Posted by : Unknown viernes, 18 de febrero de 2011

La reciente caída del gobierno de Hosni Mubarak en Egipto oxigenó el debate sobre el papel de las redes sociales en las luchas políticas contemporáneas. Sin embargo el caso egipcio no hizo otra cosa si no demostrar los dobles discursos que también se anidan en este asunto. Para saberlo solo basta con contrastar lo ocurrido ahora en el norte de África, con lo acontecido en Irán en 2009.
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¿Revoluciones desde facebook y twitter?
Con un mal disimulado romanticismo se ha ponderado el protagonismo de las redes sociales en las protestas que siguieron a los comicios presidenciales iraníes de junio de 2009 en los cuales resultó reelecto Mahmoud Ahmadinejad.
El movimiento, calificado como “espontáneo” se valió en buena medida de redes sociales como facebook y twitter, así como otros mecanismos de difusión de imágenes y videos como Flickr o Youtube que parecieron imprimirles un sello “popular” a las manifestaciones.
Echarle mano a estos recursos pareció tener éxito pues se suponía que al circular desde estas fuentes no habituales, noticias de un indemostrado fraude a favor de Ahmadinejad, las subsiguientes  protestas y, desde luego, detalles sobre la “represión” gubernamental, le permitirían a los grandes circuitos mediáticos globales mostrarse como “neutrales” o “transmisores” de un periodismo ciudadano que, afincado en las bondades de las nuevas tecnologías, posibilitaría a personas comunes trastocar las rutinas tradicionales de selección-producción-presentación de acontecimientos noticiables.
De esta manera, encandilados por creerse con la prueba de su éxito, ha circulado más de un artículo loando los todavía en discusión “poderes” de las redes sociales para ¿derribar gobiernos?.
Ahora bien, viendo el escenario en sentido inverso podría entenderse mejor la raíz de este autoproclamando “poder” de las redes sociales:
En Irán en estos momentos actúan los principales mecanismo desestabilizadores de los círculos de poder global. Tras la elección en 2005 de Mahmoud Ahmadinejad, cuya discurso y acción es considerado por Washington como mucho más hostil, EE.UU anunció la creación de la Oficina para Asuntos Iraníes, con un presupuesto inicial de 85 millones de dólares aprobado por el Congreso.
La mayor parte de esos fondos son controlados por el National Endowment for Democracy (NED) quien fortaleció su apoyo logístico a organizaciones como la Asociación de Maestros de Irán (ITA), la Fundación para un Irán Democrático (FDI), basada en territorio estadounidense, así como la Fundación Abdorrahman Boroumand (ABF). Según documentos revelados por la investigadora Eva Golinger, cantidades de dinero no reveladas públicamente por la NED se han entregado a diferentes ONG durante los años 2007-2009, para “construir un apoyo internacional para las ONG y los activistas de derechos humanos nacionales… facilitar la capacidad de la sociedad civil iraní y los representantes de los medios de comunicación para relacionarse y comunicar con la comunidad internacional”.
Paralelamente otros grupos declaradamente gubernamentales o no, pero igualmente conectados a los sistemas de dominación global como Freedom House, Centro para la aplicación de la acción no violenta “CANVAS” (antiguo OTPOR), Centro para el Conflicto Internacional No Violento (ICNC), Instituto Albert Einstein, el Pentágono o  Misión Especial de la Dirección Nacional de Inteligencia de EEUU para Irán, ha aplicado sus propias estrategias para socavar el orden interno en la nación persa.
Llegado el momento de las elecciones la mayor parte de los más importantes noticieros y periódicos internacionales aseguraban que el candidato opositor Hossein Musavi saldría victorioso, aún  cuando las encuestas decían lo contrario.
Curiosamente Musavi, prometía “un nuevo saludo al mundo” si llegaba al poder, un mensaje que debe haber tenido su particular interpretación en Washington pues Musavi es un viejo conocido para la CIA, pues desde su puesto de primer ministro en los años 80 fue clave para la concreción de las operaciones encubiertas que luego saldrían a la luz en el escándalo Irán-Contras.
Cuando se produjo el resultado lógico, dado el amplio apoyo popular a la gestión de Mahmoud Ahmadinejad, se puso en marcha el plan con las alegaciones de Musavi de que había sido víctima de un supuesto fraude. En este guión las redes sociales no eran personajes secundarios, todo lo contrario.
Entre otras cosas por que Irán está al nivel de los países desarrollados en cuanto a niveles de acceso a la Internet con más del 30 por ciento de su población conectada. Cifra que lo ubica entre los punteros dentro del Oriente Medio, por delante incluso de aliados estadounidenses en la región como Arabia Saudita, Egipto o Jordania. Un logro obtenido paradójicamente en los años siguientes a la Revolución Islámica de 1979. Especialmente en los últimos 10 años pues en 1998 menos del cinco por ciento de los iraníes tenía algún tipo de conexión a la red de redes.
