Posted by : Unknown miércoles, 19 de septiembre de 2012

Quizás sea por su forma un tanto rechoncha y lenta que a alguien se les pareció a esas figuras de yeso  sentadas con las piernas cruzadas en pose de meditación, típica de los budistas, que a estos vehículos los ferrocarrileros le llaman precisamente así: Buda.

Según cuentan, llegaron a principios del siglo pasado para transportar a instancias de las compañías azucareras estadounidenses a los pagadores que liquidaban los adeudos de aquella con los colonos cañeros. Tal vez por eso los tripulantes de estos peculiares vehículos nunca pudieron darse el lujo de la parsimonia del mítico filósofo y teólogo oriental. Más bien todo lo contrario.

Pero en mi brevísimo encuentro con Buda no hubo espacio para la meditación, me detuve, sí, en el ingenio creador de los mecánicos que logran mantener todavía rodando por las líneas férreas a estos singulares artefactos, muy útiles para trasladar a trabajadores que a fuerza de sudor mantienen seguras la circulación por los caminos de hierro en Cuba.

One Response so far.

  1. Anónimo says:

    me gustó mucho la crónica , sobretdo por la jocosidad con la que lo narraste, he aprendido que cada cual tiene su estilo , si hubiera sido yo quien lo hubiera escrito me hubiera slaido difrente . sin emarbgo me sigue faltando m´pas vuelo, más poesia a lo escrito. y ese segundo parrafo por ejemplo , hubiera sido mpás descriptiva . un beso mi lebuleyo .

En 280 caracteres...

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