Posted by : Unknown lunes, 21 de julio de 2008

La muerte del camarógrafo José Couso, de la cadena de televisión española Telecinco, y su colega Taras Protsyuk, de Reuters, no fue el resultado del un proyectil extraviado. El Hotel Palestina era un objetivo a batir por el Ejército Estadounidenses durante la invasión a Irak en 2003.


Adrienne Kinne


13 de Mayo de 2008


Ex oficial de inteligencia militar revela que EE.UU. tenía en su lista de objetivos al Hotel Palestina de Bagdad desde antes del asesinato de dos periodistas en 2003
Tomado de http://www.democracynow.org/es/destacados/oficial_inteligencia

Traducción al español por Ángel Domínguez

AMY GOODMAN: Me acompaña ahora Adrienne Kinne. Es una ex-sargento del ejército que trabajó en inteligencia militar en Irak. Sirvió en el ejército durante diez años, de 1994 a 2004. Nos acompaña desde Burlington, Vermont.

AMY GOODMAN: Adrienne, ¿puedes hablarnos sobre tu trabajo en inteligencia militar en las fechas previas a la invasión y después de la invasión? Cuéntanos qué hacías y dónde te encontrabas.

ADRIENNE KINNE: Estaba destinada en Fort Gordon, Georgia, y fui movilizada poco después del 11-S junto a grupo de reservistas que fueron enviados a Fort Gordon parauna misión, que en realidad era un nuevo tipo de misión. Era algo distinto a lo que había hecho antes en inteligencia militar. Y esta nueva misión suponía la intercepción de comunicaciones telefónicas por satélite en Irak y Afganistán y básicamente en una enorme franja de terreno entre ambos países. Era algo muy novedoso, y éramos unas veinte personas a cargo de esta misión, a cargo de ponerla en marcha. Al principio de todo, básicamente lo que hacíamos era que teníamos un sistema de entrada, que interceptaba comunicaciones telefónicas por satélite en la región, y que después retransmitía las conversaciones telefónicas por satélite a los Estados Unidos, donde acababa en una cola de archivos en nuestro ordenador, que íbamos repasando.

Los números no estaban identificados. Así que, al principio, se trataba de repasar miles y miles de comunicaciones sin identificar por satélite, a medida que intentábamos averiguar qué número de teléfono pertenecía a quién e intentábamos identificar números de teléfono para buscar información de inteligencia que pudiera estar relacionada con operaciones en Afganistán y, más tarde, en Irak.

AMY GOODMAN: ¿Y cuándo estuvisteis escuchando a Irak?

ADRIENNE KINNE: Empezamos a escuchar a toda la región casi inmediatamente. Creo que era Diciembre de 2001. Fui movilizada desde Octubre de 2001 a Agosto de 2003. Así que estuve trabajando en esa misión desde Diciembre [de 2001] hasta Agosto de 2003.

A medida que pasaba el tiempo, a medida que poco a poco comenzábamos a identificar números de teléfono y a quién pertenecían, una cosa que me preocupó mucho fue que mientras íbamos identificando números, comenzábamos a descubrir más y más números que no pertenecían a ninguna organización afiliada con actividades terroristas o militares–con ejércitos de Irak o Afganistán o de cualquier sitio, sino con organizaciones de ayuda humanitaria, ONGs, incluidas la Cruz Roja, la Media Luna Roja, Médicos Sin Fronteras, una gran cantidad de organizaciones humanitarias. Y también incluía a periodistas.

AMY GOODMAN: ¿Periodistas en qué lugar?

