Posted by : Unknown jueves, 2 de abril de 2009

En el taller de la economía capitalista hay mucho ajetreo. Llegados de las escuderías más “famosas” del mundo, los mecánicos más renombrados tratan de echar a andar de nuevo una máquina que sufre serías roturas, principalmente desde septiembre de año pasado.

En la primera reunión de noviembre, en Washington, prácticamente nada se pudo hacer. Entonces el fracaso se le atribuyó a que el jefe del equipo de “mecánicos” estadounidenses: George W. Bush, estaba a punto de terminar su mandato y por tanto era incapaz de tomar decisiones de peso.

Ahora, en cambio, al frente del equipo llega Barack Obama, quien despertó muchas expectativas hablando de “cambio”, sobre todo porque debe su éxito electoral, en buena medida, al actual descalabro económico de su país.

Sin embargo su agenda para devolverle la velocidad y candencia al motor no difieren mucho de las propuestas de su predecesor: Más combustibles y aceites en el formato de 8,42 millones de millones de dólares, para tratar de corregir los serios problemas del carburador bancario, con la hasta ahora vana esperanza de que la inyección del dinero pueda hacer que la bujía, o sea los créditos de los bancos, vuelva a hacer chispa y estimulen al pistón del consumo.

Dicho cronograma, aunque tiene el apoyo del jefe de los mecánicos ingleses, el primer ministro Gordon Brown, esta siendo cuestionado por sus colegas europeos. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana Angela Merkel, creen que la prioridad consiste en cambiar algunas piezas defectuosas e imprimir nuevos “manuales de ética” para los conductores, de manera que sean más prudentes en el futuro y eviten nuevas crisis.

Otro punto de debate es qué hacer con el “Fondo de Mecánica Internacional” (FMI), institución que nació en Bretton Woods para, supuestamente, evitan las roturas del motor.

Voces discordantes
Pero la fuerza de las circunstancias obligó a los orgullosos mecánicos de las economías más desarrolladas: Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá, Japón, a invitar a representantes de escuderías menos conocidas, pero cuyo peso combinado es imprescindible para proponer alguna salida a las actuales dificultades.

De esta manera, al igual que la cita de Washington, asisten: por América Latina los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; México, Felipe Calderón, y Argentina, Cristina Fernández, aunque esta última tuvo que regresar a su país para asistir a los funerales del ex presidente Raúl Alfonsín. A estos se les unen representantes de la Unión Europea, Australia, Corea del Sur, China, India, Indonesia, Arabia Saudita, Sudáfrica y Turquía. Mientras que España, República Checa y Holanda están como invitados, junto al Banco Mundial, la Unión Africana, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Nueva Asociación para el Desarrollo de África.

¿Soluciones ocultadas?
La pujanza de la República Popular China, quien entre otras cosas es el principal acreedor de Estados Unidos, hace ridícula cualquier propuesta de salida a la crisis sin por lo menos la aprobación tácita de Beijing.

Por eso varios analistas coinciden que está es la oportunidad del gigante oriental para ascender a papeles protagónicos. Precepción que parece estar en la mente de los asiáticos, quienes ya han tomado medidas más concretas, primero para evitar el “recalentamiento” de sus motores y ahora podrían convertirse en una ruta de salida ciertamente diferente a las propuestas por los cada vez más desprestigiados “genios” de la economía de Europa y Estados Unidos.

Paralelamente otros “mecánicos” díscolos, para quienes no hay un lugar en el Olimpo de G-20, les ponen los pelos de punta a las figuras establecidas del Primer Mundo. Palabras, como Socialismo suponen soluciones más radicales que implicarían no solo sustituir algunas piezas, sino incluso, cambiar todo el motor.

Ellos se reunieron ya en marzo en La Habana, donde alertaron por ejemplo, sobre la esterilidad de las inyecciones de capitales y exigieron un análisis crítico y serio sobre el asunto por toda la comunidad internacional, en especial de la ONU. Por lo cual, dijeron, no se le pueden imponer al mundo los planes conciliados por las élites de poder o las naciones ricas.

Los acontecimientos cada vez más le dan la razón, pues los problemas en la maquinaria de la economía global son demasiados serios como para resolverlos con reparaciones hechas con herramientas de regulación que ya demostraron su ineficacia a largo plazo.

One Response so far.

  1. Anónimo says:

    Oportuno y esclarecedor tu trabajo. Volveré luego en busca de más.

En 280 caracteres...

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