Posted by : Unknown martes, 27 de febrero de 2007

En el más reciente foro, otro más, sobre Cuba después de Fidel, en esta ocasión bajo los auspicios del Consejo de las Américas, más que las declaraciones patrioteras, como el “¡Viva Cuba libre!” del secretario de Comercio Carlos Gutiérrez y los vaticinios de los cubanólogos por encargo, sobresalió la extraña manera que tienes esos “expertos” de seguir los acontecimientos relacionados con el archipiélago.
Ese fue el caso del investigador de la Universidad de Miami, Brian Latell, quien ahora debe estar deseándole todo lo peor al reportero David Brooks. Y no es para menos: el corresponsal de La Jornada en Estados Unidos le aguó la fiesta al preguntarle qué le aconsejaría a Bush sobre cómo manejar el caso de Luis Posada Carriles.
Según narra Brooks en su información: “Latell primero dijo que no deseaba declarar nada sobre un caso legal pendiente, y rápidamente agregó que no lo conozco, y no sé qué es la cadena de pruebas en su contra. Repitió varias veces que simplemente no quería hablar de eso”.
Evidentemente Latell vive en otro planeta, o con toda seguridad no tiene a la objetividad como uno de sus principios. Es inconcebible que un ex analista de la CIA y del Consejo Nacional de Inteligencia por 35 años, no conozca a un personaje tan “prominente” entre las camadas de criminales de la contrarrevolución cubana.
Simplemente con remitirse a los archivos de la CIA, Latell se enterará que Luis Posada Carriles fue reclutado desde inicios de los sesenta y debe a ella todos sus conocimientos sobre explosivos y otras técnicas de sabotaje, asesinato y tortura.
Igualmente en la documentación ya desclasificada, por no decir la secreta a la que probablemente haya tenido acceso, el “ingenuo” Latell sabrá que Posada fue el autor intelectual del sabotaje al vuelo 455 de Cubana de Aviación que costó la vida a 77 personas, el más sangriento atentado que involucrara a una avión civil en este hemisferio antes del 11 de septiembre.
El ahora académico de la universidad floridana, debe haberse mantenido sospechosamente ajeno, por ejemplo, al New York Times. Ante ese diario en 1998 Posada Carriles se adjudicó la responsabilidad de las explosiones en varios hoteles cubanos un año antes y donde pereció el turista italiano Fabio Di Celmo.
Al parecer Latell tampoco escucha, lee o ve, a los medios de comunicación de su propio lugar de residencia. Solo eso explicaría su declarado desconocimiento sobre las maromas de la administración Bush para no calificar a Posada como terrorista tras su ingreso ilegalmente al país en 2006. Primero sometiéndolo a un proceso administrativo como simple indocumentado y luego, como ningún país quiere recibirlo y no quieren extraditarlo a Venezuela, presentándole cargos por mentir en su declaración de solicitud de ciudadanía.
Tanta ignorancia no puede ser posible en un experto serio. De ser cierto sería una incompetencia de marca mayor o lo que es peor: que Brian Latell está, como decimos los cubanos “haciéndose el sueco” para no reconocer la verdad.

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