ADRIENNE KINNE: Recuerdo fragmentos de lo que escuchaba cuando estaba en activo. Querría decir que en ese momento me tomé mi autorización de forma increíblemente seria. Tenía una autorización de muy alto nivel, inteligencia militar. Y nunca hacía anotaciones. Nunca saqué nada de nuestro edificio. Nunca hablé de mis experiencias con mis amigos o mi familia. Pero ocurrieron ciertas cosas a lo largo del tiempo que estuvimos movilizados que pensé que estaban muy mal, y las recuerdo con mucha precisión. Uno de los casos fue el hecho de que estábamos escuchando a periodistas que se alojaban en el Hotel Palestina. Y recuerdo que, concretamente a causa de que, durante la intensificación de la operación Shock and Awe (Impacto y Terror) por la que gente de mi unidad estaba muy nerviosa, se nos dio una lista de posibles objetivos en Bagdad, y el Hotel Palestina estaba catalogado como objetivo potencial. Y recuerdo esto concretamente porque, sumando dos y dos, había periodistas alojados en ese hotel y estaba incluido como objetivo potencial, acudí a mi oficial al mando, y le dije que hay periodistas alojados en ese hotel que creen estar a salvo, y lo tenemos catalogado como objetivo potencial, y de algún modo aquí no se está estableciendo una relación, ¿no deberíamos hacer un esfuerzo para que las personas adecuadas conozcan esta situación? Por desgracia, mi oficial al mando, de forma parecida a cuando le expresé mi preocupación acerca de ciertas cosas que estábamos recopilando o sobre información de inteligencia que estábamos proporcionando, me dijo básicamente que no era mi trabajo analizar. Mi trabajo era recopilar información y pasarla y que alguien en un nivel superior de la cadena de mando sabían lo que estaban haciendo.

AMY GOODMAN: ¿Quién era el oficial al mando? ¿A quién se lo dijiste?

ADRIENNE KINNE: My oficial al mando durante todo el tiempo que estuve movilizada era el Brigada John Berry.

AMY GOODMAN: Veamos, cuando viste esta lista que comentas, una lista de objetivos, y ves que el Hotel Palestina está en ella, ¿por qué llegaste a ver esa lista? ¿Cómo accediste a ese papel?

ADRIENNE KINNE: En realidad fue un e-mail. Trabajaba en un edificio seguro, y nos daban informes actualizados sobre lo que estaba ocurriendo. En realidad no estoy segura de por qué nos enviaban listas de posibles objetivos, y ni siquiera estoy segura de en qué contexto nos eran enviados. Supongo que simplemente era un intento de hacer que supiéramos lo que ocurría en la zona, teniendo en cuenta nuestra misión. Pero el único motivo por el que ahora recuerdo ese e-mail en concreto es porque lo sabía, había escuchado a periodistas alojados en el Hotel Palestina, hablando con sus familias y sus seres queridos y hablando sobre si estaban o no a salvo e intentando tranquilizar a sus familias y compañeros de trabajo diciéndoles que estaban a salvo, cuando vi el hotel en la lista, pensé que algo estaba terriblemente mal.

[pausa del programa]

AMY GOODMAN: Nuestra invitada es una ex sargento del ejército, trabajó en inteligencia militar, ha servido durante diez añosen el ejército, desde 1994 hasta 2004. Su nombre es Adrienne Kinne, y nos acompaña desde Vermont. Aquella lista que viste y que recibiste en un correo electrónico, ¿qué más había? ¿Qué otros objetivos había en la lista? ¿Lo recuerdas?

ADRIENNE KINNE: No me acuerdo. La única razón por la que recuerdo en concreto ese hotel es porque sabía que había gente alojada allí que pensaban que estaban a salvo. Y esa es en realidad la única razón por la que recuerdo ese objetivo específico.

AMY GOODMAN: Y cuando dices que creían estar a salvo, ¿puedes recordar las conversaciones que escuchaste en tu labor de espionaje?

ADRIENNE KINNE: Básicamente, muchas de ellas eran del estilo de, ya sabes, trabajadores, periodistas que llamaban a sus amigos, su familia, sus seres queridos, incluyendo conversaciones telefónicas con los Estados Unidos, podíamos escuchar ambos lados de la conversación. Básicamente era, ya sabes, gente llamando a sus seres queridos en plena noche y hablando con ellos y–quiero decir, la gente estaba tan preocupada, sabiendo que estábamos preparándonos para [la operación] Shock and Awe y que Bagdad iba a ser duramente golpeada por nuestro ejército, todo el mundo se preocupaba por su seguridad. Y los periodistas que estaban en el hotel no eran una excepción.

