Posted by : Unknown miércoles, 9 de noviembre de 2011

El bloqueo de Estados Unidos contra Cuba está lleno de contradicciones y paradojas, como si no fuera suficiente ya con la mayor de todas: querer matar a un pueblo de hambre, supuestamente para hacerlo más libre. Sin embargo su mano peluda quiere negarles a los cubanos también el acceso al conocimiento.

Ese es el caso del doctor Raymundo Pérez Urquiza. Él es pediatra especializado en el pesquizaje neonatal de enfermedades metabólicas en el Centro Provincial de Genética Médica de mi ciudad. Allí todos los niños de la provincia son evaluados incluso antes de nacer, para detectar cualquier malformación congénita y luego tras el parto son nuevamente examinados para encontrar cualquier padecimiento de origen genético.

De hecho recuerdo que cuando mi niña Isabel cumplió un mes de nacida, fuimos a la consulta de genética, su mamá había asistido también durante el embarazo, en esta la examinaron minuciosamente. El médico le detectó una pequeñita anomalía en una de sus orejitas y nos indicó un ultrasonido a sus riñones. “En ocasiones alteraciones en las orejas pueden ser el aviso de problemas renales”, nos dijo. Afortunadamente todo quedó en la falsa alarma, pero mi conversación con el doctor Raymundo me recordó la importancia del Centro en el cual él labora.

Raymundo está enfrascado en formar en el Centro de Genética Médica el Comité de Ética de la Investigación, como parte del empeño de las instituciones científicas del Archipiélago por adscribirse cada vez más las pautas internacionales establecidas en el campo de la bioética.

Me explica que “después de la Segunda Guerra Mundial, se establecieron números patrones internacionales de cómo deben ser las investigaciones médicas con seres humanos. Por eso solicitamos participar en el Programa de Capacitación en Ética de la investigación, ofrecido por la Facultad de Ciencias Sociales de Argentina y en otro similar ofrecido en Chile”

Entonces me muestra dos correos electrónicos, uno remitido por Natalia Rigetti, coordinadora del Programa de Capacitación en Ética de la investigación, ofrecido por la Facultad de Ciencias Sociales (FLACSO) de Argentina, el otro vino a nombre de Eduardo Rodríguez Yunta investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios en Bioética de la Universidad de Chile.

En el primero, Natalia dice: “Gracias por aplicar al Programa de Capacitación en Ética de la Investigación. Desafortunadamente, hemos tomado conocimiento de que el gobierno de los Estados Unidos no permitirá el uso de fondos federales para residentes de Cuba, a pesar de que el Programa se realice en Argentina. (el subrayado es mío) Esperamos que entienda que esta restricción no es impuesta por las directoras del Programa, las Dras. Ruth Macklin y Florencia Luna. Ellas desearían poder compartir su conocimiento y experiencia en ética de la investigación con Ud”.

Eduardo Rodríguez fue más escueto pero igual de categórico: “desafortunadamente nuestro Centro no puede usar los fondos Fogarty por la razón que menciona usted” , la razón a la que se refiriere es solo una: El bloqueo.

Sucede que tanto el Programa de FLACSO-Argentina como los que organiza el Centro de la universidad chilena son financiados por el Fogarty Internacional Center. Fundado por orden ejecutiva del presidente Lyndon Johnson el primero de julio de 1968 el Fogarty… costea investigaciones en más de un centenar de países, menos Cuba y forma parte del Nacional Institues of Health de EEUU, subordinado a su vez al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.

Sin embargo el mismo gobierno que niega fondos para la superación de los profesionales de la salud cubanos, solo este año destinó más de 40 millones de dólares para mantener la buena vida que se dan sus asalariados cuya tara subvertir en orden interno aquí y quienes, por cierto también residen en Cuba.

Pero la ironía es mayor sabiendo que desde mediados de los años 90, el Gobierno de EEUU ha gastado cerca de 150 millones en estos programas de apoyo a la llamada “disidencia”.

“Es contradictorio que mientras utilizan fondos para fines de desestabilización, pánico y caos dentro del país, sin embargo lo niegan para propósitos puramente científicos como este”, me dijo Raymundo.

Así gracias a este nuevo zarpazo del odio él no podrá aprovechar las experiencias de los expertos argentinos y norteamericanos en materia de bioética, porque el bloqueo es así de irracional, no le basta con negarnos el derecho a la vida, también al conocimiento.

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