Posted by : Unknown sábado, 24 de noviembre de 2018


Eran las 10:45 pm del viernes 25 de noviembre del 2016 y el cuerpo, añoso y desgastado por la lucha constante que fue la existencia de Fidel Castro, libró su última batalla. Más de una vez le escuchamos decir de su propia sorpresa ante cada cumpleaños, porque nunca fue hombre que pensara en la posibilidad de vivir demasiado, de llegar a viejo.

Cuentan que una gitana leyó su mano y le auguró un fallecimiento joven. Y claro, entre premoniciones de mocedad y tanto intento de asesinato desde el Imperio, era fácil pensar que podía ser mañana o al doblar de la próxima esquina entre los ardores del trabajo y las exigencias de las épocas.  De seguro a sabiendas de que un torrente de emociones recorrería con la noticia cada escondrijo cubano. No era para menos.  

Han pasado dos años y tenemos plena conciencia del peso de su adiós. Los días primero impusieron el ritmo lúgubre de la despedida, entrelazado con el orgullo terco de la presencia. Una mezcla tan rara de sensaciones que hacía abrazarse a los extraños y sacaba lágrimas ante una foto, lo mismo a adolescentes habitualmente ensimismados en sus celulares que a los más añejos, esos que le vieron triunfar en la Sierra Maestra, en la Crisis de Octubre, en la guerra de Angola.

Pero el tiempo, el implacable, ayuda a canalizar el dolor. Ahora nos atrevemos a contarlo mientras recordamos al armón militar portando la urna de cedro que recorrió parte de Cuba. Y él, que fue un optimista, parece reinventarse entre la gente y encontrar nuevas maneras para volverse presente, viril, endemoniadamente necesario.

También fue Fidel un revolucionario cabal. Y no solo en el sentido del hombre, el fusil, la obra de la vida a lo que muchos circunscriben la esencia de una revolución. Fue un revolucionario cabal desde la perspectiva del que asume la transformación, la capacidad de reinventarse, de ajustarse a los tiempos, como clave del desarrollo humano. Por eso, llegó temprano a Internet, agarró sus resortes y se dispuso, desde ahí, a hacer Patria. Su figura y trayectoria sigue siendo, en los espacios digitales motivo de agudas controversias políticas y bandera de las causas justas
.
Esta es el arma que necesitamos en los nuevos tiempos que vendrán, dijo en una ocasión durante un congreso de periodistas; en otra confirmación de su admirable capacidad para intuir los caminos de la historia que una vez más le han dado la razón, porque desde las redes sociales él sigue siendo un referente. Y resulta raro el día en que cierta etiqueta no sobrevuele el ciberespacio:
#FidelPorSiempre

(Escrito conjuntamente con Esther De la Cruz)

En 280 caracteres...

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