AMY GOODMAN: Eres intérprete de árabe, traductora. ¿Por qué estabas escuchando conversaciones en otros idiomas?

ADRIENNE KINNE: Básicamente, cuando nos encargaron esta misión, no era parecido a nada que hubiera hecho antes. En realidad había trabajado antes en el mismo edificio estando de servicio activo. En aquel momento, todo estaba muy estructurado. La gente recibía misiones específicas, objetivos específicos en su idioma, y había mucha orientación en términos que cómo debía uno proceder el recopilar información de inteligencia. Todo estaba controlado muy estrechamente.
Recuerdo que, probablemente en 1997, estaba escuchando un fragmento de inteligencia militar de un país de Oriente Medio, y en ese momento concreto, durante el informe de situación, el sujeto contaba que un estadounidense iba a visitar Oriente Medio en una misión diplomática. Y debido a que el nombre de un estadounidense fue mencionado en esta transmisión en concreto, pensábamos que era una violación de nuestra directriz, que prohibía la recopilación de datos de inteligencia de ciudadanos estadounidenses. Y como resultado de ello,borramos toda evidencia de que la escucha se hubiera efectuado.

Tras el 11-S, cuando se nos movilizó y se nos encomendó esta nueva misión, era muy — empezando de abajo a arriba, y era muy chocante que al interceptar todas aquellas comunicaciones telefónicas por satélite, la mayoría del tráfico no era en árabe. Eran idiomas más allá de nuestras capacidades de traducción. Podíamos recibir chino, japonés, tagalo, tadzhikistano, gran cantidad de dari, persa, pashtún, y un poco de árabe, pero no tanto en realidad. Así que llevábamos a cabo el proceso de repasar e identificar qué pertenecía a quién. Y a medida que comenzamos a identificar diferentes números de teléfono que pertenecían a estas organizaciones humanitarias y periodistas, realmente teníamos la capacidad de evitar que esos números de teléfono fueran pinchados, pero según las indicaciones dadas a nuestro oficial al mando, no lo hicimos.

AMY GOODMAN: ¿Escuchabas a las ONGs comunicándose entre ellas?

ADRIENNE KINNE: Sí.

AMY GOODMAN: Eso no es legal. Se supone que no debes espiarlas.

ADRIENNE KINNE: Correcto. Y, de hecho, a lo largo de nuestra movilización, escuché una conversación entre un estadounidense y un trabajador humanitario británico. Durante la conversación, el trabajador humanitario británico le contó al estadounidense —

AMY GOODMAN: Acabamos de perder la conexión por satélite. Intentaremos hablar con Adrienne por teléfono para proseguir con esta conversación inmediatamente. Adrienne Kinne, ex sargento del ejército que trabajó en inteligencia militar, sirvió durante diez años, desde 1994 a 2004.
[…]
AMY GOODMAN: Adrienne Kinne nos acompaña al teléfono desde Vermont. Hemos perdido la conexión por satélite. Ex sargento del ejército que trabajó en inteligencia militar, sirió diez años, desde 1994 a 2004, era traductora de árabe y afirma que recibió un e-mail con una lista de objetivos. Ella tenía — ¿qué nivel de autorización tenías, Adrienne Kinne?

ADRIENNE KINNE: En realidad tenía una autorización del FBI de alto secreto.

AMY GOODMAN: Y mientras que escuchamos esto, la supuesta confusión en el terreno de batalla, según afirman los soldados que han sido acusados en un tribunal español, la pregunta es por qué no les comunicaron sus superiores de inmediato lo que el Hotel Palestina era, quién estaba en el Hotel Palestina. Y tú afirmas que la lista llegó — la viste antes del 8 de Abril de 2003, antes de que fuera atacado.

