez en su ponencia, Contra los demonios de la información secuestrada. Lo cierto es que Mesa… terminó sucumbiendo a su propia fórmula dedicándole ahora todos los jueves a temas nacionales.
[3] El investigador refiere la existencia de oportunidades para el debate en: Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC); Juventud Rebelde, Trabajadores, Bohemia: mayor espacio para el debate crítico y la opinión pública; Programas de radio y TV: “Hablando Claro” (Radio Rebelde), “Alta Tensión” (CMHW, Santa Clara); “Triángulo de la Confianza” (TV, Canal Habana). Revistas culturales: La Gaceta de Cuba, Criterios, El Caimán Barbudo, Casa de las Américas, Revolución y Cultura, Opus Habana, Tabla. Revistas de ciencias sociales: Catauro, Debates Americanos, Temas, Revista de Ciencias Sociales, Marx Ahora, Del Caribe (Santiago de Cuba). Revistas de instituciones religiosas: Caminos, Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. (iglesia bautista), Espacio laical, Palabra Nueva, Vivarium (Iglesia católica); Boletín del Centro de Reflexión y Diálogo (iglesia presbiteriana). Revistas de organizaciones sociales: Alma Mater, órgano de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU); El Economista; Revista Cubana de Derecho, etc. Revistas electrónicas: 67 solo como revistas culturales registradas (fuente: Ministerio de Cultura, 2008).
Véase Rafael Hernández.. ¿Debate o catarsis? El pensamiento crítico en la actual esfera pública cubana. Notas de su conferencia dictada en la Universidad internacional de la Florida 22 de octubre de 2009.
[4] Rafael Hernández. Ob. cit.
[5] Véase. Enrique Ubieta: En el medio de la calle de la guerra cultural En_ http://cubaizquierda.blogspot.com/2010/10/enrique-ubieta-en-el-medio-de-la-calle.html
[6] Rafael Hernández. El Período Especial veinte años después. Revista Temas. p 75. no 65 2011.
[7] Rafael Hernández. Ob. cit.
[8] José Alejandro Rodríguez. Hablando claro sobre la opinión en la radio. Revista En Vivo. No. 1. p_4. Junio 2011.
[9] José Alejandro Rodríguez. Ob. cit.
[10] Véase Los jóvenes harán su propia Historia. En_ http://www.bohemia.cu/2010/02/05/encuba/valores.html
[11] Partido Comunista de Cuba. Proyecto Documento Base. Primera Conferencia Nacional. En_ http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/10/14/descargue-proyecto-de-documento-que-discutira-conferencia-nacional-del-partido-pdf/attachment/tabloide_conferencia/ (Consultado 16 de octubre 2011).
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