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- El tejado de vidrio
“Estamos más seguros porque tomamos medidas para proteger a nuestro país. Estamos más seguros porque estamos en la ofensiva contra nuestros enemigos en el extranjero…”
George W. Bush septiembre de 2006.
La elocuente la frase del presidente Bush pidiéndole al Congreso que aprobara su programa de espionaje sin órdenes judiciales basta para demostrar que EEUU es el último país que podría protestar por algo que Cuba haga para proteger su seguridad. De hecho el gobierno estadounidense sufre de un extraño caso de paranoia selectiva en materia de terrorismo.
No obstante es de esperar el cuestionamiento de las evidencias sobre la conexión de los contrarrevolucionarios dentro de Cuba y el terrorismo internacional, concretamente en lo relacionado con la intercepción de la mensajería electrónica entre los asalariados del Imperio y sus patrones.
Aunque en la denuncia pública hecha por los periodistas se aclaró que todo el proceso de recolección de las pruebas se realizó, atenidos a la legislación vigente. Por eso no está demás citar, textualmente el artículo 41 de la Ley de Procedimiento Penal cubano el cual, señala “Los órganos, organismos, organizaciones y otras entidades, incluso las de carácter económico de cualquier clase, están en el ineludible deber de suministrar a los Tribunales, a los Fiscales, a los instructores o a la Policía, en sus casos respectivos, los informes, datos y antecedentes que estos requieran para la investigación del delito, dentro del término que le sea fijado por aquellos”… .
Empezarán los alaridos sobre la “violación” de los derechos civiles de Martha Beatriz Roque. Específicamente en lo relacionado con la apertura de su correo. Para hacerlo era necesario tener una causa probable y esa la aportó la propia señora, cuando públicamente agradeció la Fundación Rescate Jurídico la “ayuda” que le prestaba.
Tal ejercicio de vanagloria no podía pasar por alto para la seguridad cubana. Cualquier servicio de inteligencia se hubiera puesto en alerta si supiera que dentro de su país una persona recibe mil 500 dólares mensuales de una Fundación dirigida por alguien, en este caso Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, notoriamente conocido como patrocinador y actor directo de acciones terroristas contra el territorio nacional.
Mientras el FBI no ha movido un dedo para cortar definitivamente las labores financieras de Fernández-Magriñá, se ocupa diligentemente de saber qué libros leen los norteamericanos y hasta qué tipo de estudiantes hacen solicitudes de préstamos al Departamento de Educación.
Después del 11 de septiembre entre las muchas cosas de las que se ocupó el FBI, menos de perseguir a verdaderas acciones de terrorismo, estuvo revisar las 14 millones de solicitudes estudiantiles para ayuda federal que cada año se hacen en Estados Unidos.
El Pentágono, a pesar de su multimillonario presupuesto tampoco puede hacer nada. Tiene una agenda muy apretada entre las tareas de rapiña en Irak y Afganistán, la antinsurgencia en Colombia y la desestabilización Venezuela. Además debe hacerse cargo de vigilar a una extensísima lista de grupos considerados como “peligrosos”. Sin olvidar el espionaje de las protestas contra de la guerra en varias universidades, entre las cuales puede mencionarse: las estatales de Nueva York y Connecticut del Sur, la William Peterson en Nueva Jersey, y la Universidad de California, en Berkeley.
Documentos desclasificados indican que Washington, con la justificación de la “cruzada global antiterrorista”, intercepta los mensajes de correo electrónico de los estudiantes y no se descarta que la vigilancia se haya extendido a activistas de la comunidad homosexual.
Otro tanto ha hecho Agencia de Seguridad Nacional (NSA), muy experta en fijarse en las transacciones bancarias mundiales a través del sistema Swift; y ya extendió sus labores a las páginas personales de Internet (blogs) o las comunidades virtuales.
Según informó en el 2006 la revista New Scientist “la Advanced Research Development Agency, que es una discreta rama de la NSA, está estudiando a fondo los trabajos de los especialistas que analizan los contenidos semánticos de Internet. (…) En los ‘blogs’ y en los chats, la gente utiliza un lenguaje espontáneo que refleja fielmente su perfil psicológico e ideológico o sus preocupaciones del momento. La ambición de la NSA sería trazar un mapa de esa gente en función de su cercanía a unos ‘perfiles-tipo’ preestablecidos: granjero del Medio Oeste o terrorista; empleado de Wall Street u hombre de acción de la mafia rusa. Y, por qué no, sindicalista, o activista de causas sociales o del Tercer Mundo”.
En la actualidad se sabe que los Estados Unidos y la Unión Europea se han aliado para seguir y evaluar los movimientos de personas, sus propiedades y otros activos. En septiembre de 1998 un estudio provisional elaborado para los diputados del Parlamento Europeo alertó que “gran parte de la tecnología de vigilancia se utiliza para seguir las actividades de disidentes, activistas por los derechos humanos, periodistas, dirigentes estudiantiles, minorías, dirigentes sindicales y opositores políticos”. En un amplio espectro desde: “sistemas de reconocimiento de vehículos que pueden identificar el número de matrícula de un automóvil y después seguirlo por toda una ciudad utilizando un sistema informatizado de información geográfica”, hasta “dispositivos de escucha y grabación con el fin de registrar conversaciones e interceptar el tráfico de telecomunicaciones”.
Semejante expediente de espionaje ilegal poco más que aconseja el silencio avergonzado para quienes, con tejado de vidrio, critiquen a Cuba por efectuar acciones, desde su legalidad, para proteger a sus ciudadanos contra la subversión interna, financiada por terroristas.
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