Posted by : Unknown jueves, 19 de marzo de 2009

Por encima del candidato del oficialista ARENA, si tuviéramos que señalar un perdedor en las elecciones del pasado 15 de marzo en El Salvador, podríamos señalar sin asomo de dudas al miedo.

Los comicios fueron la reedición del enfrentamiento entre las fuerzas políticas, otrora bandos opuestos en la guerra civil que asoló al país en la década de los 80. De un lado Mauricio Funes, destacado periodista de televisión, por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), movimiento guerrillero devenido en partido político; por el otro el ex jefe de la policía, Rodrigo Ávila, quien aspiraba a mantener en el poder al partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y que es conocido entre sus allegados como Atila, por su puntería para liquidar guerrilleros cuando integraba la unidad paramilitar Defensas Civiles Patrióticas en 1989.

Agredido por todos
Duramente atacado por la derecha el ya presidente electo Mauricio Funes, lidió con una contraparte que apeló a los resortes de la intimidación para coartar, esta vez sin éxito, el triunfo del FMLN.

Al mismo tiempo Funes tuvo que apelar a toda su experiencia en el terreno mediático para hacer frente a una dura campaña en su contra organizada por la inmensa mayoría de los medios de comunicación del país.

La oligarquía salvadoreña no conoció de escrúpulos: desde criminalizar la imagen del presidente venezolano Hugo Chávez, para luego asociarlo al candidato del FMLN, hasta mensajes claramente calumniadores como el descrito por el peruano Rafael Roncagliolo, sociólogo, periodista y consultor electoral.

“En un 'spot' –describe Roncagliolo-se muestra una protesta contra un grupo de personas que reclaman elecciones libres en Nicaragua en el que aparece una camiseta roja del FMLN, como que la gente no puede usar lo que quiera. Y ese hecho se presenta en la prensa salvadoreña como muestra de intromisión del FMLN en un acto delincuencial en Nicaragua. Eso es inaceptable. Esa es una manipulación escandalosa y lamentable”.

La asociación del FMLN con las bandas de delincuentes juveniles, conocidas como “maras” estuvo nuevamente en el arsenal de ARENA. Simultáneamente el gobierno reiteró su mensaje de que, si ganaba el FMLN, cesaría el flujo de remesas desde los Estados Unidos, mientras se amenazaba a los trabajadores con el desempleo si votaban por el candidato de izquierda.

El éxito
Algunos analistas ubican las claves del triunfo del FMLN, en el hecho de que ahora escogieron a una figura notoria por sus críticas a los gobiernos anteriores, pero no militante de la organización, y que tampoco perteneció a la guerrilla, cuestión esta que le impedía a ARENA, asociarlo a un pasado violento.

Sin embargo desde el FMLN, ven las razones del triunfo en asuntos más profundos. Concretamente el enorme desgaste e impopularidad del gobierno para hacer frente a los más acuciantes problemas que preocupan a la ciudadanía.

En sentido opinó una de las figuras más importante del Frente, Nidia Diaz, quien al evaluar la década y media de gobierno de ARENA, tras el fin de la guerra señaló: “Durante este tiempo se creó la peor crisis que haya tenido nuestro pueblo. Una crisis económica, con pobreza, desempleo, migración, inseguridad. El país se volvió más inseguro. El primer problema de la gente es el alto costo de la vida, la falta capacidad de compra, el segundo el desempleo, la pobreza en general, y tercero la inseguridad ciudadana. Eso se ha mantenido como constante durante estos años. Así llegó la gente a querer un cambio.”

Los retos
En sus primeras declaraciones como presidente electo Maurice Funes, indicó como su mayor prioridad la lucha contra la pobreza. Tales declaraciones indican una noción exacta de sus reales posibilidades, para concretar algún tipo de cambio en la situación existente.
“Dadas las condiciones en que voy a recibir el país (...) lo primero que tengo que hacer en mi primer día de gobierno es convocar a un pacto nacional", anunció la noche del domingo en una entrevista con Reuters.

Incidir sobre el paupérrimo panorama de una población cuyo 47.5 por ciento vive en pobreza total y 19 de cada 100 salvadoreños en la extrema pobreza, significará dejarle menos opciones al camino del delito e imprimirle credibilidad al nuevo gobierno.

El FMLN, ahora en el poder político, sin embargo, deberá gobernar entre las aguas tormentosas de una economía altamente dependiente de los vaivenes del mercado internacional y en particular de las remesas, las cuales son la principal fuente de ingresos de moneda dura y que están disminuyendo a tono con la actual crisis económica que azota al mundo, especialmente a Estados Unidos.

Por tanto las transformación vendrán, tal vez, por la senda de un uso más racional y transparente del presupuesto estatal, inclinado hacia los programas sociales y el combate a la corrupción.
En el plano exterior, se avizora un desmarque claro de las posiciones de franco servilismo hacia Washington, yendo hacia posturas mucho más cercanas a las propuestas promovidas por los gobiernos de Venezuela y Cuba.

De decirnos si esto será suficiente o no, se encargará la realidad concreta del país, para lo cual será decisiva la habilidad de la izquierda salvadoreña de hacer realidad una alternativa al capitalismo.

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