Cubaizquierda

A 20 años de su retiro, cronistas deportivos y quienes lo enfrentaron en el terreno de béisbol todavía lo recuerdan, no por su velocidad sino por su excelente curva; sin embargo Félix Núñez González se vio como un lanzador supersónico cuando impidió un robo en una de las tiendas más importantes de la ciudad de Las Tunas.

Ya estaban a punto de regresar casa cuando su esposa Noema Hernández Serrano le advirtió sobre la presencia dentro de La Casa Azul de los dos mismos individuos que ya habían sido señalados por su actitud sospechosa en otra tienda. “Voy virar y los voy a coger”, dijo Félix, quién sabe si recordando el aplomo con que afrontó desde la colina de los martirios a temibles sluggers como Orestes Kindelán o Antonio Muñoz.



Y el mismo brazo que fue el terror de los bateadores esta vez agarró con las manos en la masa al malhechor que acababa de sustraer el efectivo de una de las cajas registradoras, aprovechando el descuido de uno de los trabajadores del comercio.

“No fui un lanzador de esa recta dura, pero creo que en ese momento lancé una de 90 millas”, dice esta gloria de la pelota cubana ahora mucho más engrandecido por su actitud fuera del diamante.