Posted by : Unknown miércoles, 23 de mayo de 2007


Cuatro décadas después de su asesinato en la escuelita de La Higuera, Ernesto Guevara de la Serna, el Che, aparece lo mismo en la franela de un manifestante pacifista en las calles de Nueva York, en las pancartas de las organizaciones campesinas de Cochabamba o en las marchas obreras de París, Roma o Seúl.

¿Por qué la figura del Che tiene tanta repercusión a escala global? ¿Qué se esconde tras los cuestionamientos a la autenticidad de sus restos? Sobre estos temas conversé con Lázaro Bacallao Pino, investigador del Centro de Estudios Che Guevara:

Lázaro, se cumplen 40 años del asesinato del Che Guevara y han comenzado a aparecer una serie de artículos que incluso llegan a cuestionarse la autenticidad de los restos que reposan en Santa Clara, ¿ Es una casualidad?

La figura de Che es presencia permanente en las resistencias y luchas del mundo. Ahora bien, cada vez que hemos estado ante un aniversario cerrado del asesinato del Che, hay todo un especial movimiento internacional, desde las fuerzas progresistas, para conmemorarlos. Pero también desde la reacción, aprovechando que su figura adquiere un particular relevancia, se generan numerosas acciones para intentar desacreditar su figura: se escriben biografías, se publican artículos…

En realidad, esos ataques contra Ernesto Guevara tienen antecedentes incluso en algunas acusaciones que se le hicieron cuando, en 1956, fue detenido en México, junto con el resto de los futuros expedicionarios del Granma. Él estudiaba ruso en la embajada soviética y ese hecho fue utilizado para vincularlo, supuestamente, al comunismo, por ese entonces argumento central de todo el sistema de propaganda de la Guerra Fría. Incluso, se le intentó presentar, a tono con los tiempos, como agente del comunismo internacional.

Luego, también sería objeto de acusaciones, como parte de las campañas contra la Revolución cubana, al ser uno de sus líderes más importantes.

Desde el momento mismo de su asesinato, se insiste en estas mentiras. En los periódicos de esos días, se le atribuyen dos frases que muestran dos de los ejes fundamentales, mantenidos hasta hoy en las tergiversaciones en torno a Che: una, “Soy el Che Guevara y he fracasado”; la otra, “Soy el Che Guevara, no disparen. Valgo más vivo que muerto”.

Es decir, se trata de presentar la imagen de un hombre que ante la muerte es inconsecuente con sus propias convicciones, y de un hombre fracasado. ¿Por qué? Esencialmente, porque ya Che es, en ese momento, un símbolo, a partir de su participación en la Revolución cubana, en la cual deviene líder de dimensiones mundiales, ejemplo y pensador revolucionario. No es cierto, como también se ha pretendido hacer ver por quienes se empeñan en tergiversar el legado guevariano, que el símbolo de Che naciera en La Higuera, con su asesinato; aunque ciertamente ese hecho tuvo una repercusión mundial y originó una oleada de homenaje permanente a este hombre, de identificación aún mayor con lo que es y representa.

El 21 de octubre de 1967, en las manifestaciones pacifistas que tienen lugar en Washington, se reparten miles de retratos de Che y en numerosos letreros se le rinde tributo; en la propia Bolivia, los dirigentes universitarios de Cochabamba declaran públicamente, en esos días, “duelo par la muerte de Ernesto Guevara y ciudadano patriota boliviano”. Durante las jornadas de mayo de 1968, en París, frases de Che son escritas en los muros de la universidad de La Sorbona; y ese mismo año, durante las protestas estudiantiles en México, aulas del Instituto Politécnico Nacional son bautizadas con su nombre.

Las campañas contra Che resultan, entonces, una respuesta, el intento por desacreditar un símbolo de una fuerza extraordinaria. De hecho, algunas de sus biografías, se reconoce que han sido escritas por encargo explícito de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. El propósito es el mismo: tratar de presentar una vida y un hombre completamente opuestos a los valores que encarna Che.

