36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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Posted by : Unknown
jueves, 3 de enero de 2008
Mohamed Farag Ahmad Bashmilah narra el calvario que vivió a manos de los “paladines” de la democracia y la libertad…
Sobrevivir en una ‘prisión secreta’ de la CIA
Por Amy Goodman
(presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es), noticiero internacional diario emitido por más de 650 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.)
El programa de secuestro y tortura del gobierno de Bush, con sus “vuelos de tortura” a bordo de jets privados y las "prisiones secretas" de la CIA, salió un poco más a la luz este semana. Hablé con Mohamed Farag Ahmad Bashmilah en su primera entrevista para televisión. Bashmilah fue víctima del llamado programa de “rendición extraordinaria” de la CIA, en el que personas son “arrestadas” en sus casas, en aeropuertos, en la calle, y son trasladadas, lejos de la vigilancia del Congreso de EE.UU., lejos de la prensa, lejos del alcance de los tribunales, a países en los que la tortura y los tratos crueles son rutina.
Bashmilah está siendo representado por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y por el Departamento de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York en una demanda conjunta con otras cuatro víctimas del programa de rendición extraordinaria de la CIA. No han demandado al gobierno de EE.UU. ni a la CIA, sino a una compañía llamada Jeppesen Dataplan Inc., una subsidiaria de Boeing Corporation. Un ex empleado de Jeppesen, Sean Belcher, presentó una declaración jurada en apoyo a Bashmilah, en la que informaba que el ejecutivo de Jeppesen Bob Overby presumía de la siguiente forma: “hacemos todos los vuelos del programa de rendición extraordinaria”, y continuaba explicando al personal que se refería a “los vuelos de tortura”, y que estaban muy bien pagos.
Con la ayuda de un intérprete, a través del teléfono desde su casa en Yemen, Bashmilah describió cómo comenzó su calvario el 21 de Octubre de 2003, cuando fue arrestado en Amman, Jordania: “Duró aproximadamente seis días, pero lo que soporté allí equivale a años. Querían que confesara que tenía relaciones con algunos individuos de al-Qaeda. Intentaron varias veces que confesara, y cada vez que les decía que no, me daban una patada, me abofeteaban o me insultaban. Entonces dijeron que si no confesaba, traerían a mi esposa y la violarían delante de mí. Y por miedo a lo que podría pasarle a mi familia, grité hasta desmayarme. Después de recuperar la conciencia, les dije ‘por favor, no le hagan nada a mi familia. Cooperaré con ustedes de la manera en que quieran’”.
Tras firmar una confesión falsa, le anunciaron que iba a ser liberado. Mientras era conducido por las instalaciones de la inteligencia jordana se levantó la venda que le tapada los ojos. “Vi a otro hombre, que tenía aspecto occidental. Era blanco, con cierto sobrepeso y llevaba gafas de sol. Comprendí entonces que probablemente me estaban entregando a otra agencia, porque durante los interrogatorios a los que me habían sometido los jordanos, una de las amenazas era que, si no confesaba, me entregarían a la inteligencia estadounidense”. Fue preparado para el traslado, fue completamente desnudado. “Empezaron a fotografiarme por todas partes. También empezaron a golpearme por los costados y en los pies. Y después me pusieron en una postura parecida a la posición de postración en la oración musulmana, que es parecida a la posición fetal. Y en esa posición, uno de ellos metió el dedo en mi ano muy violentamente. Me dolía terriblemente, y empecé a gritar. Cuando empezaron a tomar fotos, pude ver que estaban enmascarados. Estaban vestidos de negro de pies a cabeza, y también llevaban guantes de cirujano”.
Bashmilah cuenta que le pusieron un pañal, que tenía los ojos y los oídos tapados, que le pusieron una bolsa sobre la cabeza y auriculares para bloquear el ruido exterior. Fue trasladado en avión a Kabul, Afganistán, donde estuvo detenido en aislamiento durante casi seis meses. Creía que estaba a cargo de estadounidenses. “Algunos de los interrogadores se me acercaban y me interrogaban en la sala de interrogatorios, y me decían: ‘Deberías calmarte y sentirte tranquilo, porque enviaremos toda esta información a Washington’. Y decían que en Washington determinarían si mis respuestas eran verdaderas o no”. Aunque fue aislado de otros prisioneros, logró escuchar a algunos de ellos comentando que podían estar en la base aérea de Bagram. Bashmilah siguió contando en el teléfono que lo mantenían despierto con música estridente y que permanecía sujeto con grilletes, que solamente le quitaban durante los periódicos interrogatorios.
Durante el período en que Bashmilah era interrogado y torturado, también era visitado por “psiquiatras”. “La terapia consistía principalmente en analizar mis pensamientos e intentar interpretarlos por mí, además de suministrarme tranquilizantes”.
Bashmilah intentó suicidarse tres veces, protagonizó una huelga de hambre que fue interrumpida de forma dolorosa cuando le introdujeron un tubo por la nariz para alimentarlo de manera forzosa, se le negó el acceso a un abogado, a entrevistarse con algún grupo de derechos humanos, y al Comité Internacional de la Cruz Roja. En efecto, estaba desaparecido.
El 5 de mayo de 2005 fue trasladado a una prisión en Yemen, donde finalmente pudo comunicarse con su familia. Amnistía Internacional se involucró en el caso. Fue liberado en marzo de 2006, sin que se hayan presentado cargos por terrorismo en su contra.
Mohamed Bashmilah afirmó que había cámaras en sus celdas y en las salas de interrogatorio. Quizás su calvario fue registrado en video. Esperemos que la CIA no destruya también esas grabaciones.
