Posted by : Unknown domingo, 2 de agosto de 2009

Ya no es una novedad que cada discurso suyo sea indispensable para retratar la situación nacional. Cada cual, en el Archipiélago cubano y fuera de él, seguramente examinará las palabras del presidente cubano Raúl Castro a través de sus propias realidades. Sin embargo, probablemente haya puntos en común.

Cinturón ajustado
La tensa situación económica también compete a los cubanos. Y en este sentido Raúl fue bien explícito. Si las predicciones iniciales auguraban un crecimiento económico del seis por ciento. Tras los reajustes de los cálculos, teniendo en cuenta la reducción en los ingresos por concepto de exportaciones, las perspectivas lo sitúan en el entorno del 1,7 por ciento.

De esta manera los planes de inversiones y la extensión de determinadas producciones han debido reajustarse a una coyuntura donde cada centavo a invertir debe hacerse con la seguridad de que no caerá en un barril sin fondo.

Bajo esa premisa igualmente se reconfiguran los presupuestos destinados a la salud y la educación. Ahora bien, y en eso el General de Ejército no dejó espacio a la duda, los reajustes en estos sectores se hacen con el único objetivo de garantizar un uso eficiente de los extensísimos fondos que anualmente el Estado destina a estos sectores claves.

El cálculo económico parte de la premisa inviolable de facilitar a la población de manera gratuita y equitativa, el acceso a la atención médica y a la educación. Derecho refrendado por la Constitución. Sin embargo esta garantía no impide que el gobierno se esfuerce por hacer un uso racional de los fondos.

En su discurso Raúl hizo alusión en un ejemplo concreto: la reducción de los preuniversitarios y secundarias básicas en el campo, cuyo mantenimiento significaba un gasto excesivo e innecesario pues el aporte de los estudiantes a la agricultura era mínimo. ¿Los jóvenes se quedarían sin escuela? En lo absoluto. Para ellos se habilitarán instituciones similares en las ciudades.

La suerte se decide en el surco
Cada vez es más claro para todos que la suerte de este país depende de cuánto podamos hacer para darle a la producción de alimentos el lugar que merece. Buscando el justo medio entren las ortodoxias que encubren al burocratismo y las exhortaciones de los asalariados del Imperio a “democratizar la economía”, o sea, abrirles las puertas al espejismo de la “iniciativa privada” que solo conduciría a venderle el país a los yanquis.

Es posible encontrar el equilibrio que permita estimular lo suficiente a las fuerzas productivas dentro del socialismo de manera que cada cual sienta que su trabajo es justamente reconocido.

Siempre escuchando al pueblo
“Hoy tenemos catarsis, mañana habrá nacimientos”, dijeron en una canción un par de muchachos, quien sabe si anticipando lo que vendría después.

Durante la segunda mitad del 2007, el mismo Partido estimuló a que, sobe la base de lo dicho por Raúl en Camagüey el 26 de julio de ese mismo año, las personas plantearan lo que quisieran. Contrario a lo esperado por los enemigos, la gente no pensó en multipartidismo ni democracia de carnaval sino en cómo hacer mejor las cosas.

De nuevo Raúl aclaró que “los resultados de esa actividad no se echaron en saco sin fondo”. Confirmándonos que sigue en pie la tradición de los líderes de la Revolución de escuchar siempre al pueblo.

Comenzar el siglo XXI
Vivimos en una etapa donde el país busca reajustar su vida social y económica para los tiempos que se avecinan. Un proceso que empieza por hacerle comprender a la gente que la prosperidad subsidiada de los años 80 no volverá jamás y que es preciso adaptarse al idea de que dependemos, en primer lugar, de cuanto podamos hacer para ser eficientes.

Dicho período continúa, como precisara Raúl con: “el complejo proceso de la unificación monetaria para suprimir la doble moneda -que fue necesario establecer en un momento determinado-, la eliminación de gratuidades, con excepción de las establecidas en la Constitución, y de subsidios indebidos, el sistema de retribución salarial en correspondencia con el principio socialista: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo".

Esa es una misión encomendada por el V Congreso del Partido, el cual, no olvidemos, dedicó amplio espacio a debatir sobre temas económicos; y que dejó una tarea clara: hacer socialismo con eficiencia económica. Por tanto, mientras no se pueda exhibir resultados concretos en ese sentido, al menos medianamente, no tiene sentido hacer otro Congreso del Partido.

Es como si comenzáramos de una buena vez el siglo XXI. Anclados en un pasado de heroísmo que no dejamos de vivir todos los días, recordando siempre cuál es el camino y de que lado está el deber.

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