Desde mediados del 2005, ya cercano el 40 aniversario de su asesinato y el 80 de su natalicio, se reactivaron los ataques contra el Che. Otra vez, en los artículos que se han publicado, se insiste en la imagen del fracaso, en todas las facetas posibles de su vida: como guerrillero, como líder, como pensador revolucionario, como dirigente y economista, e incluso como amigo e hijo. Hasta se llega a afirmar el fracaso de su ejemplo, de su símbolo, que habría sido convertido en una marca, en una moda sin ningún sentido político o ideológico. [1]

Se recurre a las habituales citas descontextualizadas de frases de Che, a análisis tergiversados de su acción y pensamiento; pero, además, a tono con los tiempos, se agrega un nuevo argumento de la mentira, y se Che se califica de terrorista, de precursor del terrorismo moderno.

En febrero de este año, apareció otro artículo particularmente maligno, de dos periodistas (Maité Rico, española, y Bertrand de la Grange, francés: “Operación Che” Historia de una mentira de Estado), en el cual se ataca nuevamente el símbolo, y a Cuba; en este caso se llega al desatino de cuestionar la autenticidad de los restos de Che, hallados hace una década por un equipo multidisciplinario de científicos cubanos, con el empleo de las técnicas más novedosas.[2]

Pero las actuales campañas contra Che, no solo forman parte de las habituales acciones para atacar esa permanencia, universalidad y fuerza de su símbolo, aun cuando han intentado, una y otra vez, tergiversarlo y banalizarlo. Hay que considerar, además, el contexto latinoamericano de hoy, marcado por procesos como la Revolución Bolivariana en Venezuela, los cambios que ocurren precisamente en Bolivia, el triunfo sandinista en Nicaragua; además, el auge mundial de las fuerzas progresistas, expresada en espacios como los foros sociales mundiales de los movimientos sociales.

Che es una bandera que se afinca en todos estos procesos, es un referente permanente y de una fuerza tremenda dentro de todos estos movimientos de cambio social, muy especialmente, te repito, en América Latina, escenario vital del enfrentamiento mundial actual al capitalismo y al neoliberalismo.

Y si bien Che es un símbolo que trasciende todas las fronteras, hasta alcanzar una dimensión universal, en Latinoamérica tiene un particular significado. Por su condición de latinoamericano y porque este fue el escenario principal de su acción revolucionaria. Así, Che se inserta en una cronología de la resistencia y la liberación, que se extiende desde Tupac Amaru y Tupac Katari, pasando por Bolívar y Martí, hasta otros líderes y procesos revolucionarios del siglo XX: Zapata, Sandino, Fidel, Allende... Che es parte esencial de esa identidad latinoamericana de la liberación y la unidad, cuya prolongación llega hasta los actuales procesos populares que vive el continente.

En este contexto es absolutamente previsible que se articulen falsedades en su contra. Che es un símbolo demasiado incómodo para toda dominación; porque han tratado de desvirtuar su vida y su obra, y no lo han logrado; porque han intentando vaciar de contenido su símbolo, y tampoco lo han conseguido.

¿Este aniversario podría ser una oportunidad para profundizar en su pensamiento?

En su discurso en la velada solemne en memoria de Che, realizada el 18 de octubre de 1967, Fidel no solo exhorta a que siguiéramos su ejemplo, su extraordinaria personalidad, sus virtudes; también explica que, aunque hubiera descollado como un hombre de acción insuperable, Che no solo era un hombre de acción. “Che –afirma Fidel- era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción”.

Dos décadas después, en su discurso en el XX aniversario del asesinato de Che, en 1987; Fidel insiste en la necesidad de estudiar el pensamiento de Che, en el contexto además del proceso de rectificación de errores y tendencias negativas que vivía entonces nuestro país.

Sin embargo, en general, hemos hecho mayor énfasis en el ejemplo de Che, en sus acciones y sus valores, ciertamente tremendos; en las anécdotas que muestran esos valores. Aun cuando Che es una presencia permanente, desde el lema de nuestros pioneros, siempre es importante profundizar no solo en su ejemplo, sino también en sus ideas, en su pensamiento revolucionario, en sus reflexiones sobre los desafíos que supone la transición socialista y al comunismo, así como los posibles errores en el camino de la liberación del hombre. Es decir, en su dimensión teórica, a partir de sus aportes y críticas desde el marxismo creador; que resulta, precisamente, otro elemento incómodo que sus detractores soslayan e incluso niegan: la trascendencia visionaria de sus tesis y concepciones revolucionarias.

