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- “El ejemplo del Che es eterno”
Mundialmente conocido como por su nombre de guerra: Urbano, el coronel retirado Leonardo Tamayo Núñez, se emociona al hablar de alguien que, a pesar de no estar presente físicamente, todavía guía sus actos.
Tenía solo 15 años, cuando se incorporó al Ejército Rebelde. Enseguida pidió unirse una columna en particular, porque decían que su comandante “se enfrentaba al enemigo de pie sin temor a las balas”[i]. A ese mismo hombre lo siguió en la invasión a occidente y tras el triunfo de enero de 1959, fue su escolta y ayudante.
Esa fidelidad y heroísmo solo podía ser retribuida de la única manera que conocía su jefe, llamarlo a una empresa mucho más difícil: integrar el foco guerrillero que se abriría en Bolivia…
Al cabo de 40 años… ¿Cómo usted ve al Che?:
“Creo que, no solo para nosotros los cubanos que conocimos al Che, para las nuevas generaciones, sino para el mundo entero, su imagen esta más presente más viva que hace 40 años.
“Hemos tenido la oportunidad de visitar varios países de otros continentes. En Australia, Nueva Zelanda, y hemos visto como en las universidades conocen y estudian la vida del Che.
A cuatro décadas de su asesinato para mí su imagen vive; perdura, está presente siempre. Digo, y he dicho, que el ejemplo del Che es como las grandes olas del mar que salen de la lejanía y llegan siempre con fuerza a la costa.
¿Qué quiero decir con esto?, que su ejemplo, su legado, siempre llegará a personas, pueblos, ciudades y países con fuerza educativa y una proyección que otros personas no pueden.
Su ejemplo jamás morirá y sin querer hacer comparaciones; pero si el ejemplo del nuestro Apóstol es eterno, yo diría que el ejemplo del Che es eterno para la humanidad.
Hoy que los pueblos de América Latina están cumpliendo aquella frase suya de que estaban dormidos y despertarían. Lo vemos en nuestra América como esos pueblos están despertando.
¿Si tuviera que resaltar algún rasgo de su personalidad, cuál sería?:
Lo extremadamente humano que era. Si algo tuviéramos que señalarle, es lo extremadamente humano que era.
Era capaz de quitarse su propia medicina y dársela al adversario prisionero. Ahí nos damos cuenta de quien era él. En varias oportunidades dispuso de las medicinas de su tropa, de sus heridos, para utilizarlas en el adversario prisionero y herido. Eso nos dice cual era su sentimiento humano.
Si otra cosa tuviéramos que señalarle es lo extremadamente exigente que era consigo mismo. Se exigía cada día más.
Siempre decía que todo hombre, toda persona, todo dirigente, debe de robarle 10 minutos de sueño a la almohada y decirse: qué hice mal hoy para no repetirlo mañana, qué dejé de hacer hoy que pude haber hecho y utilizar ese tiempo mañana. Así pensaba y así actuaba el Che.
Por eso te digo que si tenemos que señalarle algo sería esto. Si toda la humanidad tuviera esas cualidades tuviéramos una humanidad justa.
Si nosotros vamos hoy a Bolivia y hablamos con los nativos. Vemos como ellos oran, rezan, le piden a San Ernesto de la Higuera. Le piden para que llueva o no, para adquirir algo. Es lógico que en un país de campesinos con una cultura religiosa muy arraigada piensen de esa manera. Inclusive cuando aparecieron sus restos no querían que se los llevaran porque decían que San Ernesto no les concedería sus deseos.
¿Qué siente cuando ve en algún remoto país, en cualquier manifestación de luchas por reivindicaciones sociales, que se haga con la imagen del Che?
Te decía que estuve en Sydney y entré, porque me lo había dicho y quise comprobarlo, a un ver dos figuras una del Comandante en Jefe y otra del Che. Lógico era con un sentido comercial, pues decían que los grandes hombres también han usado jean. Pero en ese momento me fui por la parte más sana como revolucionario. No lo vi como algo comercial, sino me dije: es Fidel y el Che aquí y aunque no les guste, tiene que mirarlos y aceptarlos.
El Che es como las grandes olas. No hay nada que opaque su brillo. El más reaccionario, la persona que más lo odiara y quiera buscarle un defecto; su brillo, su limpieza, le opaca las pupilas y no podrían encontrarlo. Su ejemplo brilla y brillará eternamente. Primero se apagará el Sol antes de que deje de brillar su ejemplo.
[i] “Urbano: un testigo de excepción”, Por Carlos Pollán Estrada y Ivette Aguilera Torres, Granma.
[ii] Sobre este tema en particular recomendamos el excelente documental exhibido ya por la televisión cubana y en varias partes del mundo: “San Ernesto de La Higuera”, de Isabel Santos y Rolando Solís.
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