Posted by : Unknown jueves, 17 de mayo de 2018

Esta vez no dejamos pasar la oportunidad de conocer a Louis A. Pérez Jr. (Nueva York, 1943), cuya obra investigativa de más de 30 años se ha dado a conocer recientemente al público cubano. El autor de un libro para nosotros entrañable, “Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura” (2006 y reeditado en 2016), llegó a La Habana para presentar este otro: “La estructura de la historia de Cuba. Significados y propósitos del pasado”. Con la Sala Villena de la UNEAC aún vacía, pudimos intercambiar algunas impresiones.

Las dos ediciones mencionadas, junto a “Cuba en el imaginario de los Estados Unidos” (2014), han sido entregas pausadas de la editorial Ciencias Sociales. Con las tres, según explicó la historiadora Gladys Marel García, Louis “completa un conjunto en el que van de la mano conceptos contenidos en el hilo conductor de su obra sobre cultura patriótica, imagen mambí, ser cubano, la nación soberana, la nacionalidad y la continuidad de las generaciones revolucionarias de 1895, 1930 y 1950”.
El Doctor en Ciencias y profesor-director del J. Carlyle Sitterson, Departamento de Historia del Instituto para el Estudio de las Américas, Hamilton Hall Centro de Educación Gobal de Chapel Hill, Carolina del Norte, explicó durante la presentación de esta tercera obra traducida, que “La estructura…” no se trata tanto de “una historia de Cuba como de reflexiones sobre ella, su devenir, sus contornos y sus consecuencias; sobre la capacidad del pasado para conformar el carácter de un pueblo”.
“Este es el libro que necesitamos”, sostuvo al presentarlo el Dr. Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de Historia de Cuba y tiene, agregó, el mérito de la oportunidad, pues “estamos en tiempos del destiempo, donde muchos creen que la historia no es necesaria, pero para nosotros sí porque la historia no ha concluido”.
En su obra es un tema recurrente el ser cubano, y el calado de la influencia americana en el país. ¿De dónde viene ese interés?
Empecé con la idea de la identidad nacional y así está en el libro “Ser cubano…”, pero al pasar los años llegué al punto de vista de que no había identidad en singular, sino que había identidades que cambiaban a través del tiempo, distintas culturas. Más que identidad nacional es sobre carácter nacional, que no es igual. Porque hay que hablar del carácter nacional, las idiosincrasias, los modos de comportamiento, de actuación. Eso es lo que hace al pueblo cubano distinto a los demás pueblos del mundo.
Para hablar del carácter del pueblo cubano tiene que entenderse la historia de Cuba, cómo se formó la conciencia del cubano, cómo se formó la conciencia de la nacionalidad cubana. Lo que defiendo en “La Estructura…” es que cuando se formó el pueblo cubano fue bajo condiciones pésimas, casi medio siglo de lucha, en la que perecieron miles y miles de personas y eso tuvo un impacto muy profundo en el carácter nacional de este pueblo.
“La hegemonía norteamericana se experimentada, principalmente, como algo cultural: la cultura contribuyó a condicionar el orden moral, sobre el cual se basaba y se ejercía el poder, y, por último, en la forma en que el poder se regulaba y se resistía”. Fragmento de  Ser cubano. (En la foto, antigua casa del administrador del central Brasil (antes Jaronú) norte de Camagüey.
Sin embargo, a pesar de que están bien informados, parece que los políticos estadounidenses nunca han entendido cómo funcionan y piensan los cubanos…
La verdad es que los americanos entienden a muy pocos pueblos, no es solamente a Cuba. El problema es que también el cubano está obsesionado con Estados Unidos y estos tienen su momento de obsesión con Cuba, pero para los americanos Cuba es como una estrella fugaz que pasa en la noche, ilumina, y vuelve a la oscuridad.
Es decir, Cuba ha sido una obsesión para los americanos desde el tiempo de Jefferson. Siempre se ha dicho que, por la economía, las inversiones, pero realmente tiene que ver con el concepto de la seguridad nacional de Estados Unidos. Para los americanos, desde el siglo XIX, desde que tomaron posesión de la Luisiana y Florida, Cuba se presentó como su frontera sur, la salida y la entrada al golfo de México. A partir de ese momento fue un punto estratégico para ellos y entró en el concepto de los americanos que Cuba iba a ser posesión de ellos.
 ¿Y no tendrá algo de orgullo?, porque Cuba ha sido una causa pendiente durante muchos años.
No tanto. Para los americanos Cuba es una dependencia, debe ser una dependencia. Ya desaparecieron los sandinistas, la Unión Soviética y el bloque socialista. Tenemos relaciones normales con Viet Nam y China. Todo el mundo estaba seguro de que cuando cayera la URSS, Cuba también, y no cayó. Ellos no tienen explicación para eso. Todavía quieren poseer a Cuba como en tiempos del siglo XIX.
“La proposición de que Cuba estuviera fuera del control de los Estados Unidos era inadmisible; si no por otra razón, porque el control era un fin en sí mismo”. Fragmento de Cuba en el imaginario de los Estados Unidos. (En la foto, tanque ocupado a la brigada mercenaria 2506 que se conserva en museo de Playa Girón, Matanzas)

