Posted by : Unknown domingo, 12 de octubre de 2014

La epidemia de ébola ya es un enorme reto para el periodismo. Mientras una brigada médica cubana salía para enfrentar esa enfermedad en Sierra Leona, una colega se preguntada si desde allá alguien le contará al público cubano qué pasaba con los galenos de este Archipiélago. Al mismo tiempo en África Occidental ya algunos fotógrafos siguen ganando notoriedad en medio de la tragedia y otros órganos de prensa hacen el ridículo.
En este minuto hay muy poca información disponible sobre cómo les está yendo a los médicos cubanos que ya llegaron a Sierra Leona; lo que sí sabe es que quienes se han aventurado en informar desde el terreno tienen una tarea dura.

El fotógrafo John Moore, desde Liberia, le dijo a la revista National Geographic que “antes de venir, investigué las precauciones necesarias para mantenerme saludable”. Con un premio Pulitzer en sus vitrinas, insistió en la importancia de exponer no solo la tragedia de la región, sino también como la personas viven día a día sobreviviendo a esta enfermedad.

“Estoy tratando de mostrar la vida cotidiana en esa comunidad. También tiene muchos momentos de alegría, y creo que es importante mostrar no solo las tragedias, sino también la humanidad de un lugar”, dijo.

Regulaciones y “papelazos”

Adam C. Levine, profesor adjunto de Medicina de urgencia, Brown Medical School y quien hoy trabaja en Ruanda alertó en agosto pasado que “los medios de comunicación parecen alternar largos periodos de ignorancia absoluta hacia el continente con breves estallidos salpicados de locura, normalmente debidos al temor de que un brote de epidemia o terrorismo se extienda hacia nuestras costas”.

“Está claro que debemos preocuparnos por el brote de ébola, pero no por los motivos que se han propagado en las noticias o en los blogs. Deberíamos preocuparnos por el ébola, pero no por la amenaza que puede suponer para Occidente, sino por lo que dice sobre el estado actual del sistema sanitario en África y sobre muchos otros recursos limitados en todo el mundo”, insistió.

Por su parte el gobierno de Liberia manifestó esta semana sus molestias por como algunos periodistas están reflejando la epidemia de ébola.  A inicios de octubre Tolbert Nyenswah, asistente del Ministro de Salud y director del sistema de Manejo de Incidentes del Ébola en la nación africana expresó que “hemos tomado nota con gran preocupación de que las fotografías se han tomado en los centros de tratamiento, mientras los pacientes son atendidos por los médicos. Eso es invasión de la dignidad, la privacidad y el respeto de los pacientes”.

Al día siguiente de sus declaraciones el gobierno liberiano anunció que  los periodistas necesitarían de un permiso oficial para cubrir el brote del virus. La medida se argumentó con el propósito de proteger  la privacidad de los enfermos y la propia vida de los reporteros pues un camarógrafo estadounidense de la cadena NBC News dio positivo de ébola.

No obstante una semana después las autoridades liberianas restringieron totalmente el acceso de los medios a las clínicas de tratamiento. El portavoz de las autoridades, Isaac Jackson, explicó que fue necesario hacerlo por el irrespeto de los periodistas a la privacidad de las personas y porque tras tomar las  fotografías las vendían a instituciones internacionales.

Uno de los incidentes que habría dado pie a la prohibición fue el protagonizado por un reportero de la cadena estadounidense ABC.

Richard Besser armó su “noticia” desde Liberia presentándose ante un hombre tendido en la calle y asegurando que el individuo había fallecido a consecuencia del ébola. Besser entonces dejó ver a los curiosos y el personal de salud que acudió al lugar para lanzarle lejía al supuesto cadáver antes de envolverlo en plástico. “Hasta aquí todo bien” pensaría en periodista; solo que la víctima comenzó a moverse.

En España otro ABC, pero en este caso el periódico, estuvo en el centro del debate cuando la portada de una edición impresa relacionada con el ébola fue cuestionada por varios lectores en las redes sociales.

Pero si el trance del reportero de la cadena norteamericano podría calificarse, cuanto menos de grotesco y el suceso del diario derechista ibérico valdría el calificativo de incómodo, la guinda al pastel se la puso Televisión Español (TVE) con las imágenes de las que se valió para dar cobertura a lo relacionado con el primer caso del virus en la nación europea.

El asunto es que los productores del programa España Directo pretendieron hacer pasar por filmadas en el hospital Carlos III de Madrid, las imágenes tomadas por la agencia Reuters en el  hospital Charité de Berlín.

Rápidamente los analistas advirtieron que a no fue un error, sino el intento deliberado de contrarrestar con imágenes  indicativas de que se estaban cumpliendo los protocolos de bioseguridad, las críticas de que ha sido objeto el Ministerio de Salud español por las fallas que habrían provocado el contagio de una enfermera en el “Carlos III”.


La tragedia del ébola sigue plateando el reto de hacer una cobertura lo suficientemente equidistante del tremendismo, el sensacionalismo y el alarmismo de un lado y el extremo contario del mirar hacia otro lado ante un asunto grave por sus implicaciones en la salud de la humanidad. 

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