ADRIENNE KINNE: Sí. No puedo estar al cien por cien segura del momento, pero por lo que recuerdo, ocurrió durante la preparación para [la operación] Shock and Awe. Así que creo que si hubiera sido después de que el ataque hubiera
ocurrido, no habría sido relevante.

AMY GOODMAN: Y afirmas que estuviste escuchando antes las conversaciones de los periodistas que estaban en el Hotel Palestina, en las que decían — decían explícitamente que sentían que estaban a salvo, tranquilizando a los seres queridos con los que conversaban. ¿Y esto se hacía sobre tecnología de teléfonos por satélite?

ADRIENNE KINNE: Sí, esa era nuestra misión tras el 11-S, interceptar comunicaciones telefónicas vía satélite, incluyendo cualquier correo electrónico y fax que se transmitiera usando teléfonos por satélite.

AMY GOODMAN: También, Adrienne Kinne, quiero volver a este tema de espiar a organizaciones internacionales de ayuda, ONGs. ¿Puedes decir claramente lo que escuchaste y por qué estuviste escuchando esas conversaciones?

ADRIENNE KINNE: Por supuesto. Durante aquella conversación entre un trabajador de ayuda humanitaria británico y el trabajador estadounidense de ayuda de los que estaba hablando antes, el trabajador británico básicamente le dijo al estadounidense, “Ten cuidado con lo que dices, porque los estadounidenses nos están escuchando”. Y no estaban hablando sobre nada que pudiera causarles preocupación. Eran simplemente conversaciones sobre trivialidades de oficina. Entonces, el estadounidense respondió y dijo: “No pueden escucharme a mí. Soy un ciudadano estadounidense. Me protege el USSID 18”. El USSID 18 es básicamente una directriz que se aplica a la inteligencia militar que prohibe la recopilación de información de ciudadanos estadounidenses, incluyendo aliados de otros países con los que hemos firmado acuerdos vinculantes. Y cuando escuché aquella transmisión y aquella conversación, yo — se me levantó una ceja, porque ahí estábamos, estábamos escuchando a estadounidenses, y estábamos recogiendo información de ellos.

Así que puse en conocimiento de mi oficial al mando aquella intercepción en particular. Y de hecho, en lugar de estar preocupado por estar espiando a estadounidenses y quebrantando la ley y la Constitución, estaba realmente indignado de que un estadounidense mencionara el USSID 18 a un extranjero, como si este estadounidense estuviera de algún modo traicionando alguna información clasificada de que los estadounidenses tienen derecho a que no se les espíe.

Poco tiempo después se nos autorizó de forma verbal a escuchara a estadounidenses y a ciudadanos de países aliados sin importar la razón — de cualquier organización, ya fueran de organizaciones de ayuda humanitaria, periodistas, ONGs, porque — y entonces nos dieron dos motivos por los que podíamos escuchar a estadounidenses y
ciudadanos de países aliados. Uno era que ellos eran observadores en el terreno, y podrían descubrir la ubicación de armas de destrucción masiva, y si comunicaran la localización por teléfono a sus colegas o quien sea, deberíamos estar escuchando para averiguar dónde estaban las armas de destrucción masiva, y podríamos suministrar esa información a los mandos. La otra justificación que se nos dio para espiar a estadounidenses era que una organización o un individuo podrían perder su teléfono por satélite, y un terrorista podría cogerlo y empezar a usarlo. Y tendríamos que realizar el seguimiento de todos esos teléfonos para asegurarnos de que si aquello ocurriera, estaríamos listos para escuchar a los terroristas.