Sus tesis evocan, por ejemplo, cuando el 27 de julio de 1953, justamente en el momento más inapropiado pues acababa de ser arrestado, Fidel Castro discute con los soldados diciéndole que ellos, los asaltantes al cuartel Moncada, eran los continuadores del ejército mambí, mientras que los soldados batistianos eran los continuadores del ejército colonialista.
Fidel Castro era un buen historiador que conocía su historia, su pueblo. Si lees sus discursos de los primeros meses de 1959 todo tiene que ver con la historia. Hizo una política a través del pasado y eso tuvo una resonancia a través del pueblo porque el pueblo tenía ya un conocimiento profundo de su propia historia. Cuando en Santiago de Cuba el primero de enero de 1959, él dice que “la obra de los mambises se cumplirá”, el pueblo sabía lo que él estaba diciendo, lo entendió perfectamente, sin más explicaciones; los americanos, lo dudo”.
“El pueblo cubano se identificó tenazmente con su pasado como fuente de salvación y medio de redención, como un modelo de conducta moral y del propósito nacional. Era una historia en la que podía creerse incondicionalmente  era un pasado del cual los cubanos podían sentirse orgullosos.” Fragmento de  La estructura de la historia de Cuba (En la foto, plaza del himno nacional, Bayamo, Granma)  
Otra cosa imposible de pasar por alto es su afirmación de que “durante mucho tiempo los cubanos han contemplado el significado del carácter nacional; algunas veces con exageradas pretensiones de excepcionalismo”.
(ríe) “¡Ah, La vanidad cubana! Y lo curioso es que ambos países tienen eso en común, creen que son países excepcionales. Los americanos, por supuesto, y los cubanos también”.
Eso se nota mucho cuando se habla con otros latinoamericanos que tienen una relación diferente con Estados Unidos ¿Eso significa que se puede ver la relación con más objetividad o mesura?
¡Olvídate de eso! Conocí a una familia furibundamente anticastrista pero que en privado se confesaba feliz del rol de Cuba en la guerra de Angola y de cómo derrotó a los sudafricanos que eran apoyados por los americanos.
El valor de lo que hizo Cuba va mucho más allá de eso, va a América Latina. Antes de 1959 los estudios sobre América Latina no existían en los Estados Unidos. A partir de ese primero de enero es cuando se empieza a estudiar porque llegó a nivel de seguridad nacional, porque era necesario contener el “virus” del comunismo.
¿Cómo se siente viendo que su obra se estudia con más naturalidad en Cuba?
“Me alegro mucho que se esté leyendo y que esté generando debate sobre ‘Ser cubano…’”.
Con el libro que le acaba de publicar la editorial Ciencias Sociales, Louis A. Pérez Jr. “completa un conjunto en el que van de la mano conceptos contenidos en el hilo conductor de su obra sobre cultura patriótica, imagen mambí, ser cubano, la nación soberana, la nacionalidad y la continuidad de las generaciones revolucionarias de 1895, 1930 y 1950”, insiste la historiadora Gladys Marel García.

