Cubaizquierda

• Este año nuevamente Ginebra fue escenario de otra derrota estadounidense. Ahora mucho más contundente pues se vino abajo el último argumento para mantener el bloqueo contra Cuba.

Cristín Chané, tal vez haya regresado a un oscuro bufete o probablemente haga gestiones entre sus “amistades” en Washington y Miami para encontrar un nuevo empleo, tras la decisión del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de que ya no es necesario mantener a Cuba dentro de los países bajo escrutinio especial por la situación de sus derechos humanos.
¿Resultado?: La abogada francesa, quien hasta ahora había fungido como representante personal de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos para Cuba, se quedó sin contenido de trabajo.
A decir verdad Chané hacía todo lo posible por justificar su salario ante quienes crearon su puesto. Anualmente aparecía con su informe sobre supuestas detenciones arbitrarias, y represiones políticas en Cuba. Aunque no es ocioso recordar que la mayor parte sus fuentes eran personas u organizaciones particularmente interesadas en desprestigiar al gobierno de La Habana, y por consiguiente, con todo el apoyo financiero y político del gobierno estadounidense.
Sin siquiera votación alguna (el acuerdo fue por consenso) desde ahora habrá una desempleada más en Ginebra. De paso quedó en evidencia la artificialidad que rodeó durante 20 años, las condenas a la Isla en la antigua Comisión de Derechos Humanos.

Con el madero al hombro
Cuando a fines del 2005 fue impostergable, hablando en términos informáticos, “reiniciar” el aparato de vigilancia de los derechos humanos de las Naciones Unidas, EE.UU. y la Unión Europea, esperaban modelar el nuevo Consejo de acuerdo a sus intereses.
Los malos augurios llegaron desde la discusión de las reglas del terreno, o sea la elección de la membresía del nuevo CDH. Para evitarse el bochorno de no resultar electo Estados Unidos ni siquiera se molestó en postularse. Luego sufrieron el primer strike cuando, a pesar de las presiones y chantajes, Cuba sí figuró entre los miembros fundadores del Consejo.
Llegó el turno de determinar que países se mantendrían dentro de la pupila escrutadora de la ONU por violaciones de los derechos humanos. Washington y Bruselas buscaron la revancha del desastre de junio del 2006: ¡Swing completo!, strike dos!: Cuba quedó fuera de la lista de los violadores.
Bueno, pensaron, en conteo de 2 y 0 todavía es posible pegarle a la bola. Nuevo lanzamiento y: El Movimiento de Países No Alineados, bajo la presidencia de Cuba consiguió que en la agenda del nuevo CDH se incluyera un tema nada halagüeños para la Casa Blanca y los 25, como la “situación de los derechos humanos en Palestina y los territorios árabes ocupados”, el cual implica una censura tácita a su aliado israelí. Igualmente incómodos resultaron la inclusión de otros como “el derecho al desarrollo”, y “la discriminación racial y la xenofobia”.
“¡Strike tres, out!” dijo el árbitro. De ahí que el bateador haya solicitado tiempo y, saliendo de la caja de bateo, busque señas en el banco; pues tras lo ocurrido en Ginebra, los cancilleres de la Unión Europea emitieron un documento en el cual afirmaron estar dispuestos a entablar un “diálogo abierto” con Cuba. Algo que ya se veía venir desde antes porque las “rectas” y “curvas” de la Mayor de las Antillas eran cada vez más indescifrables.
Sin embargo el lanzador sabe que el partido no terminado porque el equipo contrario no cejará en su empeño. Por eso el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, calificó de insuficiente el texto y previno que: “La idea de que la UE tenga relaciones con Cuba sobre la base de la imposición, de condicionamientos, va a chocar siempre con el derecho internacional y con nuestra determinación de no permitirle eso a nadie”.
Advertencia mucho más explícita en la posterior declaración del MINREX al respecto. Ahí desde el montículo, el pitcher demostró no estar apurado, porque a fin de cuentas, los intranquilos siguen sin poder conectar ni un insignificante hit.