Y, sabes, cuando esto ocurría, no tenía idea en absoluto de qué estaba ocurriendo en el resto de la inteligencia militar y en nuestro gobierno. Todo está tan compartimentado que no sabes necesariamente qué está haciendo la persona que se sienta junto a ti, y mucho menos alguién en otra sala en un edificio distinto y en otra ubicación. Así que, realmente no fue hasta que apareció el artículo del New York Times sobre el espionaje de la NSA en el interior de los EE.UU. que comencé a pensar sobre lo que estábamos haciendo y sobre mi misión y que estábamos recopilando información de estadounidenses. Y lo estábamos haciendo por el motivo más ridículo posible. Después de ver el reciente documental llamado No End in Sight (Sin Final a la Vista), en ese documental había realmente personas en el terreno en Irak que descubrían la localización de arsenales de armas, y llamaban a nuestro ejército e informaban de su ubicación, pensando que podría ser una buena idea asegurar esos arsenales. Y nuestro ejército simplemente no tenía la capacidad de ir a todos esos lugares. Así que había gente en el terreno que intentaban decirle a nuestro ejército dónde estaban esas armas, y no podíamos realmente hacer nada al respecto. Así que ya no soy capaz de entender por qué emplearon aquella excusa para justificar que se espiara las conversaciones telefónicas
de todas aquellas personas.

AMY GOODMAN: Adrienne Kinne, ¿quién dio la autorización verbal para que pudieras seguir escuchando?

ADRIENNE KINNE: Prácticamente todo lo que se me ordenó o se me dijo vino de mi brigada, John Berry, que era nuestro oficial al mando durante toda nuestra movilización.

AMY GOODMAN: ¿Sabías que era ilegal?

ADRIENNE KINNE: Desde luego sabía que era algo que la inteligencia militar supuestamente no debía hacer, y nunca había hecho tal cosa en los anteriores — por aquel entonces, creo que llevaba en el ejército seis años y medio, y llevaba cuatro en servicio activo. Era algo que nos tomábamos muy muy en serio. Pero la gente llevó al extremo el 11-S y el miedo al terrorismo. Mi brigada realmente dijo durante la preparación para [la operación] Shock and Awe que esto era básicamente la venganza definitiva por el 11-S y que íbamos a bombardear a esos bárbaros hasta el final de los tiempos. Ese es el tipo de orientación que venía de nuestra persona al mando de más alto rango. Y hablando de como el racismo y la deshumanización, está permeando a nuestro ejército, afectando a todos en todas partes, no sólo en el terreno en Irak o en Afganistán, sino también en cualquier edificio de oficinas en los Estados Unidos de América. Y la gente tomó este miedo y el miedo a lo desconocido, creyendole a la administración cuando dijo que Irak estaba relacionado con el 11-S, básicamente usaron eso para justificar un montón de cosas que no deberíamos haber hecho.

AMY GOODMAN: Adrienne Kinne, si puedes volver a hablar sobre lo que escuchaste de las ONGs hablando entre sí, explícitamente, ¿a qué ONG estuviste escuchando?

ADRIENNE KINNE: En realidad solamente recuerdo fragmentos sueltos, nombres diversos. Recuerdo haber visto — porque teníamos una cola, donde todos los — básicamente en la pantalla del ordenador, donde todas las conversaciones aparecían, e incluía el número, la hora (Nota del Traductor: hora o duración, es difícil de precisar) del corte sonoro y el nombre de la organización si habíamos identificado a quién pertenecía el número. un gran número de nuestras conversaciones permanecían sin identificar, porque simplemente no teníamos suficiente gente, suficiente fuerza de trabajo para poder procesarlo todo. Y creo que esa es una de las razones por las que es tan lamentable que nuestro gobierno haya montado una red tan amplia que atrape a organizaciones como Médicos Sin Fronteras, la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja. Esas son las que más recuerdo, pero sé que había otras.

Y debido a que estábamos escuchando esas conversaciones en lugar de que nuestro sistema las ignorara, cosa que era posible, debido a eso había tantos cortes sonoros sin identificar a los que no podíamos dedicar tiempo. Creo que eso es parte del problema consecuencia de que nuestro gobierno haya tejido una red tan amplia y que intercepte un número tan ingente de conversaciones, hay tanto material que se desliza por las aberturas, y si pudiéramos volver a los fundamentos de intentar recopilar información de los terroristas en lugar de obtenerla de ciudadanos estadounidenses, podríamos tener una oportunidad de recopilar más información de inteligencia con un auténtico valor.

