Posted by : Unknown miércoles, 15 de noviembre de 2006

¿Pesará más el pasado o el presente?

Tras la victoria sandinista en los comicios presidenciales de Nicaragua, los analistas concuerdan en que definitivamente habrá cambios hacia dentro del país y en su política exterior. Las opiniones chocan al establecer cuantos grados tendrá el indiscutible giro del nuevo gobierno.

A pesar de las amenazas y jugadas sucias Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) retornan a la presidencia de Nicaragua. Irónicamente, partidarios y antagonistas coinciden en preguntarse cuánto pesará el pasado en el futuro gobierno de un partido con antecedentes revolucionarios, pero sobre el cual tiempo parece haber dejado su huella.

¿Nadando en dos aguas?

Dejando a un lado expresiones tremendistas como la del poeta Ernesto Cardenal, las primeras declaraciones del presidente electo no preludian una reedición del torrente revolucionario vivido por la nación cetroamericana después del derrocamiento de Somoza en 1979. Tampoco indican que vaya a mantenerse, al menos en su expresión más brutal, las políticas neoliberales de la los años 90.

“La próxima administración sandinista no es la continuidad fluida del gobierno revolucionario que se entregó a doña Violeta de Chamorro en abril del 90. Ni el ascenso del nuevo gobierno la oportunidad de completar una inconclusa obra revolucionaria”, afirmó Jaime Wheelock Román, ex miembro de la Dirección Nacional del FSLN entre 1978 y 1993. “Es –dijo- la continuidad de una administración civil que le traspasa con la banda presidencial, todo un marco institucional, legal y una dinámica económica que le fijan límites y compromisos”.

Quizás esas restricciones y responsabilidades referidas por Wheelock Román sean más nítidas tras las declaraciones de Daniel Ortega durante el encuentro con unos 200 inversionistas extranjeros de distintas esferas económicas. "Tengan la seguridad –afirmó- que Nicaragua mantendrá sus puertas abiertas a la inversión extranjera". Adicionalmente los invitó a que: “logremos un acompañamiento de esfuerzos, superando obstáculos, tomando iniciativas de ley, se creen las mejores y mayores condiciones para que la inversión se multiplique y en donde indiscutiblemente se tomen en cuenta los derechos laborales y la protección del medio ambiente"

En la misma reunión con los hombres de negocios, Ortega, quien encabezará a la nación centroamericana a partir del próximo 10 de enero, dejó bien claro que “no están contemplados cambios dramáticos y radicales” en las bases de la economía establecidas por gobiernos anteriores y que cuidará los aspectos macroeconómicos pero, aclaró, sin descuidar los programas sociales prometidos al pueblo.

No puede negársele que es consecuente con el mensaje conciliador de su campaña electoral. En el transcurso del proceso electoral el FSLN combatió los reflejos incondicionados de los nicaragüenses con una postura de diálogo y reconciliación, el cual los llevó, entre otras cosas, a sustituir para la campaña el tradicional estandarte rojinegro, por los colores nacionales (blanco y azul).

Bajo el lema “paz, amor y reconciliación”, fue posible consumar lo impensable en tiempos de la guerra: una alianza con Jaime Morales Carazo un líder ex “Contra” y con un otrora severo crítico del primer gobierno sandinista: el cardenal Miguel Obando y Bravo. El prelado, junto al presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Managua, monseñor Leopoldo Brenes, exhortó al electorado a apoyar aquellos programas que reivindicaran a los pobres, otro de los puntos básicos del programa de la colación liderada por Ortega.

La empresa privada, por su parte, se declaró dispuesta a trabajar con el venidero partido gobernante. "Vamos a trabajar con el nuevo gobierno, como empresa privada, dentro del marco de una economía de mercado. Entiendo que el presidente electo está consciente de nuestra estrategia y lo que queremos es trabajar juntos", manifestó Edwin Kruger, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada.

Probablemente la advertida atención a los índices macroeconómicos se traduzca en una austeridad presupuestaria y en la negociación anunciada de un cuarto acuerdo para el período 2007-2010 con el Fondo Monetario Internacional. No puede esperarse otra actitud cuando se dirige un país con la segunda económica más pobre del continente, solo superada por Haití, dependiente por tanto de los préstamos foráneos.

Desde el punto de vista comercial también es evidente la moderación del FSLN. Por un lado mantendrá intacto el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. En sentido contrario, anticiparon sus propósitos de promover la integración mediante la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), los vínculos con la Unión Europea y Asia, en especial China e India.

Así, no es descabellado pensar en la extensión a escala nacional de los acuerdos ya firmados por el gobierno de Hugo Chávez con 50 alcaldías, la mayoría sandinistas, para abastecerlas de combustible bajo condiciones sumamente ventajosas.

Venezuela propuso satisfacer las necesidades petroleras del país, estableciendo un período de pago de 25 años, lo cual posibilitaría eliminar los habituales y extensos cortes de electricidad; con la ventaja adicional de dos años de gracia y el resto sólo con el uno por ciento de interés. Tampoco, dijo Caracas, sería necesaria la liquidación obligatoria con dinero. Como Argentina y Uruguay, podrían hacerlo en especie.

Una escena ocurrida el pasado 8 de noviembre en la sede de las Naciones Unidas presagió cambio de la postura de Nicaragua con la Revolución Cubana. “El año que viene será distinto”, le dijo el delegado centroamericano al canciller cubano Felipe Pérez Roque antes de ausentarse de la Asamblea General de la ONU. Esta vez evitaron pronunciarse sobre la resolución de condena al bloqueo estadounidense contra la Isla y la moción de no acción que le cerró el paso a la tendenciosa enmienda al texto mencionado, orquestada por Washington y presentada por Australia.

Si hasta el momento dos mil nicaragüenses aprendieron a leer gracias a la aplicación limitada en varias alcaldías gobernadas por el FSLN del método cubano de alfabetización “Yo sí puedo”. Con el Frente Sandinista en el poder muchas más personas podrán alfabetizase y otro tanto será posible hacer con la incorporación plena a la Operación Milagro y de esa manera devolverle la vista gratuitamente a miles de pacientes pobres.

En general la izquierda latinoamericana acogió con beneplácito la vuelta de los sandinistas al poder, quien sabe si pensando más en la derrota que significó para Estados Unidos quien, una vez más, se inmiscuyó en la campaña electoral para impedir el triunfo del FSLN.

Acaso haya quien diga que el futuro gobierno sandinista se parecerá más a la lucha contra la pobreza sin alterar las bases del neoliberalismo, al estilo Lula o Kirchner que a los procesos de cambio presentes hoy en Venezuela y Bolivia. Cierto o no, merece un voto de confianza porque en asuntos de política nada es en blanco y negro.

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