Posted by : Unknown lunes, 11 de octubre de 2010

Es verdaderamente increíble la capacidad del stablishment norteamericano para autosorprenderse con fenómenos que el mismo ha expandido por el mundo con total normalidad.
La semana pasada el presidente Obama se mostró visiblemente molesto con lo que calificó como una amenaza a la democracia de su país. En un discurso en la Bowie State University de Maryland, el mandatario advirtió: “grupos que reciben dinero extranjero están gastando enormes sumas para influir en las elecciones estadounidenses. Y no dicen de dónde viene el dinero para la publicidad. Por lo tanto, esto no es una amenaza únicamente para los demócratas. Todos los republicanos deberían estar preocupados. Los independientes deberían estar preocupados. Esto es una amenaza a nuestra democracia”.

Ahora resulta que la administración que él dirige está preocupada por fondos que están llegando desde el exterior para financiar las campañas electorales de los republicanos.
La ruta del dinero
La algarabía se desató cuando The New York Times, reveló que la Cámara de Comercio de los Estados Unidos está recibiendo dinero del exterior para financiar su campaña contra la reciente reforma de salud y otras medidas promovidas por los demócratas, colocándose, de facto, del lado de los republicanos.
De esta manera los candidatos oficialistas estarían siendo perjudicados pues según Anthony Corrado, especialista en financiamiento de campañas del centro Brookings, junto con la citada Cámara otras instituciones como las compañías aseguradoras igualmente molestas con las tímidas modificaciones al sistema de atención médica, estarían recibiendo dinero foráneo.
Sin embargo habría que preguntarle a Obama si está de acuerdo con que sus correligionarios devuelvan los 16 millones de dólares que llegaron a sus arcas también desde el exterior solo durante el mes de septiembre.
Este año las reglas para la financiación de los candidatos electorales en los Estados Unidos sufrieron un cambio crítico tras la decisión de la Corte Suprema de declarar inconstitucionales algunas de las restricciones legales sobre donaciones privadas a las campañas.
Las empresas privadas pueden ahora extraer directamente fondos de sus cuentas y colocarlos en los Comités de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) que apoyan a los diferentes aspirantes a los cargos sometidos a elección. De hecho ya existen verdaderos "super-PAC'' que están acogiendo cantidades ilimitada de donaciones. El American Crossroads, por ejemplo, en sus cinco meses de existencia ya reunió 30 millones de dólares para apoyar en una docena de Estados a los republicanos con intenciones de quedarse con los puestos senatoriales en disputa allí.
Financiamiento que, por ley, no se ven obligados a declarar. Al respecto la organización no gubernamental Public Citizen insistió en un estudio reciente en que solo tres de cada 10 de estos PAC´s revela el nombre de sus donantes.
Así las cosas los venideros comicios de término medio están próximos a convertirse en los más caros, no solo en relación con los anteriores de su tipo en la historia del EEUU, incluso en comparación con las elecciones presidenciales.
El rotativo inglés The Guardian vaticinó que en la actual contienda electoral se gastarán unos cinco mil millones de dólares, quintuplicando la cifra de gasto de la carrera por la Casa Blanca de 2008. Por su parte el Center for Responsive Politics afirmó que ambos partidos ya se gastaron de conjunto, tres mil 400 millones de dólares, cuantía claramente superior a los dos mil 800 millones de dólares desembolsados para la elección anterior de medio mandato en 2006.
¿Moral en calzoncillos?
Cabría preguntarse, ¿Cuál es la ruido si una de las modalidades más comunes de influencia sobre otros países de los grandes centros del poder de Washington es precisamente robustecer financieramente a aspirantes afines a sus intereses?. Ejemplos se sobran.
Si en una época ese dinero fluía fundamentalmente a través de Agencia Central de Inteligencia, hoy se hace de una forma más sutil mediante la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (US Agency for International Development, USAID) y el Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED) por solo citar tres de los más importantes.
Durante la Guerra Fría, fueron notorios los ríos de dinero que corrieron hacia Italia para evitar que el Partido Comunista llegara al gobierno en las elecciones de 1953. La propia CIA admitió que entre 1948 y 1968 pagó un total de 65 millones 150 mil dólares a partidos y organizaciones obreras anticomunistas italianas. Todavía en 1972 los documentos internos de la Agencia reflejaban contribuciones a más de 21 candidatos en ese país. Mientras que en los años 80, el entonces director de la CIA William Casey coordinó el pago de dos millones de dólares por Arabia Saudita para cortar el ascenso comunista en las urnas itálicas.
Hacia el sur sobresalen casos ampliamente documentados como el apoyo al candidato democristiano para impedir la elección de Salvador Allende en 1970, el soporte financiero dado a la Unión Nacional Opositora en 1990 para sacar del poder a los sandinistas; hasta los más recientes denunciados por la investigadora Eva Golinger sobre el apoyo monetario enviado desde EEUU para la Súmate, promotora del fallido referendo revocatorio contra el presidente venezolano Hugo Chávez; prácticas que, por cierto, no han desaparecido.
Cuba ocupa un lugar prominente en estos esquemas de injerencia y el dinero también fluye para los grupos afines a los intereses de Washington aunque en las elecciones en la Mayor de las Antillas está absolutamente prohibida cualquier tipo de proselitismo electoral y por ende el apoyo monetario a cualquier candidato.
La misma Eva Golinger ha descubierto documentos probatorios de como la USAID ha invertido más de 2.3 millones de dólares para diseminar propaganda sucia contra Cuba y financiar autotitulados periodistas dentro del Archipiélago entre 1999 y 2008.
A pesar de los escándalos de corrupción a la USAID este año le aprobaron un mínimo de 15 millones de dólares para los llamados “Programas para la democracia en Cuba”. Aunque las cifras podrían continuar creciendo en cuanto la Agencia acredite un uso “adecuado” de su presupuesto.
O sea que mientras continuemos escuchando a Obama manifestando sus “preocupaciones” en relación con la financiación de las elecciones bien valdrá saber que se trata más de un “haz lo que yo digo y no lo que hago”.

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