Posted by : Unknown martes, 23 de septiembre de 2008

La inusitada fuerza y particular trayectoria de los huracanes Gustav e Ike volvieron a despertar las especulaciones sobre si detrás de ambos fenómenos atmosféricos está la mano peluda del Imperio. Reales o no, de tales afirmaciones es posible extraer algo en claro: Estados Unidos tiene programas para el uso bélico de la atmósfera, y eso, es preciso denunciarlo.

Desde mediados de septiembre han circulado por la red informaciones relativas a que los huracanes Ike y Gustav habrían sido fabricados, o al menos fortalecidos, por Estados Unidos. Los reportes, publicados originalmente por el diario La República de España,[1] y luego esparcidos a través del correo electrónico, afirman que las fuerzas navales de ese país habrían inyectado energía a la ionósfera, para que los meteoros ganaran en intensidad antes de tocar las costas de Cuba.
Se menciona como el principal implicado al Programa de Investigación de la Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP, siglas en inlgés de High-frecuency Active Aureal Research Program), perteneciente a la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra de los Estados Unidos, en estrecha colaboración con la NASA.

¿Aprendices de brujos?
¿Qué puede ver de cierto o no detrás de tales afirmaciones?. No es la primera vez que se trata de lograr el milagro de la lluvia. Desde las primeras pruebas[2], los proyectos de modificación del clima han sido realizados por más de 40 países, pero siempre bajo la supervisión reglamentaria de la Organización Meteorología Mundial, con la explícita prohibición de su uso para fines bélicos. Aquí mismo en Cuba durante el último período de sequía se emprendieron acciones con dichos propósitos, asesorados por expertos chinos.
Sin embargo, como hechiceros de la modernidad, los militares del Pentágono estarían tras el santo grial de la guerra: poder destruir al adversario solo manejando a conveniencia los elementos de la naturaleza.
Se sabe que en los bosques de Gokoma, Alaska, desde 1992 (el año en que Andrew golpeó con furia a la Florida), los árboles fueron sustituidos por gigantescas antenas con el propósito de enviar energía, en forma de ondas de radio, al cielo y de esta manera alterar el clima.
Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos: “El interés en los estudios realizados por el HAARP se deriva de los numerosos sistemas de comunicación, vigilancia y navegación, cuyos caminos pasan por la ionósfera. Además existe un potencial inexplorado dentro de las innovaciones tecnológicas, que sugieren aplicaciones como la detección de objetos sumergibles, comunicación a grandes profundidades del mar o de la Tierra y la generación de emisiones infrarrojas y ópticas”.
Pero en 1998 el reporte Weather As A Force Multiplier: Owning The Weather in 2025, elaborado por investigadores de la Fuerza Aérea estadounidense predecía que “En el año 2025 la Fuerza Aérea de Estados Unidos podría ‘adueñarse del clima’, sacar provecho de las tecnologías emergentes y enfocar el desarrollo de éstas en aplicaciones bélicas. Esto ofrecería las herramientas de guerra que modelarían el campo de batalla de maneras nunca antes vistas”.
En julio del 2005, antes de que el huracán Katrina asolara Nueva Orleans, Michel Chossudovsky,[3] profesor de Economía de la Universidad de Ottawa, citaba al científico Nicholas Begich, quien se refirió al HAARP como “una tecnología altamente poderosa de emisión de haces de ondas radiales que eleva zonas de la ionosfera (la capa superior de la atmósfera) concentrando un haz y calentando esas zonas. Entonces las ondas electromagnéticas rebotan hacia la tierra y arrasan con todo, vivo o muerto”.
Chossudovsky también se hacía eco de las declaraciones en el año 2000 de la doctora Rosalie Bertell calificando al HAARP es como “un calentador gigante que puede causar importantes alteraciones a la ionosfera, al crear no solamente agujeros, sino también grandes incisiones en la capa protectora que impide que las radiaciones mortales bombardeen el planeta”.
Desde finales de los años 90 ya varias voces se habían alzado para denunciar los propósitos no declarados de HAARP. Recordó Chossudovsky en su artículo que “en respuesta a un informe de la señora Maj Brito Theorin (miembro del Parlamento Europeo por Suecia y defensora de la paz durante mucho tiempo), el Comité del Parlamento Europeo de Política de Relaciones Exteriores, Seguridad y Defensa celebró audiencias públicas en Bruselas sobre el programa HAARP”, tras las cuales se propuso una resolución que lo consideraba “como una inquietud mundial y exige que un organismo internacional independiente examine sus consecuencias jurídicas, ecológicas y éticas… (el Comité) lamenta la reiterada negativa del Gobierno de los Estados Unidos… a prestar declaración ante la audiencia pública… sobre los riesgos ambientales y públicos del programa”.
De ser ciertas las afirmaciones recientes, Washington estaría llevando el asunto a un escalón superior pues se habla del uso de aviones para fortalecer a los huracanes intencionalmente en los mares cercanos a las costas cubanas y disminuirlos cuando se aproximan a las costas de Estados Unidos.
Siguiendo el camino de este razonamiento, es evidente que los resultados no les han sido favorables. Katrina casi borró del mapa a Nueva Orléans en agosto de 2005. O sea que todavía no han conseguido evitar el curso natural de la atmósfera que siempre lleva a los huracanes hacia Norte, al menos en esta parte del planeta, yendo a parar a algún punto de la Unión Americana.

