Posted by : Unknown lunes, 20 de julio de 2009


• Nadie podrá negar que Fidel tenía razón cuando denunció que: “La reunión de Costa Rica no conducía ni podía conducir a la paz. [..]Tal reunión entre Zelaya y los golpistas solo serviría para desmoralizar al Presidente Constitucional y desgastar las energías del pueblo hondureño”.

• Ahora conociendo las propuestas del mediador Oscar Arias y la actitud complaciente con los golpistas que ha asumido la OEA, salta a la vista que los hilos oscuros del Imperio se mueven para consolidar a los golpistas.

Tal vez sea porque el término en sí mismo nos trae malos recuerdos a los cubanos, pero cuando escuchamos la palabra se nos encienden las alarmas. Quién sabe si recordando aquella nefasta “mediación” del embajador estadounidenses Summer Wells, allá por los años 30 cuando trató de convencer al dictador Gerardo Machado de que abandonara el poder y así evitar la Revolución que se avecinaba.

No se puede más que ser suspicaces al estudiar con detenimiento los puntos del mediador Oscar Arias, presidente de Costa Rica, para ¿resolver? el conflicto desatado en Honduras a raíz del golpe de Estado perpetrado contra el mandatario de ese país, José Manuel Zelaya Rosales.

¿Legitimación de quién?
El primer punto propone “Legitimar restitución de José Manuel Zelaya Rosales en la Presidencia de la República hasta el fin del período del que fue electo”. ¡Faltaba más! no comenzar por ahí implicaba, no ya desconocer la resolución de la Organización de estados Americanos (OEA) cuyo protagonismo es más que cuestionable, sino ir en contra del parecer de la Asamblea General de las Naciones Unidas y omitir la condena individual de la mayoría de los gobiernos de la región y del resto del orbe.

Al mismo tiempo hubiera significado apoyar a los golpes militares como mecanismo para la resolución de las diferencias internas de las naciones. No obstante este es un aspecto no suficientemente esclarecido, como se verá más adelante.

En segundo lugar Arias plantea la “conformación de un Gobierno de unidad y reconciliación nacional compuesto por representantes de los principales partidos políticos”. Se expresa como si se tratar de concluir una guerra civil donde los contendientes llegaron a un punto muerto en el cual, por la fuerza de las armas, ninguno lograría sus propósitos.

Tampoco queda claro qué o quiénes conformarían ese supuesto “gobierno de unidad nacional”. Aquí regresamos a la ambigüedad referida anteriormente: ¿Cómo es posible conformar un gobierno de esas características cuando una de las partes violó la constitución, ha cometido flagrantes delitos de lesa humanidad y se mantiene en el poder a sangre y fuego?. De hecho se le está adjudicando a una banda de delincuentes, porque los golpistas no son más que eso, la legitimidad que tanto han soñado.

Por si fuera poco el “mediador” propone la “declaración de una amnistía general, exclusivamente para todos los conflictos del golpe de Estado”. [El subrayado es nuestro] ¿Por qué una amnistía vinculada al golpe? ¿Significa esto que quedarían sin castigo los asesinatos y represiones de los golpistas tras la asonada del 28 de junio?.

Es una especie de borrón y cuenta nueva con olor a las leyes de punto y final que sucedieron a las dictaduras latinoamericanas en el siglo pasado. Como en esos casos, igualmente quedaría garantizada la impunidad de los asesinos y represores que han asolado al país en las últimas semanas.
Pero la victoria más clara
de los golpistas radica en el punto propuesto que plantea la “renuncia del presidente José Manuel Zelaya Rosales y de su gobierno a la pretensión de colocar una cuarta urna en el proceso electoral”.

Se está cortando de un cuajo una de los pilares más importantes del programa de gobierno del presidente Zelaya y que hubiera abierto las puertas a un largo camino de verdaderos cambios políticos en el país y darle más poder real a las mayorías tradicionalmente excluidas.
Este punto envía un mensaje claro a todas las fuerzas conservadoras del continente: Es posible legitimar un golpe de Estado si después, con una mediación conveniente, se consiguen los objetivos que desataron los resortes del cuartelazo.

A este mismo propósito tributa la propuesta de un “adelantamiento de las elecciones nacionales del 29 de noviembre al último domingo de octubre”. De concretarse estarían limitando considerablemente la capacidad de un Zelaya repuesto en su cargo para continuar con sus medidas de corte social, pues el país estaría inmerso en la campaña electoral y el consiguiente traspaso del mando al presidente electo. Más, teniendo en cuenta que Zelaya no puede aspirar a la reelección.
Otro aspecto sumamente oscuro es el de un “traslado del comando de las Fuerzas Armadas del poder ejecutivo al Tribunal Supremo Electoral un mes antes de las elecciones para garantizar la transparencia y normalidad del sufragio”.