Fue así que se aprovechó la amplia conexión del iraní promedio a la Internet para derribar a un gobierno bajo cuya gestión se había hecho posible una realidad tecnológica que irónicamente había sido creada contrapelo de los esfuerzos de EE.UU quien durante años ha obstaculizado el desarrollo económico de la nación persa.
Así durante más de un mes espacios como facebook y twitter se inundaron de mensajes que parecieron confirmar el fraude electoral y un alegado apoyo popular a las demandas de los manifestantes.
Pronto aparecieron las alertas de que buena parte de los mensajes que circulaban había salido de una Unidad Especial creada al efecto por el Departamento de Estado para magnificar artificialmente los disturbios en Teherán.
Más tarde todo quedó confirmado por la mismísima secretaria de Estado Hillary Clinton, en una entrevista concedida el 9 de agosto de 2009 a la CNN.
Ante la pregunta de Farred Zacharia, de por qué la Casa Blanca había  sido “lenta” en apoyar las protestas antigubernamentales en Irán, la jefa de la diplomacia estadounidense se defendió diciendo:
“Nosotros no queríamos vernos entre las protestas y manifestaciones legítimas del pueblo iraní y el poder. Y sabíamos que si nosotros interveníamos demasiado pronto, demasiado fuerte, la atención hubiera podido desviarse y el poder hubiera tratado de utilizarnos para unificar el país en contra de los que protestaban. Era una decisión difícil de tomar, pero, retrospectivamente, yo creo que salimos bastante bien. Dicho esto, entre bambalinas, nosotros hicimos mucho. Como usted sabe, la juventud…, uno de nuestros jóvenes del Departamento de Estado recibió un Twitter «Continúen», a pesar de que ellos habían planificado una parada técnica. Así que nosotros hicimos mucho por reforzar a los que protestaban sin mostrarnos. Y seguimos hablando con ellos y apoyando a la oposición”
La Clinton confirmó así las informaciones de que su Departamento habría presionado a Twitter para que postergara un mantenimiento programado que hubiera interrumpido sus servicios en Irán, precisamente en los días en que estaba en marcha la “Revolución Verde”.
 Sin embargo dos años después el gobierno iraní sigue en pie, mientras que otros pretendidamente fuertes y estables ya pasaron a mejor vida.
Aún así el Departamento de Estado no ceja en sus esfuerzos injerencistas, cuya más reciente expresión es la apertura de una cuenta en Twitter que bajo el nombre de USAdarFarsi  magnifica cualquier manifestación contra el gobierno de Teherán, por insignificante que sea.

¿Apagón digital?
A finales de 2010  e inicios del 2011 se vinieron abajo dos baluartes de la “estabilidad” democrática en el norte de África, primero Túnez, que hasta el momento solo aparecía en las noticias cuando algún gran estudio de Hollywood filmaba allí algún film ambientado en el desierto. Luego le siguió Egipto, cuyo presidente había sido ponderado por Barack Obama como un “buen hombre” durante su visita a la centenaria Universidad El Cairo en 2009.
Mientras en Túnez las protestas daban al traste con el gobierno de Ben Alí. Egipto siguió su ejemplo y el 28 de enero comenzaron masivas manifestaciones exigiendo la renuncia inmediata de Hosni Mubarak. Pero… ¡Increíble! En las horas siguientes se produjo un fenómeno insólito: En un proceso paulatino el país retrocedió 20 años en materia de las telecomunicaciones.
El 25 de enero circuló por Facebook y Twitter una  convocatoria para el  Día de la Furia, una jornada de protestas ciudadanas contra la represión policial y en favor de mayores libertades.
Esa misma noche Twitter confirmó que su servicio había sido bloqueado. Hasta ese momento la censura se enfocaba la cobertura 3G en las zonas de las protestas y a los servicios de video para evitar que se hicieran transmisiones en vivo a través de celulares y otros dispositivos móviles.
En apenas 13 minutos, se produjo el “apagón”. Así lo narró James Cowie desde el sitio de monitoreo de Internet: www.renesys.com:
Él explica que  el proceso de salida de las principales empresas que soportan la red nacional de acceso a Internet ocurrió en la secuencia siguiente:
·         12:12:43 Telecom Egypt (AS8452), (el principal proveedor controlado directamente por el gobierno).
·         12:13:26. Raya
·         12:17:10. Link Egypt (AS24863)
·         12:19:02. Etisalat Misr
·         12:25:10. Internet Egypt (AS5536)
“22:34 GMT  (00:34 am Hora local) “observamos la caída de todos los routers  de la red egipcia de internet. Aproximadamente tres mil 500 rutas  BGP están fuera de servicio, impidiéndole al resto del mundo continuar el intercambio de tráfico con los proveedores egipcios. Virtualmente todas  las direcciones web de Egipto están fuera. “Primera impresión - comenta Cowie- esta secuencia se parece a personas haciendo llamadas telefónicas, una la vez, diciéndoles que debían salir del aire”.