Nos calientan el aire y las aguas
Fuera de lo publicado en La República, no ha habido ningún pronunciamiento concreto de alguna personalidad u organización prominente al respecto. De manera que solo el tiempo dirá hasta donde están metidos los yanquis en este asunto de la caprichosa intensidad y ruta de los huracanes.
Otro aspecto no menos importante y cuyo consenso es mayor, es el relativo al impacto del calentamiento global en la temperatura del mar, el principal combustible para convertir a una inofensiva depresión tropical en un temible meteoro de categoría cuatro o cinco. [4]
Ahí el margen de duda es menor pues es inocultable el nefasto protagonismo estadounidense en las emisiones de gases de efecto invernadero, pues con apenas el 25 por ciento de la población lanzan a la atmósfera más de la mitad de los gases contaminantes. Situación que se ha visto agravaba por la negativa de la actual administración de adherirse a los compromisos del Protocolo de Kyoto, los cuales, aunque tímidos, son un primer paso.[5]
Se advierte que el efecto combinado de todas las emisiones contaminantes ha provocado el calentamiento de los océanos en 0,5 grados Celsius. Sin mucho acuerdo en torno a sí esto ha incidido directamente en el número de huracanes que se forman, sí hay más aceptación en su impacto en la intensidad de los mismos.
Si entre 1952 y 2000, Cuba fue azotada solamente por un huracán cercano a la categoría tres, el llamado Flora en 1963, que dejó más de mil víctimas en la región oriental. En los últimos ocho años, los catalogados como de gran intensidad han sido seis.

Cría fama…
Sin embargo, persiste la duda razonable al punto de no resulta tan descabellado como parece imaginarlos modificando los huracanes, como si se fuera una inseminación artificial, o por lo menos tratando de hacerlo.
Atenidos al abultado expediente de las sucesivas administraciones norteamericanas, empleando todo tipo de armas para acabar con la Revolución Cubana. La propagación de plagas que atacan a nuestros cultivos y animales para el consumo humano o la introducción del dengue hemorrágico en los años 80 son antecedentes para creerlos capaces de cualquier cosa en su psicosis anticubana. Más sabiendo que no todo está claro alrededor de HAARP. [6]
Dejando a un lado las acusaciones de paranoia anti norteamericana, por el simple hecho de considerar esta idea como posible[7], algo si es inobjetable: Los Estados Unidos han tenido y aún los tienen, programas gubernamentales para el uso militar de la atmósfera. Lo cual no solo es una violación de los acuerdos internacionales al respecto, sino que también ponen en riesgo las comunicaciones globales y hasta la vida de las personas. Ambos hechos no pueden quedar sin denuncia.
Independientemente de cual sea el origen de las catástrofes de los últimos meses; contra estas solo nos quedan las armas de la solidaridad, la unidad y la organización de todos para enfrentar los huracanes del futuro. No importa si son obra de los cerebros diabólicos del Pentágono o de la venganza de la naturaleza por tanto daño que le ha hecho la humanidad.

