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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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- Venezuela hacia el socialismo: la vista en los retos
Posted by : Unknown
viernes, 8 de diciembre de 2006
Dos años después de mis conversaciones con dos entrañables amigos venezolanos, vuelvo a recordar la interrogante que signó nuestras pláticas: ¿habrá socialismo en Venezuela?. Al cabo del tiempo la pregunta parece responderse. Especialmente tras las declaraciones del reelecto presidente Hugo Chávez.
“Hoy comienza –dijo- una nueva era dentro del proyecto de desarrollo bolivariano (...) que tendrá como fuerza central y fundamental la profundización, ampliación y expansión de la revolución bolivariana, de la democracia revolucionaria, en la vía venezolana hacia el socialismo".
Tras la justificada celebración por el nuevo triunfo de la Revolución Bolivariana, su líder dejó bien claro que el capitalismo no es la solución para el desarrollo sostenible y equitativo del país.
Unidad y prosperidad
Con la decisión que lo caracteriza Chávez se apresta a encabezar la construcción un socialismo claramente autóctono y alejado de recetas prediseñadas o moldes clásicos. Al mismo tiempo se apega a los principios básicos de elemental supervivencia como proceso de profundo cambio social.
Articular un partido único para las diferentes fuerzas políticas alineadas con la Revolución es una necesidad y él lo sabe. Sus primeras alusiones al tema fueron bien acogidas. No obstante se necesitará de mucha paciencia y un espíritu de discusión flexible para establecer las bases programáticas que aglutinen a organizaciones de orígenes diversos y con sus lógicas aspiraciones individuales.
La propuesta transformadora, anticipó el líder venezolano, alcanzará también a la Constitución. Aquí vuelve a ponerse en relieve la calidad humana y la pericia política de Chávez pues su proposición de reformar la Carta Magna para aspirar nuevamente a la reelección, será puesta a consideración del pueblo mediante referendo. Como en otras ocasiones, cada uno de los cambios ha sido legitimado en las urnas. Ese el mejor antídoto contra las campañas difamatorias de la oposición y sus mentores extranjeros.
Atendiendo sus declaraciones, la propuesta alternativa al capitalismo se sustenta, desde el punto de vista económico, en ampliar el protagonismo del Estado mediante considerables inversiones en la infraestructura social del país que disminuyan la brecha entre ricos y pobres. Así lo atestiguan, por ejemplo, las recientes obras de modernización del metro en Caracas y Maracaibo, así como la inauguración de un nuevo puente sobre el Orinoco.
Desde luego la estrategia económico-social del proyecto bolivariano tiene en las Misiones su base fundamental. Este ha sido el mecanismo que encontró el gobierno para eludir la tradicional burocracia carcomida por la corrupción y mostrar resultados concretos en un tiempo relativamente corto. Por tanto no sería descabellado pensar que en el futuro estas se amplíen y consoliden sus engranajes de funcionamiento.
Lo que comenzó con el plan de emergencia Bolívar 2000, se multiplicó en más de 12 mil 930 millones de dólares invertidos en los tres últimos años, en ámbitos tan diversos como la educación, salud, empleo y la protección de la pequeña y mediana empresa.
El impacto es innegable: 17 de los 26 millones de venezolanos reciben atención médica gratuita gracias a “Barrio Adentro”, mientras que a instancias de la Misión “Ribas” ya obtuvieron su título de bachilleres 450 mil personas y otras 604 mil continúan estudiando. Eso sin hablar de la Misión “Robinson” que logró lo mil veces prometido y nunca cumplido por los politiqueros tradicionales: declarar a Venezuela libre de analfabetismo.
Otras como “Vuelva Caras”, “Negra Hipólita” y “Cacique Guaicaipuro” se ocupan de sectores tradicionalmente marginados como los desempleados, los niños de la calle y las comunidades indígenas. “Hemos sido siempre excluidos, ahora no sólo aparecen nuestros derechos en la Constitución sino que nos reconocen todos los poderes y participamos en las misiones”, apunta la diputada indígena Noheli Pocaterra.[1]
Los pequeños y medianos empresarios encontraron en la Misión “Mercal” un significativo impulso a sus producciones, de paso el gobierno beneficia a los consumidores den menos poder adquisitivo.
