36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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- Zafra de los 10 millones: Las lecciones sí van
Posted by : Unknown
lunes, 10 de junio de 2013
Con otro nombre la orquesta de Juan Formell hoy sería igual de famosa, pero al llamarse Van Van inmortalizó el espíritu de un momento de la historia reciente de Cuba que, lejos de quedar en el olvido, sigue dejándonos importantes enseñanzas: la Zafra de los 10 millones.
Sobre el tintero están las anécdotas de dirigentes de primer nivel de la Revolución administrando directamente centrales azucareros, de centros nocturnos cerrados, de cuando el dinero tenía mucho menos valor que ahora y del permiso que hubo de pedírsele al Comandante Guillermo García, entonces al frente de la provincia de Oriente, para darle algunas botellas de ron a los que cortaban caña bajo la lluvia.
Obviamente para algunos el fiasco de los 10 millones de toneladas de azúcar es una prueba del fracaso del socialismo, pero para quienes sabemos que este sistema social no es un capricho para Cuba sino una necesidad histórica, en la Zafra del 70 está la oportunidad de aprender.
¿Por qué? Porque coloca sobre la mesa la obsolescencia del centralismo desmedido en las decisiones económicas. Y muestra en blanco y negro los extremos sobre los cuales se ha movido el país en los últimos años: de un lado el voluntarismo, del otro, el cientificismo. Justamente ahora que toman fuerza los clamores por que los planes se hagan sobre bases reales lo ocurrido hace más de 40 años sigue teniendo una vigencia total.
En marzo de 1964 la arquitecta Selma Díaz, directora de Planes Regionales en el naciente Departamento de Planificación Física del Ministerio de Obras Públicas le decía en una carta al economista francés Charles Bethelheim: “Se ha pensado que si éramos capaces de producir nueve millones de toneladas en el 70, por qué no 10 en el 68. Y ahora la comisión ensaya rectificar el plan para ajustarlo a las nuevas metas, con la convicción de que no podrán hacerlo. El INRA [Instituto Nacional de la Reforma Agraria] ensaya cumplir sus planes de siembra también con la convicción que no podrán cumplirlo, y así hasta el infinito. En cuanto a nosotros, ensayamos demostrar que no podemos seguir trabajando de esta manera”.
Fue un error de voluntarismo que la realidad demostró crudamente: “La zafra del 70 tuvo muchas secuelas. Yo tenía la convicción, desde mucho antes, de que no se podían hacer los diez millones; había estado llevando todas las inversiones, tanto de los centrales como de la caña. (..) El nivel de locura, de desesperación era tremendo porque estaba, además, el compromiso de todos, aun de aquellos que no creíamos que esa meta era posible”, dice Selma.
Su testimonio y los análisis hechos a propósito de las cuatro décadas de la Zafra, indican que el camino hacia el incumplimiento de la meta proclamada comenzó en el proceso de trazar la política económica al soslayar el rol que la ciencia debe desempeñar en la proyección del desarrollo.
Se trata de un mensaje claro, el establecimiento de los planes económicos anda sobre la difusa línea divisoria de sobrestimar o no las capacidades productivas existentes. ¡Menuda encrucijada! porque tampoco es sano negar de entrada el potencial de las personas para ir más allá de límites aparentemente inalcanzables. Atenidos a los números fríos este país no hubiera sobrevivido al colapso de Socialismo en Europa del Este y... henos aquí.
También ocurre que teniendo la capacidad técnica y material para hacer de lo que se espera no se crea la motivación suficiente o peor, las cotas productivas facilitan construir ilusorias “proezas”.
Entonces, de nuevo, el asunto parece estar en las equidistancias incluso mucho más profundas como el economicismo frente al subjetivismo. Si tomar decisiones políticas obviando la factibilidad económica más tarde o temprano nos pasa la cuenta, también lo hace olvidar las implicaciones sociales y en la escala de valores de las acciones ejecutadas en el campo de la economía.