AMY GOODMAN: ¿En qué momento empezaste a pasar de realizar escuchas de Afganistán a hacerlas de Irak?

ADRIENNE KINNE: Por lo que sé, nuestro — el sistema de teléfonos por satélite básicamente recogía satélites que cubrían una enorme franja de la región. Así, tal y como lo recuerdo, nuestra misión se dedicaba a toda la zona — Irak, Afganistán y todas las zonas circundantes — durante todo nuestro despliegue. Sí que recuerdo cambiar en cierto modo de estar centrada en Afganistán a estarlo en Irak, definitivamente esto fue antes de nuestra invasión y de la operación Shock and Awe. Pero tanto como un momento exacto, no puedo recordarlo con precisión.

AMY GOODMAN: Puedes hablar sobre la información de inteligencia previa a la guerra, ¿Qué información estaban obteniendo, qué tradujiste como interprete de árabe?

ADRIENNE KINNE: Antes del 11-S, cuando estaba en servicio activo, todo parecía increíblemente legítimo. Estuvimos recopilando objetivos militares en Oriente Medio significativos para nuestro idioma. Existía supervisión. Había lingüistas coordinadores, que examinaban y controlaban la calidad de nuestras traducciones. Habían directrices específicas. Había — había mucha orientación básica y supervisión mientras que trabajábamos con la información de inteligencia militar. Y no sé si fue simplemente la falta de personal suficiente, la falta de suficiente orientación, si todo era tan caótico en nuestro ejército que todas las reglas básicamente se fueron al garete tras el 11-S, pero gran parte de esa supervisión y orientación — y ni siquiera teníamos lingüistas coordinadores en nuestra misión que pudieran analizar y asegurar la calidad de nuestras traducciones. Eran, ya sabes, un par de decenas de reservistas que habían sido movilizados y básicamente se les puso al cargo de esta nueva misión sin tener realmente mucha supervisión durante todo nuestro despliegue.

AMY GOODMAN: ¿Tradujiste información para el Congreso Nacional Iraquí?

ADRIENNE KINNE: Sí. Durante nuestro despliegue — creo que podría haber sido justo después de Shock and Awe — recibimos un fax. Era una fax de varias páginas que, a medida que empezamos a traducirlo, comprendimos que básicamente detallaba la ubicación de todas las armas de destrucción masiva en Irak. Y debido a la naturaleza del contenido de ese fax, tan pronto como comprendimos lo que contenía el fax, esa traducción fue enviada a través de un informe crítico directamente a la Casa Blanca. Después seguimos traduciendo el fax y enviábamos informes actualizados cuando era necesario. Un informe crítico — básicamente, si descubres algo que coincide con ciertos criterios, tienes quince minutos para transmitir la información a la Casa Blanca. Y eso es lo que hicimos. Realmente, cuando empecé a traducir este fax junto a mis colegas lingüistas expertos en árabe, durante un momento pensé que quizá — quizá la administración tenía razón, quizá nuestro ejército tenía razón, quizá Irak tenía todas esas armas y tenían intención de usarlas, y quizá la invasión estaba justificada. Estaba en contra de la invasión de Irak. De hecho estaba en contra de Ia invasión de Afganistán, porque pensaba que estábamos haciendo esas cosas por los motivos equivocados. Pero cuando empezamos a traducir aquel fax, pensé que quizá yo estaba equivocada. Y entonces, me llevó a lo mejor unos diez minutos, empecé a pensar en el origen del fax y empecé a darme cuenta de
que sólo porque algo sea transmitido e impreso en un papel no quiere decir que sea cierto. Y cuando compartí mi preocupación con nuestro oficial al mando, de nuevo me dijo “tu trabajo es recopilar, no eres una analista”, que otra gente analizará la información. “Simplemente recopilas y lo pasas”. Esas eran las indicaciones que nos daban. Poco después de que fuera desmovilizada, estaba leyendo una revista de noticias, y vi un pequeño texto que decía que — acabamos de descubrir que el Congreso Nacional Iraquí nos estaba proporcionando información falsa.