NOTAS

[1] Véase: Científicos afirman que los huracanes que asolaron Cuba fueron "fabricados" por EEUU En:_ www.larepública.es. Martes 16 de septiembre.

2. Entre los primeros en experimentar para modificar el tiempo estuvo el químico Vincent Schaefer quien en 1946 esparció con un pequeño avión 1.5 kilogramos de cristales de bióxido de carbono en las frías nubes (con una temperatura de -0°C) sobre el estado de Massachusetts, logrando que la nieve empezara a caer. Schaefer se basó en que el vapor necesita pequeñas partículas llamadas núcleos para iniciar la condensación; el polvo, arena o cristales de sal pueden servir como núcleos. Las gotas de agua crecen sobre estas partículas, y cuando tienen el tamaño suficiente caen en forma de lluvia.

[3] Michel Chossudovsky “Las armas del Nuevo Orden Mundial tienen la capacidad de provocar cambios climáticos”. En._ www.rebelion.org (15 de julio de 2005).

[4] La escala Saffir-Simpson clasifica los huracanes según la velocidad del viento sostenido y el probable efecto y va desde 119 kilómetros por hora hasta más de 250. Además de las fuertes rachas, el oleaje y la sobreelevación del nivel del mar, las lluvias y los tornados son los principales elementos destructivos de estos organismos meteorológicos. Al respecto aclaró a la prensa José Rubiera, jefe del Centro Nacional de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba que: “Es interesante destacar que, como esta escala es cuadrática, un huracán categoría dos no es dos veces más destructor que uno categoría uno, sino cuatro veces. Al mismo tiempo, uno de categoría tres no es tres veces más destructor que uno categoría uno, sino nueve veces”.

[5] Los científicos estiman que desde que comenzó la Revolución Industrial en 1750 en Inglaterra, 450 mil millones de toneladas de dióxido de carbono fueron enviadas a la atmósfera, en su mayor parte por los países más ricos. Hoy los niveles son espeluznantes pues rondan los siete mil millones de toneladas anuales.

[6] Aquí alguno de los ejemplos que ilustran el extenso expediente de agresiones no convencionales contra Cuba: En 1972 fue introducido el virus de la fiebre porcina, obligando a sacrificar más de medio millón de cerdos; y, entre 1979 y 1981, cuatro plagas que afectaron a personas y cultivos: la conjuntivitis hemorrágica, el dengue, la roya de la caña de azúcar y el moho azul del tabaco.
Ante un jurado norteamericano, Eduardo Arosena, líder del grupo terrorista Omega 7, reconoció en 1984 haber participado en una operación para introducir gérmenes como parte de la guerra biológica contra Cuba.
Especialistas norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una variedad de mosquito Aedes aegypti sensiblemente asociada a la transmisión del virus dos, (que fue el que entró a Cuba y no estaba circulando en ese momento en el mundo. NR) según informó el coronel Phillis Rossell, en el XIV Congreso Internacional del Océano Pacífico, efectuado en 1979, solo dos años antes de que se desatara la brutal epidemia en Cuba.

[7] Quienes menos pueden hablar de paranoia e histeria son los enemigos de la Revolución Cubana, pues ha sido ellos los campeones en eso de inventar cosas. Recuerdo, por ejemplo, que hace unos años se habló de que un imaginario centro de entrenamiento de tiburones en Cuba, era el responsable de los ataques de dichos animales en las playas de la Florida.

One Response so far.

  1. Anónimo says:

    ESO ES UNA MANERA DE JUSTIFICAR LA POBREZA Y LA MISERA EN CUBA CON LA DICTADURA COMUNISTA, LA CULPA SIEMPRE LA TIENEN LOS AMERICANOS PORQUE NO PIENSAN QUE HAN RENEGADO DE DIOS..

En 280 caracteres...

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