Quizás el mayor valor de Ser Cubano es que va contra los esquemas históricos y contra la comodidad de los códigos binarios…
Todo viene a través de la cultura. En cierto sentido el americano reconoce al cubano porque hay elementos en el carácter del cubano y algunas idiosincrasias que salen de la cultura americana. Se conocen, hay una simpatía de pueblo a pueblo porque hay algo misterioso en el aire que los hace conocerse. Ambos lados son fanáticos del béisbol, del boxeo y eso tiene raíces profundas. Mucha gente no soporta el béisbol, pero entre cubanos y americanos hay delirio por ese deporte. Hay generaciones completas que crecieron con las películas de los cowboys y eso tuvo un impacto”.
Todavía lo sigue teniendo, en la música, en las series de televisión.
Es una sensibilidad de ambos pueblos.
Ahí podría haber un camino para que nos entendamos…
¡Claro! Me quedé asombrado de como los viejitos del Buena Vista Social Club, ya jubilados, recorrieron Estados Unidos con semejante éxito.
Sí, pero eso se conecta con el tema de que continúan vendiendo a Cuba como el país detenido en el tiempo, y Buena Vista Social Club encajaba muy bien en esa visión.
También. Lo que planteo en mi artículo La política del compromiso “de pueblo a pueblo”: visite Cuba antes de que cambie es que no es Cuba la que se ha congelado en el tiempo, es el pensamiento americano el que se ha congelado en el tiempo.
Publicado originalmente en Progreso Semanal
Louis A. Pérez (Nueva York, 1943)
Graduado en 1965 de la Pace University, Maestría en Universidad de Arizona (1966), doctorado en la Universidad de Nuevo México (1970).
Libros publicados:
The Cuban Revolutionary War, 1953-1958: A Bibliography, Scarecrow (Metuchen, NJ), 1976. Army Politics in Cuba, 1898-1958, (1976); Intervention, Revolution, and Politics in Cuba, 1913-1921, (1978); Historiography in the Revolution: A Bibliography of Cuban Scholarship, 1959-1979, (1981). Cuba between Empires, 1878-1902, (1983); Cuba under the Platt Amendment, 1902-1934, (1986); compilador de Cuba: An Annotated Bibliography, (1988); Cuba: Between Reform and Revolution, (1988); Lords of the Mountain: Social Banditry and Peasant Protest in Cuba, 1878-1918, (1989); Cuba and the United States: Ties of Singular Intimacy,(1990); A Guide to Cuban Collections in the United States, (1991); editor de Slaves, Sugar, and Colonial Society: Travel Accounts of Cuba, 1801-1899, (1992); Essays on Cuban History: Historiography and Research, (1995); editor de Jose Marti in the United States: The Florida Experience (1995); editor de Joseph Judson Dimock, Impressions of Cuba in the Nineteenth Century: The Travel Diary of Joseph J. Dimock, (1998); The War of 1898: The United States and Cuba in History and Historiography, (1998); On Becoming Cuban: Identity, Nationality, and Culture, (1999) [publicado en Cuba bajo el título de Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, (2006)]; Winds of Change: Hurricanes and the Transformation of Nineteenth-Century Cuba, (2000); coeditor de Encyclopedia of Cuba: People, History, Culture, (2003); co editor de The Archives of Cuba, (2003); To Die in Cuba: Suicide and Society, (2005); Cuba in the American Imagination: Metaphor and the Imperial Ethos, (2008) [publicado en Cuba bajo el título de Cuba en el imaginario de los Estados Unidos (2014)]; La estructura de la historia de Cuba. Significados y propósito del pasado, (2017).

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