Posted by : Unknown jueves, 18 de julio de 2013

Muy feliz debe haberse sentido el presidente de Panamá Ricardo Martinelli representando su personaje cuando subió a las bodegas del buque norcoreano Chong Chon Gang para mostrase como un tipo duro que custodia de las leyes internacionales y, sobre todo, es el fiel aliado de Washington que “descubre” el “tráfico” de los “villanos” de La Habana y Pyonyang.

Su coprotagonista en el show fue el ministro de Seguridad de Panamá, José Raúl Mulino quien el martes en una misma frase dijo no saber exactamente qué tipo de equipos militares había a bordo del barco y a reglón seguido aseguró que “no se trata de armas convencionales”. ¿Entonces, en qué quedamos?....


Sin esperar la respuesta de los gobiernos involucrados casi instantáneamente salieron a rodar los análisis de las eventuales “consecuencias” que tendría para Cuba cometer el pecado de mantener sus vínculos militares con la República Popular Democrática de Corea. Acotando, como siempre, que en ambos países gobiernan partidos comunistas aunque cuando Estados Unidos vende armas a algún país nadie dice, tanto EE.UU como, digamos Israel, están gobernados por partidos con fuertes conexiones con las transnacionales productoras de armamentos.

Allá perdido en un párrafo final de una información al que casi nadie llega se dijo que algunos analistas le declararon al periódico londinense The Telegraph que Cuba podría haber entregado algunos de sus viejos radares SA-2 a Corea del Norte, o haberlos enviado a Pyongyang para renovarlos.

Todo esto antes de que La Habana confirmara que efectivamente las 240 toneladas métricas de armamento defensivo obsoleto -dos complejos coheteriles antiaéreos Volga y Pechora, nueve cohetes en partes y piezas, dos aviones Mig-21 Bis y 15 motores de este tipo de avión eran llevadas a la nación asiática para ser reparadas por expertos de ese país, algo también de común acuerdo entre ambos países.

Obviamente el Chong Chon Gang estaba siendo vigilado y no porque sospecharan que traía drogas; porque la primera que sabe que Cuba no se presta este tipo de negocio es la comunidad de inteligencia estadounidense, la misma que está perfectamente al tanto de que la Mayor de las Antillas no es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, más bien todo lo contrario.

Ahora mismo no sé si le tocaba al gobierno norcoreano declarar la carga de su buque antes de cruzar el Canal de Panamá y evitarse todo este circo mediático y dejar a Martinelli con ganas hacer del Rambo que salva al mundo. Probablemente sí.

Cuba, por su parte, dejó clara su política al respecto a través de la rápida y concisa nota de su cancillería. Igual a nadie le sorprenda que este incidente sea usado en el futuro como la “prueba” de que el Archipiélago debe permanecer en la lista de países que patrocinan el terrorismo que periódicamente hace el Departamento de Estado.

En 280 caracteres...

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