Tras los pasos del sol
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¿Te pasas más tiempo pensando en el futuro o en el pasado? ¿Por qué? Tras
los pasos, el sol, la vida , el canto de los niños. Tras los pasos, el mar,
el gr...
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Posted by : Unknown
miércoles, 4 de julio de 2012
La avaricia de Rupert Murdoch parece no tener fin a pesar de
los recientes escándalos en los que se ha visto envuelto. Sin importar los
vaivenes de la economía global el magnate de origen australiano quiere seguir
pescando en rio revuelto.
En una reciente aparición ante las cámaras de Fox Business Channel y Bloomberg TV Murdoch confirmó que planeaba dividir en dos su conglomerado News Corp. Estamos hablando de un emporio mediático fuertemente anclado en Australia con casi medio centenar de periódicos pero que también extendió al Reino Unido y Estados Unidos, en el primero adquiriendo diarios como The Times y The Sun; y en el segundo haciéndose de la cadena Fox, The New York Post y The Wall Street Journal.
Ahora el magante de 81 años se propone mantenerse al timón de todo pero, empezando por su país de origen, separándolo en una división de “entretenimiento” a los estudios de la 20th Century Fox, la televisora Fox y la cadena de noticias Fox News, de los periódicos y las editoriales, las cuales quedarían en un apartado de “publicaciones” donde figuraría además editorial HarperCollins.
En su
comparecencia televisiva Murdoch se mofó de las opiniones de los
analistas diciendo que estos lo criticaron por adquirir Fox News y por hacer lo mismo con The Sun; pero, dijo, ya no le
importaban sus criterios.
Sin embargo es sumamente interesante que haya optado por
esta maniobra cuando todavía no se ha aplacado la polvareda levantada el año
pasado en Gran Bretaña por el escándalo que lo obligó a cerrar su diario
sensacionalista News of The World,
tras probarse la responsabilidad este en las escuchas telefónicas ilegales a familiares de las víctimas de los
atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, el móvil de la adolescente
asesinada Milly Dowler o las comunicaciones entre los soldados británicos
desplegados en Afganistán y sus seres queridos.
Aunque el hombre de negocios trató de eludir su
responsabilidad al respecto, en mayo de este año legisladores británicos que
investigan el caso lo catalogaron como una persona “no idónea” para regir los
destinos de su empresa.
La Comisión de Cultura y Medios de Comunicación del
Parlamento británico dijo que tanto el magnate como su hijo James mostraron
"ceguera voluntaria" al
ignorar las prácticas ilegales del extinto rotativo.
“Estas personas corrompieron nuestro país. Han traído
vergüenza a nuestra fuerza policial y a nuestro Parlamento. Ellos mintieron e
hicieron trampa, extorsionaron y molestaron y todos debemos estar avergonzados
cuando pensamos en la forma en que nos encogimos ante ellos por tanto tiempo”,
dijo Tom Watson, abogado laborista quien ha descollado por sus duras críticas contra Murdoch.
Si prosperan estas acusaciones, el australiano nacionalizado
estadounidense podría ser forzado a vender su participación mayoritaria en la British
Sky Broadcasting, operación que, por cierto, realizó justamente cuando más
álgido estaba el ambiente por el caso de
News of The World.
Sin embargo a Murdoch no parecen molestarle demasiado los
anteriores acontecimientos en su contra pues en la ya referida entrevista
televisiva declaró sus intensiones de cambiarle el nombre a The Wall Street Journal al cual sería
rebautizaría como “WSJ”.
Por otro lado son más insistentes los rumores, esparcidos
por sus propios familiares, de que habría puesto sus ojos en Los Angeles Times, especialmente tras la
inminente bancarrota de Tribune Co,
hasta el momento propietario de uno de rotativos más influyentes de la costa
oeste de los Estados Unidos.
Ante las cámaras él lo negó, según dijo por las
“regulaciones locales y otras cosas” pero nada indica que no lo vaya a hacer en
el futuro pues de hecho ya en 1998,
compró los Los Angeles Dodgers, supuestamente por 311 millones de dólares, el
precio más alto pagado hasta entonces por un equipo deportivo de EE.UU.
Así Rupert
Murdoch continúa, a golpe de su chequera,
haciendo añicos el espejismo de la libertad de prensa.
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