Posted by : Unknown miércoles, 29 de febrero de 2012

Esto no es una entrevista, apenas palabras agarradas al vuelos del ensayista e investigador cubano Enrique Ubieta, cuyos juicios sobre las armas culturales que hoy se blanden contra Cuba ya había tenido la dicha de escuchar año y medio atrás. Un par de sus frases: “El gran peligro es que o desarrollamos la individualidad socialista o nos traga el individualismo burgués” y “la esencia del socialismo no es lo que la gente tiene sino lo que la gente es”, serían suficientes para armar un debate filosófico larguísimo.

Fue el reencuentro con sus agudos análisis durante un intercambio con intelectuales y periodistas de mi ciudad, a propósito de la presentación de su libro Cuba ¿Revolución o Reforma? Un texto que personalmente esperé con ansias pues soy lector habitual de su blog La Isla Desconocida. Por eso no pude dejar de concurrir a la cita. Aprovechando la “omnipotencia” de transcriptor, me hago eco sus respuestas a las interrogantes hechas por mis colegas y, obviamente, dejé para últimos las mías.

El libro
Cuba… “está marcado por la polémica, pues recoge las broncas por así decirlo que he tenido, tanto el sentido metafórico como en el real; en eventos internacionales y por Internet con intelectuales de mi generación.

“La guerra cultural es su tema central, esa que se libra hoy en Cuba. Una guerra en torno a los valores de socialismo frente a los del capitalismo, que es la zona menos visible de la batalla por la subsistencia de los cubanos”.

Desde su punto de vista “el problema es más profundo cuando el sentido de la vida empieza a cambiar o peor cuando empieza a cambiar el sentido de la vida de nuestros hijos. Cuando la cultura del ser empieza a ser sustituida por la del tener, porque todos eso cambios pueden conducir a un cambio de sistema sin que haya un derrocamiento del poder.

“Si no se conserva un proyecto cultural alternativa al capitalismo, no se conserva la Revolución aunque no se produzca un ataque militar. Esa es la preocupación central del libro.

“El primer capitulo tiene un poquito de historia, aunque no se trate de un libro de historia, sino que parte de ella para definir, sobre todo, que es en Cuba Revolución y reforma, históricamente hablando. Definir un poco la relación entre Revolución y evolución y entre Revolución y reforma. Aludiendo también a antítesis importantes en el mundo de la cultura como ser de izquierda o de derecha, así como la del oficialismo y lo independiente.

“El anexionismo y el rechazo al pueblo cubano es lo que heredan el reformismo cubano de finales del siglo XIX, la de principios del XXI y la contrarrevolución cubana actual; trato de establecer los paralelos entre una cosa y otra en esta parte del libro.

“El resto esta dedicado a las otras dos aristas fundamentales de esa lucha cultural, una se da en el terreno de lo emocional, la más compleja y difícil de detectar, y la otra que se da en la lucha en torno a la razón.

“En lo emocional hay todo un proceso de reconstrucción y de nostalgia en torno al pasado anterior a la Revolución. Esa nostalgia está basada en una trampa: decir que antes del 1959 Cuba era una fiesta y después era todo lo pesado, donde hay que estarlo pensando todo, preocupándose por los niños pobres de África o por salvar a las ballenas y de lo que se trata es de vivir la vida. Eso es lo que se le intenta presentar a los jóvenes, lo cual no necesita de mucho razonamiento o explicación; es nada más a partir de imágenes de diversión porque lo que quiere el joven es divertirse.

“Sobre todo porque los jóvenes que no vivieron el capitalismo les toca construir una sociedad alternativa y una que todos los que estamos aquí no vivimos, esa la complejidad de la confrontación cultural.

“En España los jóvenes comunistas dicen algo muy parecido a la UJC cubana, `divertidos pero profundos` y es que en esencia el socialismo solo puede establecerse sobre la base de la alfabetización, de que todo el mundo estudie y entienda cada proceso. El capitalismo es todo lo contrario, porque como trabaja por imágenes por impulsos, mientras menos a la gente le interese saber mejor.

“La segunda arista es como se maneja la Historia de Cuba y el debate en torno a los héroes. Va desde la descalificación de la existencia de los héroes hasta el tema de cómo se maneja a los superhéroes en los comics americanos, donde el héroe no es un revolucionario queriendo cambiar a la sociedad sino un buen policía que vela porque todo siga en orden.

