Posted by : Unknown viernes, 12 de julio de 2013

Muchos hoy hablamos del IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), no por moda o concierto fútil sino, creo, porque nos importa. Más allá de sí realmente allí se vayan a anunciar decisiones noticiables, cosa que, al parecer, no va a ocurrir. ¿Qué sentido tiene entonces dedicarle tiempo que no sea para alimentar el ego personal? Tal vez porque sea la oportunidad de preguntarnos, otra vez, qué prensa queremos hacer; más allá de si nos suben o no el salario.


El otro día me conmoví cuando alguien me ubicó en sus raíces. ¿Será porque esa es la parte que vence todas las tormentas y a la que regresas cuando estas solo o no ves el rumbo?. No creo ser tanto, apenas quien estará siempre cuando los vientos soplen duro.


Con cada nueva teoría “made in” no se sabe quien tratando de explicarnos las dinámicas mediáticas de este archipiélago antillano siento que nos falta todavía más ¡volvernos a los orígenes!. Porque todos los procesos tienen sus fundamentos y la prensa cubana: la buena, también los tiene. Y ese no puede ser otro que José Martí.


Sí; seguramente dirán que es el camino más fácil para las recetas porque Pepe es el comodín perfecto cuando no hay nada sustancial que decir. Especialmente sus escritos en el periódico Patria, asumidos, por cierto, como el único momento en el cual analizó los cometidos de una prensa revolucionariamente comprometida.

Sin embargo no iré a Patria sino mucho más atrás, a 1875, cuando ese mismo cubano recién llegado a México escribió un grupo de boletines para la Revista Universal. Con el tiempo sería la única etapa de su vida en la que escribiera desde el hoy llamado “oficialismo”; término que hoy dicho en boca de Martinoticias a uno le suena a elogio.

Por eso tienen tanta validez ahora donde hay quien piensa que es más fácil echarle tierra a los problemas, mientras otros creen que, por ser visto o escuchados por miles, son depositarios de todas las repuestas.

Motivado por la cobertura que los periódicos aztecas hicieron de las elecciones primarias de entonces, “Orestes”, como firmaba, comenzó por dejar sentado lo que no es la prensa:

“No es el oficio de la prensa periódica –dice- informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión” [1]. Rara vez usó una palabra por gusto y esa frivolidad que censura me suena a la superficialidad y la estridencia de la contemporaneidad.

¿Entonces, Pepe? 
“Toca a la prensa –continúa- encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir: tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporánea; tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre”.

¿Por qué habla de proponer soluciones y de no irritar los conflictos con juicios apasionados? A lo mejor estaba pensado en que para ganarse el respeto de la gente no hay que desembarcarse con campañas de gritos y resultados minúsculos.

“Tiene la prensa periódica –prosigue él- altísimas misiones: es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar: es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige, y ya que tantas graves cuestiones preocupan en una nación que asciende de una situación vacilante y anómala, a la de tierra dueña y libre, ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han menester más seria y urgente reforma”.

Para explicar (vale advertirlo) hace falta información, datos a tiempo y confianza.

Pepe tuvo la visión de atribuirle a una prensa, que por entonces estaban empezando a ser masivas, dos tareas supremas: facilitar y ayudar a los que gobiernan; con lo cual dejó bien claro que el poder no puede asumirla como mero aparato de difusión masiva, para usar un término actual; sino como quien merece ser escuchado.

Así está él hablando desde las honduras más profundas de nuestros valores siendo clarísimo como si de tratara de un lead: “la prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo.”


Notas


[1] Todas las citas son de BOLETÍN Elecciones.—Jalisco y Monterrey.—Deberes de la prensa.—Conflicto grave en Nuevo León. En www.josemarti.cu o En Obras Completas tomo 6, pag 262-264. La Habana 1975.

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