Cubaizquierda

Estas líneas saldan una deuda con 13 años de antigüedad. Es mi turno de hablar sobre mi amigo Pastor quien acaba de ser electo como diputado al Parlamento cubano. Él no es el único colega que fungirá como legislador después de las elecciones de este 3 de febrero, pero cuando decidí estudiar Periodismo me dedicó una sentida crónica, así que ahora no podía hacer menos.

Cuando supe de su candidatura estuve tentando a escribirle algo pero hube de contenerme pues en Cuba no está permitido el proselitismo electoral y además hubiera sido injusto con el resto de los candidatos, todos con excelentes cualidades.

Tampoco a Pastor le habría hecho mucha gracia leer algún elogio sobre su persona, mucho menos verme pegando pasquines por las calles o dando discursos a su favor. De haberlo hecho seguramente habría puesto su cara seria, la misma que le veo cuando no le publican algo en el diario para el cual es corresponsal.

Si porque él lleva al periodismo en las venas, asumiéndolo casi como un sacerdocio y diciendo siempre lo que piensa. Tal vez por eso me miró con cara de quien se sabe con una tarea compleja cuando en broma le dije que me mudaría para Manatí solo para votar por él.

El asunto es que no asumió la candidatura de alguna ególatra manera sino como un deber. Como una tarea más que le encomienda la Revolución, pero siempre sin perder el buen humor. Quizás en el futuro los parlamentarios se sorprendan con sus picarescas las notas a que nos tiene acostumbrados en las reuniones, justamente cuando aquellas comienzan a hacerse aburridas. Probablemente bromee con que ahora habrá otro “pastor” en la Asamblea Nacional de Poder Popular, aunque en esta ocasión no se trate de algún clérigo.

Dijo José Martí que “la silla curul es la misión: no es la recompensa de un talento inútil, no es el premio de una elocuencia incipiente, no es la satisfacción de una soberbia prematura (…) se viene a ella por el mérito propio, por el esfuerzo constante, por el valer real; por lo que se ha hecho antes, no por lo que se promete hacer”.

Entonces, maestro, ¡felicidades! porque como otros cubanos sencillos y sinceros harás desde tu rol de diputado lo que quería el Apóstol.