Posted by : Unknown martes, 4 de junio de 2013

Sudor a raudales, el puño cerrado y cada músculo de cuerpo en tensión, la vista fija en el contrario; la respiración, entrenada también, llevando cada bocanada aire a un par de pulmones ávidos de oxígeno. Golpes que van y vienen, sangre, violencia. Así veo en el boxeo. Pero algo tan rudo y hasta osco está emparentado de cerca, al menos en Cuba, con ¡el baile!.

Eso se lo contó la semana pasada Rolando Garbey a mi amigo Dubler cuando le hablaba de los inicios del ya mítico Teófilo Stevenson en su carrera sobre el encerado.

“Cuando él [Stevenson] llega al equipo nacional por entonces en los 75 kilogramos, carecía de coordinación en sus movimientos. Por eso el ya fallecido Enrique Regüeiferos y yo tuvimos que enseñarlo a bailar”, relató Garbey.

Para los entrenadores y expertos puede que sea algo conocido, mas, para este escribidor fue todo un descubrimiento.

Si porque la danza popular, en especial la salsa me suena delicada, sonora, festiva, risueña, divertida. ¡Nada que ver con un par de seres luchando por derribarse!.

Vaya sorpresa saber que estaban emparentados en el ritmo, la cadencia de las manos y los pies; en el arte de moverse con gracia ora para deslumbra a la pareja, ora para propinarle un contundente jap al oponente.

Tal vez el asombro sea porque jamás he podido coordinar, en serio el 1,2,3… del casino y cada día pienso que ya es muy tarde para empezar en el baile y mucho más en el boxeo...

En 280 caracteres...

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