36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
lunes, 26 de marzo de 2007
Candidatura de amores y odios
Menudo revuelo se armó en Guatemala cuando, a mediados de enero, Rigoberta Menchú Tum, anunció que aspiraría a la presidencia en las venideras elecciones de septiembre.
La noticia desató las pasiones dentro y fuera del país, las cuales van desde declaraciones solidarias, hasta las amenazas de muerte.
Esta mujer de 48 años, casada y con un hijo ya tenía personalidad política propia gracias a su amplio historial de luchadora por los derechos humanos y de denuncia del genocidio[i] especialmente contra los campesinos, durante un conflicto que duró 30 años[ii]. Celebridad fortalecida por el Premio Nobel de la Paz ganado en 1992, el Príncipe de Asturias y su actual condición de embajadora de buena voluntad de la UNESCO.
Su propuesta rompe con todos los esquemas conocidos, al menos en su país. “Estamos cansados de comparaciones y de acusaciones –dice-; ahora queremos que nos permitan demostrar cómo se construye un partido con gente leal a la democracia y no con tránsfugas, de los que hay muchos en Guatemala, que en cada periodo electoral cambian de partido, de mesa y de silla”.Cuanto menos se trata de, cómo afirmara otro analista, una “alternativa refrescante”, aunque por supuesto, es mucho más que eso.
Las agrupaciones políticas tradicionales no asumieron de la misma manera la incorporación de Rigoberta a la pugna por el sillón presidencial. Según María Olga Paiz, desde el rotativo El Periódico, la nueva candidata: “ha sacado a ventilar las creencias más incómodas, a remover los miedos más atávicos. Y nos hallamos consternados, incómodos, inquietos.”
Alianzas y desencuentros
“La Rigo” como la llaman sus allegados se presentó como aspirante apoyada por el Movimiento Winaq, un partido político con bases en la mayoritaria población maya y que toma su nombre de un vocablo de ese pueblo que significa “persona completa e integral, humanidad en su conjunto, valores y equilibrio”, según ha explicado ella misma.
Probablemente esa última acepción: equilibrio, sea uno de sus objetivos. Por eso, casi inmediatamente inició los contactos para organizar un bloque aglutinador de toda la izquierda.
A fines de febrero su aspirantura se fortaleció con el acuerdo para presentar una fórmula común con Encuentro por Guatemala (EG), dirigido por Nineth Montenegro. Una agrupación autocalificada de centro izquierda y que propone soluciones integrales para la ciudadanía, desde la seguridad alimentaria, laboral, hasta la política.
El programa de EG, ha declarado Nineth Montenegro: “está inspirado en el Estado de Bienestar, pero sin gorronismos, tratando que haya un Estado moderno, fuerte y garante, para lo cual es necesario hacer una reforma fiscal integral. No se puede seguir con un Estado lleno de agujeros donde hay impunidad y corrupción”.
Tras las negociaciones con el Movimiento Winaq, se estableció un programa que incorporó además otros temas como desarrollo rural, agrario y medidas para mejorar las condiciones de vida del país.
Sin embargo la Menchú no las tiene todas con el resto de las organizaciones de la izquierda. Sus críticos la acusan de oligarca, especialmente por su participación como accionista en Farmacias Similares, una cadena de los referidos establecimientos en México y Guatemala.
A esto ha contestado que: “Bajó mi porcentaje como socia porque es bastante lo invertido en Guatemala. Ser empresario no es malo. Se deben estimular las pequeñas y medianas empresas, porque ser una mujer así es algo complicado en el mundo”.
Igualmente desde la izquierda se le objeta un excesivo énfasis en las cuestiones étnicas y de género, en detrimento del debate sobre la exclusión social y económica. Lo cual, dicen, sacará de la discusión la articulación de una verdadera alternativa económica al neoliberalismo.
Estos y otros probables desacuerdos han hecho, por el momento, imposible la alianza con otros fuerzas significativas como el Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ), del Departamento de Chimaltenango y la tradicional Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (UNRG), fundada en 1982 y que, convertida en partido político, heredó las estructuras de las cuatro organizaciones insurgentes que operaron en el país.
Aunque aún faltan varios meses para los comicios, en términos de campaña política el lapso es poco. De no conciliarse una opción común frente al oficialismo de derecha, se llegaría a las urnas con el nefasto panorama de una izquierda dividida.
Así las cosas también sería prematuro aventurarse en calificativos definitivos y mucho menos vaticinios electorales, especialmente ante un escenario tan propenso a los cambios.
Menudo revuelo se armó en Guatemala cuando, a mediados de enero, Rigoberta Menchú Tum, anunció que aspiraría a la presidencia en las venideras elecciones de septiembre.
La noticia desató las pasiones dentro y fuera del país, las cuales van desde declaraciones solidarias, hasta las amenazas de muerte.
Esta mujer de 48 años, casada y con un hijo ya tenía personalidad política propia gracias a su amplio historial de luchadora por los derechos humanos y de denuncia del genocidio[i] especialmente contra los campesinos, durante un conflicto que duró 30 años[ii]. Celebridad fortalecida por el Premio Nobel de la Paz ganado en 1992, el Príncipe de Asturias y su actual condición de embajadora de buena voluntad de la UNESCO.