El contexto del aniversario puede ser propicio para ello, pero siempre con el sentido de que perdure más allá de la conmemoración, como parte de un ejercicio permanente de reflexión que acompañe nuestra práctica, como él mismo hacía y conminaba a todos a hacer.

¿Eso relaciona la propuesta del socialismo del siglo XXI con los análisis del Che sobre la transición al socialismo?

Hay una serie de aspectos analizados por Che en relación con la transición socialista que conservan plena actualidad y validez. Para Che, el socialismo es un hecho económico, pero también un hecho de conciencia. La historia ha confirmado que ambas dimensiones deben ir de la mano, y en el pensamiento de Che se encuentran importantes reflexiones sobre las complejidades de ese camino.

El lugar central que otorga Che a la ética, sus análisis críticos sobre ciertas distorsiones en que se puede caer durante el proceso revolucionario –como el burocratismo y la corrupción-, su humanismo radical y, por tanto, la colocación del hombre como centro del proyecto liberador; esa idea esencial de que se han de formar el hombre nuevo y construir la nueva sociedad al mismo tiempo… Todos son aspectos que mantienen vigencia para cualquier proyecto de liberación.

Es por eso que insisto en la importancia de, en el contexto actual, volver cada vez más profundamente al pensamiento del Che.

Recuerdo ahora una encuesta de fines del siglo pasado, donde la mayor parte de los consultados afirmó querer hablar con Cristo pero revivir al Che. Como investigador has estudiado mucho el símbolo del Che y ¿Significa eso que ese símbolo sigue estando en manos de los revolucionarios?

La conformación y gestación de ese símbolo es un proceso múltiple, y sus manifestaciones diversas. Por ejemplo, algunos hablan de Che como mito, e incluso en ciertos lugares se le llega a considerar un santo: San Ernesto de la Higuera. Para otros, desde extremos opuestos, verlo así significa ubicarlo más allá de lo humano, y por ende inhumanizarlo, convirtiéndolo así en inalcanzable.

De cualquier forma, el símbolo del Che sigue siendo esencialmente revolucionario. Es muy difícil desligarlo de esa condición, de su antiimperialismo y de un proyecto socialista, de un socialismo realmente liberador del ser humano, tercermundista y a la vez universal. Incluso, cuando algunos pensaron que su símbolo desaparecía, luego del derrumbe del llamado socialismo real, cuando la postura más radical posible era el antineoliberalismo, que no el anticapitalismo; Che, su símbolo, se levantó sobre ese tiempo y esas circunstancias; y los trascendió. ¿Por qué? Porque su pensamiento y acción constituyen una unidad, expresión y síntesis creadora que perdura hasta hoy -y se extiende hacia el futuro- como símbolo de la resistencia, la rebeldía, el compromiso social, el enfrentamiento a toda injusticia u opresión; su imagen simboliza los procesos auténticamente liberadores y revolucionarios.



[1] Un personaje especialmente reaccionario: Álvaro Vargas Llosa publicó dos artículos; uno, titulado “Che Guevara: la máquina de matar”, y el otro, “Diez tiros al Che Guevara”. Además ababa de editarse un libro cuyo título lo dice todo sobre su contenido e intenciones: “Revelando al Verdadero Che Guevara y a los Idiotas Utilizables que lo Idolatran”.Otros en este sentido son los de Félix Romeo y Enrique Krauze titulados “El Che, S.A.” y “El Che, vida y milagros”.

[2] Para una precisión más completa sobre el tema de los restos recomendamos las dos partes del artículo “Desmentir las campañas contra el Che” de Froilán González y Adys Cupull. http://www.upec.cu/noticias/abril07/23/02.htm. Además recomendamos el reportaje de Leisa Sánchez: “La ciencia, protagonista anónima de año y medio de esperanzas”. Periódico Granma, 15 de julio de 1997. página 4.

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