Posted by : Unknown viernes, 16 de diciembre de 2005


Por István Ojeda Bello


No tuve Santa Claus ni árbol de navidad
y a pesar de todo lucho

Carlos Varela

BBC pregunta cómo se celebran en los diferentes países las navidades y las opiniones son tan diversas como los orígenes y pareceres políticos tienen aquellos que respondieron.
Si desde Guatemala o Chipre, por ejemplo, los remitentes describen las particularidades de la celebración navideña, cuando se menciona “Cuba” invariablemente se alude a una supuesta “añoranza” por tiempos pasados.

¿Santa Claus, Papá Noel o los Reyes Magos?
La tradición de las navidades está indisolublemente ligada a la religión cristiana, pues entre el 24 y el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús y en un número considerable de países la navidad es, no cabe duda, una verdadera tradición.
La modernidad, sin embargo ha penetrado bien hondo en todo lo relacionado con las festividades por el advenimiento del hijo de Dios. “Ya han empezado con el bombardeo. Corran a sus trincheras. La fiesta del consumo ha empezado, consume hasta morir. Vienen a por nuestras carteras, sin recato ninguno”, decía hace unos días la Revista Emprendedores desde España, haciendo notar como la fiesta cristiana se ha tornado en orgía del consumo.
El espejismo del mundo desarrollado y en especial el estilo de vida estadounidense han impuesto su cultura en las celebraciones del Tercer Mundo acogido a la navidad cristiana. Desde España siempre se habló de los reyes magos y el pesebre. No obstante los grandes circuitos publicitarios construyen como mensaje global el mundo de Santa Claus, el abeto y la nieve, algo que francamente no tiene nada que ver con la cotidianidad, por ejemplo de un latinoamericano que tal vez jamás en su vida toque un copo de nieve. Ocurre entonces que una chilena comente que: En Chile la Navidad se celebra en verano, por lo tanto es un poco gracioso ver a los "Viejos Pascueros" (Santa Claus) vestidos con trajes de invierno a 30°C!!

Una fiesta en su lugar
Miami y sus nostalgias insiste en mirar hacia un pasado que para las nuevas generaciones en Cuba, no tiene ningún sentido y el momento de las navidades es sumamente ilustrativo en este sentido.
Cuba, por mucho que quieran algunos, no puede decirse que sea un país cristiano o católico en el sentido masivo de la palabra. Y las Navidades, siempre, la población la asoció más con un momento de reunión y celebración que con la connotación religiosa típica de otros países.
Las Navidades llegaron a la isla de la mano de los conquistadores españoles quienes establecieron las festividades y costumbres propias de la liturgia cristiano-católicas. El sincretismo religioso que hizo a los dioses africanos tomar nombres cristianos se ve reflejado en las fiestas de diciembre. No es casualidad por tanto que las celebraciones de Santa Bárbara (Changó) sean el 4 de diciembre y que al santo en muletas, San Lázaro, se le dedique el 17de diciembre.
La mayor parte de la población cubana, no se caracterizó por una práctica religiosa traducida en la asistencia al templo, fundamentalmente en las zonas rurales y en los barrios pobres de las ciudades, donde era casi nula la existencia de iglesias. Las fiestas navideñas, surgidas inicialmente con el fin de homenajear o celebrar el nacimiento del niño Jesús, a partir del siglo XX acentuaron su carácter familiar. Con el tiempo las misas y rituales propios de estas fechas, se transformaron en fiestas laicas. A lo anterior se unía que el paradigma de la Navidad estaba alejado del poder adquisitivo de las mayorías pues eran era dulces y platos casi siempre de procedencia extranjera: los “turrones de Alicante” y otras chucherías foráneas como dátiles, nueces, avellanas, etc.
Paulatinamente los cubanos construyeron su propia navidad como una fiesta familiar donde, quienes podían asaban un cerdo, el cual se acompañaba de congrí, yuca con mojo y postres caseros. El mismo hecho de que cada vez más este momento de reunión y agasajo mutuo fuera perdiendo sus lazos con un determinado rito religioso hizo que, cuando en 1968 el esfuerzo nacional para producir diez millones de toneladas de azúcar hiciera desaparecer de manera tácita la navidad como celebración, simplemente las familias concentraran sus festejos en el fin de año. De esta manera generaciones completas de cubanos nacieron y se criaron en hogares donde la navidad no existía más allá de los recuerdos de los más viejos.
Quien escuche a los nostálgicos desde la Florida, tal pareciera que antes del 59, todos los hogares cubanos desbordaban arbolitos y regalos, falso. Para el cubano de a pie nunca hubo navidad, sencillamente porque no tenían nada que celebrar.
Incluso hoy cuando nuevamente es feriado el 25 de diciembre muchos aprovechan el día para otras cosas, los hay quiénes atribuyen a la compra del árbol y los regalos, un sello de distinción social. En fin una manera de ostentación económica y probablemente no sepan cuando nació Cristo.
Desde luego, contrario a lo que digan los “analistas” desde el sur de la Florida, los creyentes siempre han celebrado sus misas y un número de familias han mantenido la tradición del 25 de diciembre, pero nunca en la magnitud naciones más devotas como Venezuela, México, por citar dos: “Tan esperadas son las navidades en mi familia, como quizás el día en que cumplimos un año más de vida”, dice Rosario un joven de 19 años. “Ese día -agrega- hacemos un más bien un intercambio de detalles más que de regalos y una comida especial".
Quizás las celebraciones a la Virgen de la Caridad del Cobre (el 8 de septiembre), Santa Bárbara o San Lázaro sean proporcionalmente más grandes que las navidades, solo que estas no son tenidas en cuenta por las transnacionales del comercio.
La actualidad cubana ha colocado a las navidades como una fiesta más dentro del concierto de las celebraciones típicas de un sector de la población. Si se hace notar un poco más es precisamente por la carga de crítica sórdida a la Revolución que le han atribuido los opuestos al socialismo dentro y fuera de Cuba..

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