Inmediatamente, al leer aquello, pensé en ese fax y en ese informe crítico y me pregunté hasta qué punto aquella intercepción se había utilizado para seguir justificando la invasión de Irak. E investigando sobre el Congreso Nacional Iraquí desde entonces, descubrí que consejeros y analistas militares de alto rango estuvieron intentando desde 2002 o antes que se conociera que el Congreso Nacional Iraquí no era fiable y que no era una fuente fiable de información. Entonces, ¿por qué íbamos a permitir que información como esa se suministrara para justificar esta invasión? Por lo que yo sé, si descubres que un informe crítico es falso, cancelas ese informe crítico. Para cuando terminamos nuestra movilización, mi oficial al mando dijo que nuestro informe crítico era uno de los pocos que no habían sido cancelados.

De este modo, incluso en Agosto de 2003, seguía suministrándose ese tipo de información de inteligencia como válida. Y mientras tanto, se entera uno de que se sabía desde hace mucho tiempo que el Congreso Nacional Iraquí no era una
fuente de información fiable.

[pausa del programa]

AMY GOODMAN: Nuestra invitada durante el programa completo es Adrienne Kinne, ex sargento del ejército que trabajaba en inteligencia militar. Sirvió durante diez años, desde 1994 hasta 2004. Habla con nosotros desde Vermont. Adrienne Kinne, ¿por qué decidiste contar esto? Y bienvenida de nuevo a través de la conexión por satélite.

ADRIENNE KINNE: Hola. Gracias.

AMY GOODMAN: ¿Por qué decidiste contar esto?

ADRIENNE KINNE: Oh, bien, perdón. Básicamente, cuando dejé el ejército, vi lo que estaba pasando, pero más o menos decidí que quería servir mejor a mis compañeros soldados de uniforme trabajando en el VA (Veteran Affairs–Departamento de Asuntos de los Veteranos), así que invertí una gran cantidad de energía en terminar mis estudios y conseguir un trabajo a través del hospital del VA. Y trabajando como activista durante mucho tiempo, pensé que ser una activista significaba intentar conseguir un cambio en el Congreso y en nuestro gobierno, así que estaba muy comprometida con intentar ver un cambio en nuestro Congreso, cambiando el equilibrio de poder de los republicanos hacia los demócratas. Eso es prácticamente lo que pasé mucho tiempo haciendo en 2005 y 2006, preparando el terreno para las elecciones. Cuando los demócratas obtuvieron el control del Congreso en 2006, verdaderamente pensé que algo cambiaría, y tenía muchas esperanzas de que por fin terminaran las dos guerras. Por aquellas fechas me trasladé a Vermont, y a comienzos de 2007, me había mudado a Vermont, estaba buscando algo nuevo, algo cambiante en nuestro gobierno y nuestra sociedad. Y entonces se anunció la escalada [de tropas], y el Congreso siguió el juego. Entonces fue cuando comprendí que si quieres que algo cambie, tienes que formar parte del impulso para ese cambio.

Acabé yendo a mi primera manifestación contra la guerra en Washington, D.C., el 27 de Enero de 2007, y me uní a Iraq Veterans Against the War (IVAW–Veteranos de Irak Contra la Guerra) ese mismo día. Para mí fue un momento que cambió mi vida. Sé que simplemente me convertí en parte de algo, una lucha, junto a otros veteranos que habían sido afectados por la guerra contra el terrorismo, compañeros soldados y veteranos. ¿Sabes? Venimos de entornos tan distintos, experiencias vitales tan diferentes. Tenemos de todo desde anarquistas a socialistas, libertarios, republicanos, conservadores, liberales, demócratas, ecologistas — de todo, en toda la gama del espectro. Y a pesar de eso, todos estamos comprometidos a conseguir los tres puntos de unidad de IVAW, que son: retirada inmediata de Irak, compensaciones para el pueblo iraquí y compensaciones completas para los veteranos. Y ver tanta gente juntándose en una organización que sigue creciendo gracias a una sorprendente organización de base, es algo que realmente te hace sentir que puedes ser parte de algo mejor y ser parte del cambio que quieres ver. Así que estoy muy agradecida por haber descubierto a Iraq Veterans Against the War y de que me hayan hecho un hueco en su organización, teniendo en cuenta que no estuve de servicio en el terreno en Irak, pero que innegablemente, a través de mis servicios, apoyé la guerra en Irak, y estoy tan comprometida como cualquier otro miembro de IVAW a lograr que termine esta ocupación.