Sobre el tintero están las anécdotas de dirigentes de primer nivel de la Revolución administrando directamente centrales azucareros, de centros nocturnos cerrados, de cuando el dinero tenía mucho menos valor que ahora y del permiso que hubo de pedírsele al Comandante Guillermo García, entonces al frente de la provincia de Oriente, para darle algunas botellas de ron a los que cortaban caña bajo la lluvia.
Obviamente para algunos el fiasco de los 10 millones de toneladas de azúcar es una prueba del fracaso del socialismo, pero para quienes sabemos que este sistema social no es un capricho para Cuba sino una necesidad histórica, en la Zafra del 70 está la oportunidad de aprender.
¿Por qué? Porque coloca sobre la mesa la obsolescencia del centralismo desmedido en las decisiones económicas. Y muestra en blanco y negro los extremos sobre los cuales se ha movido el país en los últimos años: de un lado el voluntarismo, del otro, el cientificismo. Justamente ahora que toman fuerza los clamores por que los planes se hagan sobre bases reales lo ocurrido hace más de 40 años sigue teniendo una vigencia total.
En marzo de 1964 la arquitecta Selma Díaz, directora de Planes Regionales en el naciente Departamento de Planificación Física del Ministerio de Obras Públicas le decía en una carta al economista francés Charles Bethelheim: “Se ha pensado que si éramos capaces de producir nueve millones de toneladas en el 70, por qué no 10 en el 68. Y ahora la comisión ensaya rectificar el plan para ajustarlo a las nuevas metas, con la convicción de que no podrán hacerlo. El INRA [Instituto Nacional de la Reforma Agraria] ensaya cumplir sus planes de siembra también con la convicción que no podrán cumplirlo, y así hasta el infinito. En cuanto a nosotros, ensayamos demostrar que no podemos seguir trabajando de esta manera”.
Fue un error de voluntarismo que la realidad demostró crudamente: “La zafra del 70 tuvo muchas secuelas. Yo tenía la convicción, desde mucho antes, de que no se podían hacer los diez millones; había estado llevando todas las inversiones, tanto de los centrales como de la caña. (..) El nivel de locura, de desesperación era tremendo porque estaba, además, el compromiso de todos, aun de aquellos que no creíamos que esa meta era posible”, dice Selma.
Su testimonio y los análisis hechos a propósito de las cuatro décadas de la Zafra, indican que el camino hacia el incumplimiento de la meta proclamada comenzó en el proceso de trazar la política económica al soslayar el rol que la ciencia debe desempeñar en la proyección del desarrollo.
Se trata de un mensaje claro, el establecimiento de los planes económicos anda sobre la difusa línea divisoria de sobrestimar o no las capacidades productivas existentes. ¡Menuda encrucijada! porque tampoco es sano negar de entrada el potencial de las personas para ir más allá de límites aparentemente inalcanzables. Atenidos a los números fríos este país no hubiera sobrevivido al colapso de Socialismo en Europa del Este y... henos aquí.
También ocurre que teniendo la capacidad técnica y material para hacer de lo que se espera no se crea la motivación suficiente o peor, las cotas productivas facilitan construir ilusorias “proezas”.
Entonces, de nuevo, el asunto parece estar en las equidistancias incluso mucho más profundas como el economicismo frente al subjetivismo. Si tomar decisiones políticas obviando la factibilidad económica más tarde o temprano nos pasa la cuenta, también lo hace olvidar las implicaciones sociales y en la escala de valores de las acciones ejecutadas en el campo de la economía.
Hola, István. Has (?) abordado un tema muy interesante, al menos para mí. Algunos comentarios:
1) Estoy de acuerdo con lo que "tampoco es sano negar de entrada el potencial de las personas para ir más allá de límites aparentemente inalcanzables. Atenidos a los números fríos este país no hubiera sobrevivido al colapso de Socialismo en Europa del Este...". Me acordé de tres citas a propósito: "Lo imposible es posible. Los locos somos cuerdos" (José Martí); "Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos, por hacer lo posible imposible" (Bertrand Russell); "La permanente enseñanza de Fidel es que Sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer..." (Raúl Castro).
