Posted by : Unknown lunes, 8 de enero de 2007


Cuba se distingue con la visita de una mujer toda voluntad y coraje. Cindy Sheehan camina entre nosotros enseñándonos lo mejor de los valores del pueblo norteamericano.
“Mamá Paz” como también se le conoce, perdió a su hijo en la guerra de Iraq y vino para decirle en su misma cara a los carceleros de la Base Naval de Guantánamo: “No a la guerra, no a la tortura y no las detenciones ilegales”.
Dicho así parecería que, otra vez, la Mayor de las Antillas es objeto de “denuncias” en materia de derechos humanos. Todo lo contrario, Cindy está en Cuba para hacer una vigilia frente a un encalve militar que el Ejército de los Estados Unidos ocupa contra la voluntad del pueblo cubano.
La afrenta que significa la Base es mayor desde el 2002 cuando fueron traídos allí los primeros “combatientes enemigos”, un eufemismo del Pentágono y la Casa Blanca para mantenerlos en un limbo legal que les deje las manos libres para todo tipos de vejámenes.
Viajar a Cuba es, de paso, otra manera de desafiar al gobierno estadounidense, pues al hacerlo Cindy también rompe el bloqueo. Ella sabe que se expone a las represalias de multas de un mínimo de 25 mil dólares o la cárcel y con la firmeza que le ganó la admiración de muchos dijo: “si alguien me conoce un poquito sabe muy bien que no le temo absolutamente a nada”.
La valerosa mujer no vino sola. Es la figura más notoria de una delegación de otros destacados luchadores pacifistas: Medea Benjamín co-fundadora del Código Rosa: Mujeres por la Paz; Ann Wright una ex coronel y diplomática que renunció a sus puestos en el gobierno como protesta a la invasión de Iraq y Tiffany Burns, activista de Familias Estrella de Oro por la Paz.
También vino Adele Welty, otra mujer conmuve al escucharla. Su actitud de militancia antibelicista es una bofetada a los halcones de la guerra. Adele es madre de un bombero que pereció tratando de salvar a los atrapados en el World Trade Center aquel fatídico 11 de septiembre de 2001.
Supuestamente nadie más que ella para tener razones de venganza. Sin embargo su actitud ha sido más lúcida. “Hay muchísima inhumanidad que está siendo perpetrada en Guantánamo, en Iraq y en Afganistán, y yo no quiero que ni la guerra ni la inhumanidad sea el legado que deje a mi hijo”, señaló.
Abrazamos a Cindy, Adele y a sus compañeros porque la buena voluntad no tiene fronteras. Esta semana desde un archipiélago del Caribe, dos pueblos que la obstinada irracionalidad de una política imperial quiere separar, se unen en la exigencia, nunca súplica, de paz y respeto al prójimo.

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