Posted by : Unknown miércoles, 20 de mayo de 2009

Como alumnos testarudos, algunos artífices de la actual política exterior mexicana parecen no haber aprendido la lección de sus predecesores.

En una jugada ciertamente irresponsable, el presidente mexicano Felipe Calderón declaró: “Iba a ir a Cuba, efectivamente, en estos días o semanas, pero como Cuba ha impedido los vuelos de México, a lo mejor no voy a poder ir”. Fue la manera que escogió para justificar su ausencia y de expresar su desacuerdo con la decisión cubana de proteger a su población de un potencial contagio con la influenza causada por el virus A H1N1.

Aunque la cancillería azteca había manifestado su malestar con medidas similares tomadas por otros países como Argentina, Ecuador y Perú. Lo dicho por el mandatario llevó el tema al plano bilateral.

No se sabe a ciencia cierta qué motivos tuvo Calderón para provocar semejante incidente de manera injustificada. Pero como su predecesor en 2002, no previó las consecuencias o fue muy mal asesorado, pues era obvio que en Cuba no iban a quedarse callados ante el intento de hacerlos parecer como enemigos del pueblo mexicano.

Especialmente porque tras las afirmaciones del presidente Calderón, en su país se comenzó a decir que los estudiantes mexicanos habían sufrido un aislamiento total en un lugar desconocido, y que, incluso, se les había prohibido comunicarse con sus familiares. Conjeturas rápidamente desmentidas por embajada mexicana en La Habana, la cual confirmó a la prensa que había mantenido contactos consulares normales con sus nacionales en el poblado de Jagüey Grande.

Por momentos pareció repetirse el papelazo del “Comes y te vas” como se conoce en México, al ridículo protagonizado por el entonces presidente Vicente Fox, cuando le pidió a Fidel que se marchara de Monterrey para no molestar a George W. Bush.

Otra vez no supieron calibrar el contragolpe cubano, el cual se dirigió justamente al punto más débil: la respuesta del gobierno mexicano al brote de gripe causado por el virus A H1N1, cuya efectividad ha sido objeto de serios cuestionamientos.

No ya por Fidel en sus reflexiones citando informes de prestigiosas fuentes como la revista Science, sino incluso por varios científicos mexicanos quienes opinaron que si se hubiese contado con mejores alertas epidemiológicas y laboratorios capaces de identificar el nuevo virus, la emergencia habría podido decretarse antes del 23 de abril.

Afortunadamente este el “resfriado” en las relaciones no llegó a peor y en una reunión entre el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla y su colega mexicana Patricia Espinosa, pareció aplicarse la medicina correcta.

No obstante, este episodio es inequívoco en su mensaje: frases irresponsables como la dicha por el presidente Calderón pueden provocarle, por lo menos, un catarro a las relaciones entre Cuba y México.

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