Súplica
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Frente al mar, suplicando salud para los suyos y los no tan suyos. Por los
que no aparecen en penumbras llevados por el aluvión intempestivos, por las
alma...
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Posted by : Unknown
martes, 11 de febrero de 2014
Un tanto arisco con los desconocidos (más si traen cámaras) e hiperquinético, así es Jesús Sirio Peña; un veterano del teatro Guiñol que sueña ver al rio Hórmigo tan con limpio como lo era en su niñez.
De pequeño se escapaba de su casa de la calle Rastro para ir a bañarse al mismo hilo de agua al cual le cantó en el poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé. En sus años mozos subió cinco veces el Pico Turquino y mientras Salvador Allende se inmolaba antes que rendirse en La Moneda el andaba recogiendo café en la Sierra Maestra.
Hoy con el pelo totalmente encanecido, la voz serena, sencillo vestuario y 68 años en sus costillas este hombre desafía a los más jóvenes con su activismo como una especie de maquinista del Proyecto Comunitario El tren de la victoria.
“Sirio” es todo, me dicen y parece cierto porque anda de un lado a otro, habla, orienta, pregunta, arregla las banderas y funge de maestro de ceremonias. Entonces uno repara en quienes teniendo muchos menos años, más de una vez nos dejamos vencer por la modorra y el aburrimiento.
En ocasiones, comentan, hay que aguantarlo porque no dice las cosas de la mejor manera. Ta vez sea por sus ganas de hacer o por sus deseos de que todo salga bien en una zona de la ciudad de Las Tunas que ciertamente lo necesita.
A Sirio lo respetan y lo quieren sus vecinos, no por mago o demagogo, sino porque ama al Hórmigo y a su barrio; porque siente y padece por ambos; y, más importante todavía, no se ha cruzado de brazos para sacarlos adelante.
De pequeño se escapaba de su casa de la calle Rastro para ir a bañarse al mismo hilo de agua al cual le cantó en el poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé. En sus años mozos subió cinco veces el Pico Turquino y mientras Salvador Allende se inmolaba antes que rendirse en La Moneda el andaba recogiendo café en la Sierra Maestra.
Hoy con el pelo totalmente encanecido, la voz serena, sencillo vestuario y 68 años en sus costillas este hombre desafía a los más jóvenes con su activismo como una especie de maquinista del Proyecto Comunitario El tren de la victoria.
“Sirio” es todo, me dicen y parece cierto porque anda de un lado a otro, habla, orienta, pregunta, arregla las banderas y funge de maestro de ceremonias. Entonces uno repara en quienes teniendo muchos menos años, más de una vez nos dejamos vencer por la modorra y el aburrimiento.
En ocasiones, comentan, hay que aguantarlo porque no dice las cosas de la mejor manera. Ta vez sea por sus ganas de hacer o por sus deseos de que todo salga bien en una zona de la ciudad de Las Tunas que ciertamente lo necesita.
A Sirio lo respetan y lo quieren sus vecinos, no por mago o demagogo, sino porque ama al Hórmigo y a su barrio; porque siente y padece por ambos; y, más importante todavía, no se ha cruzado de brazos para sacarlos adelante.
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