Cubaizquierda

Justamente cuando nadie estaba mirando y sin darle el gusto a los cubanólogos simplificadores del interés en las sesiones del Parlamento[i]  al anuncio o no de la reforma a las leyes migratorias, el Gobierno Revolucionario ha actualizado las regulaciones que este sentido regían desde los años 70 del pasado siglo. Ya con eso dio una lección importante de soberanía al hacer los cambios en el momento y lugar que estimó conveniente a las prioridades de la nación y no para satisfacer presiones externas.
La estrategia de las autoridades cubanas fue precisamente en sentido inverso al esperado por más de un analista allende los mares, pues mientras estos insistían que se acabaran de realizar “los cambios” por ellos esperados; primero se fueron adoptando medidas que, vistas separadamente, no parecían tener relación pero que ahora si tienen completo sentido para quienes no lo había notado.

Recuérdese que en el último año, primero sin demasiada fanfarria se publicaron y vendieron a la población tabloides con todas las regulaciones aduanales vigentes y más tarde se ajustó el sistema impositivo para los nacionales al entrar al país; cambios todos que no indicaban otra cosa sino la preparación de un eventual crecimiento en la cantidad de los ciudadanos cubanos que viajarían al exterior cuando fueran transformadas las leyes migratorias.

Visto incluso con un sentido más general, incluso la Revolución se ha preocupado primero en garantizar a toda la población derechos mucho más perentorios como el acceso universal y gratuito a la educación y la salud antes que otros, también importantes, pero no imprescindibles para la vida como puede ser viajar al exterior.

Ahora bien el que ahora Cuba esté actualizando la política migratoria es otra muestra de madurez y de la intensión de adaptar al país a las actuales condiciones tanto internas y externas.

Y es por eso que tienen sentido la permanencia de los requerimientos para proteger la fuerza calificada del país. Prevenciones de las cuales carecen la mayoría de los países del Tercer Mundo y cuya ausencia causan un éxodo enorme de los mejores especialistas y deportistas de llamado Sur hacia las naciones de Europa Occidental y sobre todo hacia los Estados Unidos.

Curiosamente una manera muy nítida de explicar la postura de la situación particular de la Mayor de las Antillas en el tema migratorio la dio William Ostick, portavoz para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado. El funcionario al opinar sobre las medidas anunciadas en La Habana este 16 de octubre dijo: “Le recordaremos a la gente (de Cuba) que no arriesgue sus vidas al emprender viajes peligrosos por el mar”.

¿Por qué hizo esta declaración aparentemente rara?

Nótese que si bien de este lado se flexibiliza la legislación migratoria del otro permanecen intactos los requerimientos, muy rigurosos por cierto, de Washington para conceder una visa para los cubanos que quiere irse a vivir a EE.UU.

Así mientras Cuba hace más expeditos sus mecanismos para quienes optan por probar suerte en la Unión Americana, nada indica que ese país vaya a aligerar sus exigencias al respecto. Asimismo está en plena validez Ley de Ajuste Cubano que estimula la emigración ilegal de cubanos hacia EE.UU.

De esta manera lo que William Ostick está haciendo es simplemente advertirle a los potenciales emigrantes cubanos que desde la otra orilla del Estrecho de la Florida no habrá reciprocidad y sí confrontación pues dejó entrever que sigue siendo la prioridad de su país extraerle a Cuba su fuerza laboral calificada.

La reforma migratoria era necesaria e impostergable y no porque lo pidieran los enemigos de la Patria, sino porque refrenda la política cubana de garantizar el derecho de los ciudadanos a viajar, a emigrar o residir en el extranjero. También podría ser una importante de ingreso frescos a partir de las divisas que traigan ya bien los trabajadores temporales en el exterior o los emigrados que decidan regresar, robusteciéndose los lazos con la comunidad cubana en el exterior. Y no me refiero a esos que viven para y del negocio de la contrarrevolución sino a los miles que desean una relación normal y abierta con su tierra de origen. Es, no se olvide, también la confirmación de que como en otras muchas cosas en la reforma migratoria, la Revolución cumplió su palabra.

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