Posted by : Unknown jueves, 30 de noviembre de 2006

El cambio es posible

En la mitad del mundo acaban de propinarle otra patada en el trasero a la cada día más desacreditada opción neoliberal, cuando los ecuatorianos votaron por el cambio frente a la demagogia mesiánica de la oligarquía.
Rafael Correa, economista de 43 años, obtuvo la victoria en las urnas con una inesperada ventaja sobre su rival. Sorprendente margen a su favor teniendo en cuenta que el multimillonario bananero Álvaro Noboa no escatimó recursos de su fortuna personal y prometió, Biblia en mano, multiplicar salarios, empleos y viviendas a una velocidad que dejaría a los milagros de Cristo como cosa de aficionados.

Altivos y soberanos
Según el corresponsal de la BBC en Quito, Daniel Schweimler: “los electores estaban más preocupados de que Noboa podría representar el tipo de político al viejo estilo latinoamericano, del cual están cansados desde hace varios años”.
Ese probablemente sea el quid del éxito de Correa, quien desde sus días como titular de Economía del saliente mandatario Alfredo Palacio, se mostró crítico de las políticas neoliberales y partidario de una mayor participación del Estado en la erradicación de la pobreza.
El líder de Alianza PAIS (Patria Altiva y Soberana) y el Partido Socialista-Frente Amplio, asegura que no suscribirá el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, por considerar que “destruiría nuestro sector agrícola, ganadero y avícola”. Además sostiene que: “Mi gobierno no se involucrará en el Plan Colombia y no calificará a las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombia (FARC) de terroristas a menos que lo haga la ONU. Incluso en ese caso reflexionaremos”.
En materia de economía planea renegociar los 14 mil millones de dólares de la deuda pública exterior del país. Según adelantó a la prensa, utilizará la misma estrategia de sus pares de Argentina, Brasil y Uruguay: cancelará los adeudos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y canjeará los bonos del Tesoro en el mercado financiero para abaratar los pagos del servicio de la deuda y extender los plazos de vencimiento. Esto oxigenará al presupuesto nacional pues en estos momentos el 40 por ciento del mismo se dedica a cumplir las obligaciones con los acreedores.
Haciendo valer los dos adjetivos de su partido, prevé concertar nuevos contratos petroleros con operadoras extranjeras como la española Repsol-YPF y la brasileña Petrobrás para ampliar la participación en el crudo extraído de sus concesiones. Al respecto, dijo en la rueda de prensa tras proclamarse ganador que buscará la reincorporación de Ecuador a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de la cual se retiró en 1992.
No obstante la altivez y soberanía no llegarán a tocar la dolarización, calificada por él mismo de “insensatez”, pero advirtiendo que salir de ella sería “una insensatez mayor”.
Aunque tendrá a un “Lenin” a su lado (el vicepresidente será Lenin Moreno) el futuro gobernante se define como “un humanista, cristiano, de izquierda”. Y argumenta: “humanista porque para mí la política y la economía están al servicio del hombre; cristiano porque me nutro de la doctrina social de la Iglesia; y de izquierda porque creo en la equidad, la justicia y la supremacía del trabajo sobre el capital”.
A pesar de lo anterior su programa de gobierno le augura tantos escollos como si desde el primer momento hubiese enarbolado al Manifiesto Comunista en su campaña electoral.
Recuérdese que es Washington quien maneja los hilos del sistema crediticio internacional. La Casa Blanca es además el principal proveedor financiero y militar del Plan Colombia el cual hoy tiene una fuerte presencia en la frontera ecuatoriano-colombiana. A Estados Unidos por tanto no le hacen ninguna gracia los propósitos de Correa de no renovar el contrato mediante el cual el Comando Sur del Pentágono administra la base militar de Manta y a cuatro enclaves pequeños más en Ecuador.

Buenos deseos, pero mucha firmeza
Al evaluar la victoria del candidato nacionalista el diario La Jornada de México señalaba que: “En términos geopolíticos, el éxito del candidato de la Alianza País en Ecuador es un grave revés para Estados Unidos y constituye un nuevo impulso a la esperanza que suscitan los esfuerzos de integración ­ no exentos de contradicciones y de conflictos-- encabezados por Argentina, Brasil y Venezuela. Cabe esperar que en el ejercicio del poder Rafael Correa y su grupo no defrauden esas expectativas”.
Manuel, un limpiabotas del centro de Quito lo expresó con la sencillez y determinación de un pueblo que derribó a dos presidentes en los últimos años cuando se sintió defraudado. “Primero que nada –dijo- queremos a alguien que haga lo que ha prometido, alguien super honesto, un hombre de palabra. Alguien que podamos respetar como presidente”.
Teniendo en cuenta las proyecciones del venidero mandatario y los previsibles enemigos poderosos que encontrará, solo apoyado en el pueblo podrá cumplir sus promesas. Sus aspiraciones de una Asamblea Constituyente y el recurso de la consulta popular para materializar las transformaciones pueden ser un buen comienzo.
En el futuro Rafael Correa deberá apelar a la misma destreza que le permite tocar la guitarra, hablar fluidamente inglés, francés, y algo de quechua, para construir una verdadera alternativa de cambio a los pies del épico volcán Pichincha. De lo contrario el mismo pueblo que llevó al poder lo sacará de él.

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