Su propuesta rompe con todos los esquemas conocidos, al menos en su país. “Estamos cansados de comparaciones y de acusaciones –dice-; ahora queremos que nos permitan demostrar cómo se construye un partido con gente leal a la democracia y no con tránsfugas, de los que hay muchos en Guatemala, que en cada periodo electoral cambian de partido, de mesa y de silla”.Cuanto menos se trata de, cómo afirmara otro analista, una “alternativa refrescante”, aunque por supuesto, es mucho más que eso.
Las agrupaciones políticas tradicionales no asumieron de la misma manera la incorporación de Rigoberta a la pugna por el sillón presidencial. Según María Olga Paiz, desde el rotativo El Periódico, la nueva candidata: “ha sacado a ventilar las creencias más incómodas, a remover los miedos más atávicos. Y nos hallamos consternados, incómodos, inquietos.”
Alianzas y desencuentros
“La Rigo” como la llaman sus allegados se presentó como aspirante apoyada por el Movimiento Winaq, un partido político con bases en la mayoritaria población maya y que toma su nombre de un vocablo de ese pueblo que significa “persona completa e integral, humanidad en su conjunto, valores y equilibrio”, según ha explicado ella misma.
Probablemente esa última acepción: equilibrio, sea uno de sus objetivos. Por eso, casi inmediatamente inició los contactos para organizar un bloque aglutinador de toda la izquierda.
A fines de febrero su aspirantura se fortaleció con el acuerdo para presentar una fórmula común con Encuentro por Guatemala (EG), dirigido por Nineth Montenegro. Una agrupación autocalificada de centro izquierda y que propone soluciones integrales para la ciudadanía, desde la seguridad alimentaria, laboral, hasta la política.
El programa de EG, ha declarado Nineth Montenegro: “está inspirado en el Estado de Bienestar, pero sin gorronismos, tratando que haya un Estado moderno, fuerte y garante, para lo cual es necesario hacer una reforma fiscal integral. No se puede seguir con un Estado lleno de agujeros donde hay impunidad y corrupción”.
Tras las negociaciones con el Movimiento Winaq, se estableció un programa que incorporó además otros temas como desarrollo rural, agrario y medidas para mejorar las condiciones de vida del país.
Sin embargo la Menchú no las tiene todas con el resto de las organizaciones de la izquierda. Sus críticos la acusan de oligarca, especialmente por su participación como accionista en Farmacias Similares, una cadena de los referidos establecimientos en México y Guatemala.
A esto ha contestado que: “Bajó mi porcentaje como socia porque es bastante lo invertido en Guatemala. Ser empresario no es malo. Se deben estimular las pequeñas y medianas empresas, porque ser una mujer así es algo complicado en el mundo”.
Igualmente desde la izquierda se le objeta un excesivo énfasis en las cuestiones étnicas y de género, en detrimento del debate sobre la exclusión social y económica. Lo cual, dicen, sacará de la discusión la articulación de una verdadera alternativa económica al neoliberalismo.
Estos y otros probables desacuerdos han hecho, por el momento, imposible la alianza con otros fuerzas significativas como el Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ), del Departamento de Chimaltenango y la tradicional Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (UNRG), fundada en 1982 y que, convertida en partido político, heredó las estructuras de las cuatro organizaciones insurgentes que operaron en el país.
Aunque aún faltan varios meses para los comicios, en términos de campaña política el lapso es poco. De no conciliarse una opción común frente al oficialismo de derecha, se llegaría a las urnas con el nefasto panorama de una izquierda dividida.
Así las cosas también sería prematuro aventurarse en calificativos definitivos y mucho menos vaticinios electorales, especialmente ante un escenario tan propenso a los cambios.
[i] Su acción más reciente al respecto un recurso ante tribunales españoles solicitando la detención, el embargo de todos sus bienes y el bloqueo de cuentas bancarias de varios ex militares como Efraín Ríos Montt, Óscar Mejía Víctores, Aníbal Guevara, Germán Chupina, Pedro García Arredondo, Benedicto Lucas, Donaldo Álvarez y Fernando Romeo Lucas, por los delitos de genocidio, torturas, terrorismo y detención ilegal.
[ii] Un episodio muestra hasta qué profundidad sicopática llegaron los militares. El 22 de diciembre de 1982 tropas del Ejército forzaron a todos los habitantes del poblado de Chiul, en el departamento de Quiché, a marchar a la vecina aldea de Parraxut. Una vez allí se ordenó a las patrullas de la aldea que separaran a los hombres de las mujeres y encerraran a los niños en la escuela. Después se les ordenó fusilar a todos los hombres. Varios “patrulleros” se negaron y fueron acribillados por las tropas que los rodeaban. Los sobrevivientes acataron la orden. Acto seguido, los soldados violaron a cada una de las mujeres; las que se resistieron fueron asesinadas allí mismo. Más tarde, los soldados fusilaron a las sobrevivientes. Los niños lograron escapar con vida. Todos los adultos de Chiul, unas 350 personas, fueron asesinados. El Ejército se retiró y divulgó lo acontecido en otras aldeas. Quince mil guatemaltecos habían sido exterminados cuando se clausuró la campaña, en 1983.
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