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Original en Inglés
Por Amy Goodman
(presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es), noticiero internacional diario emitido por más de 650 estaciones de radio y televisión en Estados Unidos y el mundo.)
El programa de secuestro y tortura del gobierno de Bush, con sus “vuelos de tortura” a bordo de jets privados y las "prisiones secretas" de la CIA, salió un poco más a la luz este semana. Hablé con Mohamed Farag Ahmad Bashmilah en su primera entrevista para televisión. Bashmilah fue víctima del llamado programa de “rendición extraordinaria” de la CIA, en el que personas son “arrestadas” en sus casas, en aeropuertos, en la calle, y son trasladadas, lejos de la vigilancia del Congreso de EE.UU., lejos de la prensa, lejos del alcance de los tribunales, a países en los que la tortura y los tratos crueles son rutina.
Bashmilah está siendo representado por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y por el Departamento de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York en una demanda conjunta con otras cuatro víctimas del programa de rendición extraordinaria de la CIA. No han demandado al gobierno de EE.UU. ni a la CIA, sino a una compañía llamada Jeppesen Dataplan Inc., una subsidiaria de Boeing Corporation. Un ex empleado de Jeppesen, Sean Belcher, presentó una declaración jurada en apoyo a Bashmilah, en la que informaba que el ejecutivo de Jeppesen Bob Overby presumía de la siguiente forma: “hacemos todos los vuelos del programa de rendición extraordinaria”, y continuaba explicando al personal que se refería a “los vuelos de tortura”, y que estaban muy bien pagos.
Con la ayuda de un intérprete, a través del teléfono desde su casa en Yemen, Bashmilah describió cómo comenzó su calvario el 21 de Octubre de 2003, cuando fue arrestado en Amman, Jordania: “Duró aproximadamente seis días, pero lo que soporté allí equivale a años. Querían que confesara que tenía relaciones con algunos individuos de al-Qaeda. Intentaron varias veces que confesara, y cada vez que les decía que no, me daban una patada, me abofeteaban o me insultaban. Entonces dijeron que si no confesaba, traerían a mi esposa y la violarían delante de mí. Y por miedo a lo que podría pasarle a mi familia, grité hasta desmayarme. Después de recuperar la conciencia, les dije ‘por favor, no le hagan nada a mi familia. Cooperaré con ustedes de la manera en que quieran’”.
Tras firmar una confesión falsa, le anunciaron que iba a ser liberado. Mientras era conducido por las instalaciones de la inteligencia jordana se levantó la venda que le tapada los ojos. “Vi a otro hombre, que tenía aspecto occidental. Era blanco, con cierto sobrepeso y llevaba gafas de sol. Comprendí entonces que probablemente me estaban entregando a otra agencia, porque durante los interrogatorios a los que me habían sometido los jordanos, una de las amenazas era que, si no confesaba, me entregarían a la inteligencia estadounidense”. Fue preparado para el traslado, fue completamente desnudado. “Empezaron a fotografiarme por todas partes. También empezaron a golpearme por los costados y en los pies. Y después me pusieron en una postura parecida a la posición de postración en la oración musulmana, que es parecida a la posición fetal. Y en esa posición, uno de ellos metió el dedo en mi ano muy violentamente. Me dolía terriblemente, y empecé a gritar. Cuando empezaron a tomar fotos, pude ver que estaban enmascarados. Estaban vestidos de negro de pies a cabeza, y también llevaban guantes de cirujano”.
Bashmilah cuenta que le pusieron un pañal, que tenía los ojos y los oídos tapados, que le pusieron una bolsa sobre la cabeza y auriculares para bloquear el ruido exterior. Fue trasladado en avión a Kabul, Afganistán, donde estuvo detenido en aislamiento durante casi seis meses. Creía que estaba a cargo de estadounidenses. “Algunos de los interrogadores se me acercaban y me interrogaban en la sala de interrogatorios, y me decían: ‘Deberías calmarte y sentirte tranquilo, porque enviaremos toda esta información a Washington’. Y decían que en Washington determinarían si mis respuestas eran verdaderas o no”. Aunque fue aislado de otros prisioneros, logró escuchar a algunos de ellos comentando que podían estar en la base aérea de Bagram. Bashmilah siguió contando en el teléfono que lo mantenían despierto con música estridente y que permanecía sujeto con grilletes, que solamente le quitaban durante los periódicos interrogatorios.
Durante el período en que Bashmilah era interrogado y torturado, también era visitado por “psiquiatras”. “La terapia consistía principalmente en analizar mis pensamientos e intentar interpretarlos por mí, además de suministrarme tranquilizantes”.
Bashmilah intentó suicidarse tres veces, protagonizó una huelga de hambre que fue interrumpida de forma dolorosa cuando le introdujeron un tubo por la nariz para alimentarlo de manera forzosa, se le negó el acceso a un abogado, a entrevistarse con algún grupo de derechos humanos, y al Comité Internacional de la Cruz Roja. En efecto, estaba desaparecido.
El 5 de mayo de 2005 fue trasladado a una prisión en Yemen, donde finalmente pudo comunicarse con su familia. Amnistía Internacional se involucró en el caso. Fue liberado en marzo de 2006, sin que se hayan presentado cargos por terrorismo en su contra.
Mohamed Bashmilah afirmó que había cámaras en sus celdas y en las salas de interrogatorio. Quizás su calvario fue registrado en video. Esperemos que la CIA no destruya también esas grabaciones.
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Original en Inglés
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