El apoyo mayoritario de la población es innegable, según la firma DATANÁLISIS el 72,2 por ciento de la población aprueba las misiones de educación, otro tanto ocurre con las relacionadas con salud y alimentación donde siete de cada diez venezolanos está de acuerdo con ellas.
Esos niveles de beneplácito no pasan por alto ni para la oposición, quien en la ilusión de ganar adeptos repite que mantendría las misiones de retornar al poder. Algo que cualquier ciudadano con la memoria suficiente para recordar las décadas de despilfarro de las ganancias del petróleo y golpe de estado del 2002, sabe que no es cierto.
Edificar un nuevo socialismo, nacido de las características propias de Venezuela requerirá de un profundo debate teórico, no solo dentro del país sino de todas las fuerzas de izquierda del continente. A esa polémica creadora están convocados, desde el más erudito académico hasta los simples profesionales de la palabra. Del éxito dependerá mucho demostrar como tantas veces hemos repetido y no nos cansaremos de hacerlo, que otro mundo mejor es posible.
[1] Muchas de estas misiones se ampliaron. Surgió la ya mundialmente famosa Misión Milagro que le ha devuelto la vista de decenas de miles de venezolanos y ciudadanos del resto de América Latina y el Caribe.
La misma Barrio Adentro se extendió en varias fases para abarcar no solo la atención primaria de salud, sino también estableció de una red nacional de Centros de Diagnóstico Integral con equipamiento de alta tecnología y con la construcción de modernos hospitales para cuidados más especializados. Tras vencer el analfabetismo la Misión Robinson continúa con sus capítulos dos y tres para alcanzar el sexto y noveno grados.
La Misión Sucre, a través de la cual los estudiantes de bajos ingresos ha podido acceder a la Educación Superior se fortalece con la Misión Alma Mater que prevé la edificación de nuevas universidades. A pesar de ser el quinto productor mundial de petróleo, Venezuela también se incorporó a los esfuerzos internacionales por reducir el consumo de combustibles fósiles mediante la Misión Energía.
“Hoy comienza –dijo- una nueva era dentro del proyecto de desarrollo bolivariano (...) que tendrá como fuerza central y fundamental la profundización, ampliación y expansión de la revolución bolivariana, de la democracia revolucionaria, en la vía venezolana hacia el socialismo".
Tras la justificada celebración por el nuevo triunfo de la Revolución Bolivariana, su líder dejó bien claro que el capitalismo no es la solución para el desarrollo sostenible y equitativo del país.
Unidad y prosperidad
Con la decisión que lo caracteriza Chávez se apresta a encabezar la construcción un socialismo claramente autóctono y alejado de recetas prediseñadas o moldes clásicos. Al mismo tiempo se apega a los principios básicos de elemental supervivencia como proceso de profundo cambio social.
Articular un partido único para las diferentes fuerzas políticas alineadas con la Revolución es una necesidad y él lo sabe. Sus primeras alusiones al tema fueron bien acogidas. No obstante se necesitará de mucha paciencia y un espíritu de discusión flexible para establecer las bases programáticas que aglutinen a organizaciones de orígenes diversos y con sus lógicas aspiraciones individuales.
La propuesta transformadora, anticipó el líder venezolano, alcanzará también a la Constitución. Aquí vuelve a ponerse en relieve la calidad humana y la pericia política de Chávez pues su proposición de reformar la Carta Magna para aspirar nuevamente a la reelección, será puesta a consideración del pueblo mediante referendo. Como en otras ocasiones, cada uno de los cambios ha sido legitimado en las urnas. Ese el mejor antídoto contra las campañas difamatorias de la oposición y sus mentores extranjeros.