“Es además una especie de cartografía del pensamiento contrarrevolucionario actual. No los califico porque contrarrevolucionario no es una ofensa es simplemente una toma de posición. Los cito ampliamente para que el lector llegue a su propio criterio. Ofrezco un poco de luz para que la gente mire más allá de sí; hacia ese debate que se está produciendo en la sociedad cubana”.

Revolución o reforma ¿Términos contrapuestos?
Primero defino que ha sido una cosa y otra en la historia de Cuba. Lo segundo es algo sumamente importante: las revoluciones evolucionan, los revolucionarios evolucionamos, los revolucionarios hacemos reformas, pero los revolucionarios no somos ni evolucionistas ni reformistas.

Los revolucionarios no miramos al mundo como reformistas lo que significa varias cosas esenciales: nos guía la necesidad de combatir siempre por la justicia social; creemos en el pueblo; estamos convencidos que la realidad alberga posibilidades no visibles a primera vista (por eso no parece una locura que Fidel dijera, ganamos la guerra cuando se reencontró con Raúl tras el desastre de Alegría de Pio). Eso supone una contraposición clara frente el autonomismo que era positivista, que se apegaba al dato fáctico, criticado duramente José Martí. Y por último (no porque sea menos) el revolucionario va la raíz del problema, por eso es radical.

“El libro tiene firmes certezas, pero más preguntas que certezas porque lo que quiero es el debate. La Revolución eliminó todos los grandes problemas colectivos que impedían el desarrollo de la individualidad, pero eso plantea la interrogante de cómo resolver ahora la expectativas de esas individualidades.

“Hoy tenemos un reto enorme: hacer que los intereses individuales de cada uno de nuestros jóvenes sean el interés primordial de toda la sociedad; y me refiero a estimular la vocación, el necesario de protagonismo de los jóvenes.

“El gran peligro es que o desarrollamos la individualidad socialista o nos traga el individualismo burgués. Con salarios millonarios no vamos a ganar que la gente se quede en Cuba, aunque haya siempre que elevar el nivel de vida. El socialismo no se opone al confort; pero la esencia del socialismo no es lo que la gente tiene sino lo que la gente es.

“Entonces ¿Cómo estimular la individualidad socialista antes de que nos compre a cada individuo el individualismo burgués? Tenemos la fortaleza de que en este país los jóvenes pueden ser lo que quieran ser, lo cual no significa que no pasen trabajo para logarlo, sino que pasando trabajo sí, pero pueden llegar a ser el mejor pelotero, cirujano o bailarín del mundo, esa es una fortaleza que tenemos que aprovechar”.

Habló de los peligros que acechan, ¿Qué rol le ve a los periodistas revolucionarios cubanos en ese enfrentamiento a esos peligros?

“Creo que los periodistas tienen un rol fundamental. Ni para el académico ni para el periodista admito el rol del observatorio crítico. Se es partícipe hasta el extremo la vida si es preciso.

“Ese nivel de participación, desde mi opinión, es lo que puede hacer funcionar la crítica. Porque un periodista es quizás una de las personas que tiene que tener más sólida su cosmovisión, porque cuando va a hablar de cualquier tema tiene que tener presente el todo, porque su tarea es empujar a la sociedad hacia algún lugar, o por lo menos ser parte de ese empuje; pero sabiendo bien hacia adonde.

“Por eso me gusta enlazar las palabras crítica y creación porque es la crítica desde la participación más que desde una torre mirando las cosas. Participar es sentir a la cotidianeidad, ser parte de ella”.



Hace casi dos años me dijo que estaba contento con “moverle el piso” a los lectores de La Calle del Medio ¿sigue creyendo en eso?.
“Sí, y esa es una de las cosas que creo fundamental para la discusión pública. No se puede pensar que vas a ir cambiarle el pensamiento a la gente. Además ¿quién dijo que siempre se tiene la razón?

“Me interesa que la persona que lea el periódico, quizás estaba absolutamente convencido de que lo que pensaba era la verdad absoluta; pero cuando le presentamos otra arista del problema, no lo vamos a convencer probablemente, pero lo obligamos a explicarse por qué está en lo cierto. Ese primer paso es moverle el piso”.

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