AMY GOODMAN: ¿Te preocupa, Adrienne Kinne, contar ahora estas cosas, habiendo tenido un alto nivel de autorización, habiendo estado en inteligencia militar?

ADRIENNE KINNE: Desde luego. Cuando me uní a IVAW, no le contaba a nadie lo que hacía en el ejército. Básicamente les decía que escuchaba conversaciones telefónicas en Irak, y nada más. Era el año pasado, el verano del año pasado, asistía al Foro Social de EE.UU., y era parte de esa atmósfera en la que hay tantas organizaciones y tanta gente comprometida a intentar cambiar algo y hablar sobre la tortura, hablar sobre el espionaje, entonces comprendí que yo sabía algo, y había experimentado algo que no todo el mundo había experimentado, y que compartiendo mis experiencias, si de algún modo podía comunicar a la gente que hacen lo correcto al hablar sobre lo que nuestro gobierno está haciendo hoy, debía hacerlo.

Y ciertamente he atravesado muchas fases en las que he estado muy preocupada sobre cómo podría ser la reacción de nuestro gobierno. Pero creo firmemente que si nuestro gobierno hubiera respetado la Constitución, en lugar de quebrantarla, nunca se me habría puesto en esta situación, y que al incumplir esa promesa realizada al pueblo estadounidense y al quebrantar la Constitución nuestro gobierno ha creado esta situación, no yo.

AMY GOODMAN: Por último, mientras que volvemos al comienzo de esta emisión, cuando contabas que viste la lista de objetivos, que el Hotel Palestina estaba en ella, viendo el documental que hemos mostrado realizado por Telecinco, “Hotel Palestine: Killing the Witness” (Hotel Palestina: matar al testigo), ¿cuáles son tus pensamientos sobre las muertes ocurridas el 8 de Abril de 2003 de los operadores de cámara Taras Protsyuk, de Reuters, y José Couso, de Telecinco?

ADRIENNE KINNE: Es tan frustrante, de muchas formas, no saber si podríamos haberlo evitado o no; nunca saber lo que realmente ocurría sobre el terreno, si se informó o no de que el Hotel Palestina era un posible objetivo, y por eso acabó siendo atacado; no saber si sí o si no — quién tomó la decisión y dónde. Quiero decir, yo era una pieza muy pequeña del enorme entramado de la inteligencia militar, y puedo hablar de mis experiencias y lo que vi y lo que presencié, pero no sabiendo, creo yo, lo que ocurre en los niveles superiores, y creo que eso es parte del motivo por el que decidí hablar, porque realmente deseo con todas mis fuerzas que otra gente que sabe mucho más de lo que yo sé escoja hacer lo mismo por una buena razón. Y si contando lo que sabes puedes animar a otros a que sigan tu ejemplo, creo que eso también es parte de lo que trata todo esto.

AMY GOODMAN: Adrienne Kinne, quiero darte muchas gracias por estar con nosotros. ¿Es esta la primera vez que has descrito cómo viste la lista de objetivos y lo que viste sobre el Hotel Palestina en una cadena nacional?

ADRIENNE KINNE: Gracias.

AMY GOODMAN: Gracias. Adrienne Kinne, ex sargento del ejército que trabajó en inteligencia militar.

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