De esta manera cuando la mayoría de los egipcios se levantaron en la mañana del  28 de enero, descubrieron que el 93 por ciento del enlace del país con el resto del mundo no funcionaba. Solo se mantenía en  línea los  83 routers del Noor Group, quizás no tanto porque habitualmente estos usan como camino alternativo a Telecom Italia sino porque este soporta al sitio de la Bolsa Electrónica local (http://www.egyptse.com/).  
A la altura del lunes 30 de enero la mayor parte del internet egipcio aún permanecía caído en varias partes de la nación.
Mientras la BBC reportaba el apagón, otros pretendieron mirar hacia otro lado. Ese mismo día El País de España se hacía eco de un cable de Reuters fechado en EL Cairo que hablaba de que la causa era una “avería”.
Según este diario: “Los problemas, que también se han hecho notar en los Emiratos Árabes y Arabia Saudí, proceden de un fallo en un cable submarino de telecomunicaciones situado en el mediterráneo, situado entre Alejandría y Palermo, según han hecho oficial distintos gobiernos y proveedores de acceso. En este momento, el 70 por ciento de la Red del país africano no funciona, según el Ministerio de Comunicaciones. Según un comunicado de este departamento, la avería tardará en arreglarse unos cuantos días”. Mientras anunciaba que “El Mercado de Valores egipcio funciona sin problemas”.
¿Cómo fue posible semejante apagón si durante año se nos has reiterado el espejismo de que la democracia y el libre flujo informativo le es inherente a la Internet?. En el caso de Egipto la principal compañía que surte la tecnología a la ya mencionada   Telecom Egypt es la estadounidense Narus, propiedad a su vez de Boeing, la cual se especializa en monitoreo y vigilancia de comunicaciones en Internet en tiempo real.
Sin embargo las protestas continuaron y aunque el gobierno prolongó por otros tres días más el restablecimiento de la red la fuerza del movimiento popular indicó claramente que este no dependía de estas herramientas para crecer.
Al bloguero egipcio, Hossam el-Hamalawy no le sorprendió este hecho. Él comentó que  “Internet sólo juega un papel en la difusión de la palabra y de las imágenes de lo que sucede en el terreno. No utilizamos Internet para organizarnos. Lo utilizamos para dar a conocer lo que estamos haciendo sobre el terreno con la esperanza de animar a otros para que participen en la acción”.
Así las cosas, y valiéndose paralelamente de caminos alternativos de comunicación y coordinación, las protestas continuaron hasta forzar a los centros de poder a buscar una salida negociada que colocó de nuevo al Ejército como garante del orden establecido, abriéndose un periodo lleno de interrogantes  en el ámbito de si realmente habrá cambios en Egipto.
Lo que sí parece claro es la vulnerabilidad de las redes sociales como herramientas en las luchas políticas de la actualidad y qué primera instancias estas últimas estaría determinadas por factores internos,  más ligados al apoyo de que gocen los gobiernos entre sus poblaciones y no a los deseos foráneos de derribarlos.
Eso podría explicar, por un lado porque sigue en pie en gobierno de Irán, a pesar de que la ciberguerra que se libra en su contra, y por otro, cómo fue posible que un presidente que contaban con todo el apoyo tecnológico estadounidense, al punto de desconectar al país de Internet, no pudo soportar la determinación de su pueblo de echarlo abajo.

Epílogo legislativo
Antes de terminar no pudo pasar por alto un hecho apenas publicitado que podría ser otras de las lecciones de los hecho aquí descritos.
Resulta que mientras se producía el “apagón” de Internet en Egipto, un comité legislativo del Senado de Estados Unidos aprobó el proyecto de Ley S. 3480, por medio del cual se crearía el National Center for Cybersecurity and Communications (Centro Nacional para la Ciberseguridad y las Comunicaciones, NCCC por su sigla en inglés).
Este Centro, bajo el mando del presidente, tendría una potestad absoluta para controlar la Red, incluyendo la posibilidad de apagarla por 30 días. Atribución que fue rápidamente, no solo desde el punto de vista técnico por cuanto EEUU tiene millones de conexiones de todo tipo -privadas, públicas y secretas-, por lo cual un apagón total de Internet al estilo egipcio sería muy difícil de lograr, por no decir imposible. También porque aunque la Ley se aprobó con fines de garantizar la seguridad de las comunicaciones nada impide que no se emplee para suprimir las opiniones o manifestaciones de sus ciudadanos.
El establecimiento de esta ley es otro profundo mentis a la falacia de que la Internet es un espacio de infinita libertad informativa. Más bien confirma las intensiones de los grandes centros de poder de controlarla lo más posible

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