Atendiendo sus declaraciones, la propuesta alternativa al capitalismo se sustenta, desde el punto de vista económico, en ampliar el protagonismo del Estado mediante considerables inversiones en la infraestructura social del país que disminuyan la brecha entre ricos y pobres. Así lo atestiguan, por ejemplo, las recientes obras de modernización del metro en Caracas y Maracaibo, así como la inauguración de un nuevo puente sobre el Orinoco.
Desde luego la estrategia económico-social del proyecto bolivariano tiene en las Misiones su base fundamental. Este ha sido el mecanismo que encontró el gobierno para eludir la tradicional burocracia carcomida por la corrupción y mostrar resultados concretos en un tiempo relativamente corto. Por tanto no sería descabellado pensar que en el futuro estas se amplíen y consoliden sus engranajes de funcionamiento.
Lo que comenzó con el plan de emergencia Bolívar 2000, se multiplicó en más de 12 mil 930 millones de dólares invertidos en los tres últimos años, en ámbitos tan diversos como la educación, salud, empleo y la protección de la pequeña y mediana empresa.
El impacto es innegable: 17 de los 26 millones de venezolanos reciben atención médica gratuita gracias a “Barrio Adentro”, mientras que a instancias de la Misión “Ribas” ya obtuvieron su título de bachilleres 450 mil personas y otras 604 mil continúan estudiando. Eso sin hablar de la Misión “Robinson” que logró lo mil veces prometido y nunca cumplido por los politiqueros tradicionales: declarar a Venezuela libre de analfabetismo.
Otras como “Vuelva Caras”, “Negra Hipólita” y “Cacique Guaicaipuro” se ocupan de sectores tradicionalmente marginados como los desempleados, los niños de la calle y las comunidades indígenas. “Hemos sido siempre excluidos, ahora no sólo aparecen nuestros derechos en la Constitución sino que nos reconocen todos los poderes y participamos en las misiones”, apunta la diputada indígena Noheli Pocaterra.[1]
Los pequeños y medianos empresarios encontraron en la Misión “Mercal” un significativo impulso a sus producciones, de paso el gobierno beneficia a los consumidores den menos poder adquisitivo.
El apoyo mayoritario de la población es innegable, según la firma DATANÁLISIS el 72,2 por ciento de la población aprueba las misiones de educación, otro tanto ocurre con las relacionadas con salud y alimentación donde siete de cada diez venezolanos está de acuerdo con ellas.
Esos niveles de beneplácito no pasan por alto ni para la oposición, quien en la ilusión de ganar adeptos repite que mantendría las misiones de retornar al poder. Algo que cualquier ciudadano con la memoria suficiente para recordar las décadas de despilfarro de las ganancias del petróleo y golpe de estado del 2002, sabe que no es cierto.
Edificar un nuevo socialismo, nacido de las características propias de Venezuela requerirá de un profundo debate teórico, no solo dentro del país sino de todas las fuerzas de izquierda del continente. A esa polémica creadora están convocados, desde el más erudito académico hasta los simples profesionales de la palabra. Del éxito dependerá mucho demostrar como tantas veces hemos repetido y no nos cansaremos de hacerlo, que otro mundo mejor es posible.
[1] Muchas de estas misiones se ampliaron. Surgió la ya mundialmente famosa Misión Milagro que le ha devuelto la vista de decenas de miles de venezolanos y ciudadanos del resto de América Latina y el Caribe.
La misma Barrio Adentro se extendió en varias fases para abarcar no solo la atención primaria de salud, sino también estableció de una red nacional de Centros de Diagnóstico Integral con equipamiento de alta tecnología y con la construcción de modernos hospitales para cuidados más especializados. Tras vencer el analfabetismo la Misión Robinson continúa con sus capítulos dos y tres para alcanzar el sexto y noveno grados.
La Misión Sucre, a través de la cual los estudiantes de bajos ingresos ha podido acceder a la Educación Superior se fortalece con la Misión Alma Mater que prevé la edificación de nuevas universidades. A pesar de ser el quinto productor mundial de petróleo, Venezuela también se incorporó a los esfuerzos internacionales por reducir el consumo de combustibles fósiles mediante la Misión Energía.
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