En cuanto a "las implicaciones sociales": acá he puesto mi traducción de algunos fragmentos del libro de un sociólogo ruso, en los cuales, entre otros temas, él toca y algunos aspectas sociales de la zafra de diez millones. En cierta medida sus observaciones se compaginan con lo dicho en la "Temas": "Sufrimos demasiado tratando de conseguir una meta, pero nos la creímos. Aquel fue el momento en que la sociedad cubana ha tenido un mayor nivel de movilización en la lucha por una meta fijada por la dirección de la Revolución. El llamado a cumplir con el honor nacional logró mover, como nunca antes ni después, a la sociedad cubana".
2) Pero, las implicaciones sociales aparte, no comprendo por ahora, ¿de dónde apareció la cifra de 10 millones, cuándo y dónde surgió por primera vez y cuál fue su calculación y validación? Por lo que sé, por primera vez Fidel dijo sobre 10 millones en 1970 en su discurso del 20 febrero 1967 (!!). Aquí surge la pregunta: ¿a quién él se le propuso vender los "excedentes"? Si no me equivoco, entonces aún no hubo ni la "reconciliación" con la URSS después del 23 agosto de 1968 con el subsiguiente contrato de 5 millones toneladas, ni las negociaciones en Ginebra sobre la cuota de 2,5 millones toneladas. Y en pos de Julio Travieso me pregunto: "¿por qué diez millones? Si se hubiese dicho: "Vamos a hacer la zafra más grande de nuestra historia", no hubiese habido fracaso político, porque así fue. Entonces, ¿por qué diez, por qué no once, o nueve y medio?"
¿Y por qué Fidel decidió arriesgar su prestigio, al contraer este "compromiso elevado" de 10 millones, diciendo, por ejemplo, tales cosas como: "Y esa meta [10 millones en 1970] será un índice de la capacidad de la Revolución. Y en el grado en que logremos o no cumplir esa meta servirá en el mundo para juzgar la capacidad de nuestra Revolución de llevar a cabo grandes empresas, de llevar a cabo grandes tareas" (el discurso del 13 diciembre de 1967). Lo que le costó después bastante caro (el discurso del 26 julio 1970 etc.). ¿Simplemente error y presunción o hubo algo más que yo no lo veo?
[continuúa]
[continuación]
3) También es muy interesante el aspecto apuntado por Alexander Correa en la "Temas": "Sería provechoso hablar de esto en el contexto de la lucha contra la burocracia, una corriente prosoviética que está trabajando en el interior de las filas del poder revolucionario y que tiene en la práctica un intento de golpe de Estado a finales del 67, principios del 68. Me gustaría que se relacionara el diferendo ideológico y político con el tema de la Zafra de los diez millones". En particular me interesan las actividades de tales personas como Rudolf Shliapnikov y Oleg Darushenkov en Cuba (la causa de Aníbal Escalante etc.), así como las de Vadim Pirozhkov, Nicolay Metutsov y otros.
P.S. István, corrige, por favor, la errata en tu post "Alfredo fue lucidez", donde se trata de que "lo importante para Marx es... la alineación...". La alineación fue importante tal vez para Mussolini, para Marx lo importante fue la alienación : )
P.S.P.S. Tienes 200% razón cuando dices en "¿Milton Friedman para Cuba?" que "nada en este mundo puede ser desideologizado". Pero no he comprendido ¿con quién discutes en este post sobre Friedman? ¿Quién está pregonando en Cuba de hoy este método perfecto del suicidio social? : )
Saludos
Gracias Sergio por tu enriquecedor comentario.
La decisión de los 10 millones fue de Fidel, eso lo respondieron en el debate de Temas. Y personalmente creo que él sobrestimó las posibilidades del país, ademas pienso que no se ha dicho todo; aunque el propio Fidel luego hablaría de los errores de idealismo que cometió, la meta de los 10 millones fue uno.
La ponderación de Milton Friedman viene de los economistas claramente enemigos de la Revolución.