Súplica
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Frente al mar, suplicando salud para los suyos y los no tan suyos. Por los
que no aparecen en penumbras llevados por el aluvión intempestivos, por las
alma...
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- La fórmula de Bush:
Posted by : Unknown
sábado, 30 de junio de 2007
“¿Estamos en problemas?: ¡vámonos de pesca!”
Con los peores índices de popularidad en toda la historia de los presidentes estadounidenses; el senado exigiendo explicaciones sobre el programa de escuchas telefónicas ilegales; los soldados que siguen muriendo a manos de la resistencia en Irak; con Hugo Chávez cada vez más consolidado al frente de Venezuela y el “buen Dios” que no le ayuda de “deshacerse” de Fidel Castro; George W. Bush no sabe hacer otra cosa que irse de pesca a su rancho en Newport.
No es la primera vez que número uno de la Casa Blanca aplica esta fórmula peculiar. Hace seis años mientras informes de inteligencia, los propios y los extranjeros, advertían sobre el peligro real de un ataque terrorista, mister W empleaba su tiempo en llenar su cesta de truchas.
¿Será que el sonido del río le ayuda aclarar las ideas? ¿O sus contactos con “el más allá” requieren de un ambiente bucólico?. Igual ignoramos si su inclinación hacia las actividades pesqueras es realmente inspiración suya o fue la sugerencia de su mano derecha, el vicepresidente Dick Cheney, para entretenerlo, mientras mueve los verdaderos hilos del poder. La respuesta estas interrogantes probamente solo las sabremos en sus memorias.
Por lo pronto lo que sí es evidente, es el mal rato que pasa el mandatario. Así lo atestiguan sus recurrentes ataques a Cuba. Al punto de soltársele la lengua y expresar claramente un deseo que sus antecesores, desde Eisenhower hasta acá, trataron de hacer realidad: eliminar físicamente al líder de la Revolución Cubana.
Otra asunto que seguramente aumentó los deseos pesqueros de Bush es la ausencia en el número 10 de la calle Downing, allá en Londres, de su más fiel aliado europeo, Anthony Blair, quien tuvo que abandonar su puesto de primer ministro del Reino Unido antes que otra cosa peor ocurriera.
¡Y como quiere lo quiere Bush!. Tanto, que inmediatamente trató de buscarle trabajo como enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio, integrado por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia. Propuesta que provocó malestar en la mayoría de los países árabes e incluso entre muchos diplomáticos europeos.
De vuelta a nuestro protagonista, la pesquería, parte fundamental de sus vacaciones, para él son sagradas. De hecho, Bush ostenta el récord como el presidente que más descansos se ha tomado a lo largo de su mandato. Y si quedaba alguna duda de cuán importante son para él, lo ocurrido en agosto del 2005 despejó toda duda.
Por aquellos días, cuando era inminente que Katrina, un huracán de categoría cinco, azotaría al país; el “hijito de papá”, fue incapaz de abandonar su asueto para enfrentar la tragedia que se avecinaba. De todas formas cuando al fin terminó su veraneo, solo lo hizo para pasearse en avión sobre la devastada Nueva Orleáns.
Antes, había salido de otras vacaciones con “brillantes” ideas como la guerra preventiva, o sea las invasiones a Afganistán e Irak. Por eso, nada bueno podrá esperarse al regreso de este nuevo encuentro de Bush con las truchas.
Con los peores índices de popularidad en toda la historia de los presidentes estadounidenses; el senado exigiendo explicaciones sobre el programa de escuchas telefónicas ilegales; los soldados que siguen muriendo a manos de la resistencia en Irak; con Hugo Chávez cada vez más consolidado al frente de Venezuela y el “buen Dios” que no le ayuda de “deshacerse” de Fidel Castro; George W. Bush no sabe hacer otra cosa que irse de pesca a su rancho en Newport.
No es la primera vez que número uno de la Casa Blanca aplica esta fórmula peculiar. Hace seis años mientras informes de inteligencia, los propios y los extranjeros, advertían sobre el peligro real de un ataque terrorista, mister W empleaba su tiempo en llenar su cesta de truchas.
¿Será que el sonido del río le ayuda aclarar las ideas? ¿O sus contactos con “el más allá” requieren de un ambiente bucólico?. Igual ignoramos si su inclinación hacia las actividades pesqueras es realmente inspiración suya o fue la sugerencia de su mano derecha, el vicepresidente Dick Cheney, para entretenerlo, mientras mueve los verdaderos hilos del poder. La respuesta estas interrogantes probamente solo las sabremos en sus memorias.
Por lo pronto lo que sí es evidente, es el mal rato que pasa el mandatario. Así lo atestiguan sus recurrentes ataques a Cuba. Al punto de soltársele la lengua y expresar claramente un deseo que sus antecesores, desde Eisenhower hasta acá, trataron de hacer realidad: eliminar físicamente al líder de la Revolución Cubana.
Otra asunto que seguramente aumentó los deseos pesqueros de Bush es la ausencia en el número 10 de la calle Downing, allá en Londres, de su más fiel aliado europeo, Anthony Blair, quien tuvo que abandonar su puesto de primer ministro del Reino Unido antes que otra cosa peor ocurriera.
¡Y como quiere lo quiere Bush!. Tanto, que inmediatamente trató de buscarle trabajo como enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio, integrado por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia. Propuesta que provocó malestar en la mayoría de los países árabes e incluso entre muchos diplomáticos europeos.
De vuelta a nuestro protagonista, la pesquería, parte fundamental de sus vacaciones, para él son sagradas. De hecho, Bush ostenta el récord como el presidente que más descansos se ha tomado a lo largo de su mandato. Y si quedaba alguna duda de cuán importante son para él, lo ocurrido en agosto del 2005 despejó toda duda.
Por aquellos días, cuando era inminente que Katrina, un huracán de categoría cinco, azotaría al país; el “hijito de papá”, fue incapaz de abandonar su asueto para enfrentar la tragedia que se avecinaba. De todas formas cuando al fin terminó su veraneo, solo lo hizo para pasearse en avión sobre la devastada Nueva Orleáns.
Antes, había salido de otras vacaciones con “brillantes” ideas como la guerra preventiva, o sea las invasiones a Afganistán e Irak. Por eso, nada bueno podrá esperarse al regreso de este nuevo encuentro de Bush con las truchas.
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