Con el sabotaje al referendo planteado por Zelaya primero, y después con el Golpe, las Fuerzas Armadas entraron de lleno en la vida política de la nación y nada indica que vayan a dejar de hacerlo por voluntad propia. Al perpetrar el Golpe, no solo desconocieron el mando de su Comandante General: el presidente constitucional de la República; también violaron la Constitución. Por tanto: ¿Qué garantías reales tendría Zelaya de que el sector castrense “acataría” el mando del Tribunal Constitucional?.

El último punto presentado por Arias, devela que los verdaderos mentores de la mediación están en el Norte pues a hablar de la “integración de una comisión de verificación compuesta por hondureños notables y miembros de organismos internacionales especialmente de la Organización de Estados Americanos, que vigile el cumplimiento de estos acuerdos y supervise el correcto retorno al orden constitucional”, no se busca otra cosa que apuntalar el papel de la OEA como organismo encargado de ventilar los conflictos dentro del sistema interamericano, a pesar de su evidente incapacidad para presionar efectivamente a los golpistas, por más ultimátum que dé su secretario general, José Miguel Insulza.

Las reacciones lo dicen todo
Mientras “Mel” Zelaya en declaraciones a Radio Globo, dijo estar de acuerdo con los puntos propuestos por Arias. Los representantes de los movimientos sociales fueron enfáticos en su rechazo. Directamente objetaron la amnistía y la posibilidad de que finalmente no pudiera producirse el referendo sobre la convocatoria o no a una Asamblea Constituyente.
En carta dirigida al "mediador" costarricense, el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado en Honduras, ratificó que sólo acepta el primer punto de los siete que propuso Arias o sea: el retorno del presidente Zelaya al gobierno.

Tras impugnar el resto de los puntos de la mediación, el Frente denunció “la actitud de desconocimiento tácito de violación de derechos humanos de que viene siendo objeto la población por parte del gobierno de facto y sus aparatos represores, de lo cual es muestra: cuatro asesinatos, mil 158 detenciones ilegales, acoso y persecución a representantes del movimiento social; 14 medios de comunicación, 14 periodistas y cuatro organizaciones sociales han sufrido atentados a la libertad de expresión; se han violentado los derechos individuales y fundamentales en la vida del ciudadano y ciudadana contemplados en la Constitución de la República”.

De esta manera asoma el peligro de un nefasta escisión entre el pueblo y su presidente, lo cual, como denunció ya Fidel, es uno de los objetivos de quienes plantearon estas negociaciones.
Encaramados en su prepotencia los golpistas anunciaron su rechazo a los puntos de Arias, especialmente al primero. Acto seguido presentaron sus propias demandas. Esta posición desnuda nuevamente una arrogancia que, como ya hemos dicho no es fortuita, sino que nace del apoyo que disfrutan desde Washington.

Desde luego que consideraron “inaceptables”, “en particular su propuesta número uno”, dijo Carlos López, líder de la delegación golpista dirigiéndose al presidente Arias para anunciar más tarde su retirada de la mesa de negociaciones.

De su contrapropuesta es sumamente interesante que, excepto el ya mencionado punto 1, en esencia, están en sintonía con la solución planteada por Arias. Sin embargo hay que destacar como tratan de equiparar las acciones de Zelaya para convocar a un referendo, apegado siempre a la ley, con sus burdas violaciones a los derechos humanos que ha cometido después del 28 de junio; tratando de presentarlos como de igual gravedad y de esta manera coartar el castigo a los responsables de la represión.

Es tal su prepotencia ni siquiera quieren oír hablar de la OEA para una hipotética “comisión de verificación”, limitándola a unos desconocidos “hondureños notables”. Asimismo exigen que el traspaso de mando de las Fuerzas Armadas al Tribunal Electoral sea ¡cuatro meses antes! de las elecciones generales, las cuales, por cierto, están dispuestos a adelantar. Así tendríamos a un Ejército, prácticamente con las manos libres, prácticamente desde el momento en que comenzara a funcionar el supuesto “gobierno de unidad nacional”, con o sin Zelaya al frente.

Mientras tanto Oscar Arias como el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, no cejan en su empeño en oxigenar un proceso negociador diseñado a la medida de los golpistas. Los arquitectos de la maniobra, representados por la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, presionan al gobierno de facto para que acepte la mediación o de lo contrario, dijo, Washington suspenderá la ayuda a la nación centroamericana.

Una noticia que no le debe haber hecho mucha gracia a Roberto Michelleti y compañía, pues en estos momentos solo desde Estados Unidos les llega dinero pues la Unión europea anunció el cese de su ayuda monetaria a Honduras. En consiguiente no deberá extrañarnos que en el futuro se produzca un cambio en la actitud de los golpistas hacia una actitud más “constructiva”.

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