36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
miércoles, 13 de noviembre de 2013
Ahora mismo los gobiernos del Norte industrializado se vuelven hacia Filipinas literalmente arrasada por un tifón colosal, aunque probablemente dentro de unos meses ellos mismos ni se acordarán de ese archipiélago asiático. Si porque la estrategias de ayuda de esos países a las naciones de la llamada “periferia” o del “Sur” sufren de serios problemas en su memoria de corto plazo.
El mismo padecimiento de los grandes medios de comunicación para quienes es imposible entender que otras políticas, esta vez aplicadas desde esas naciones supuestamente inferiores, sean capaces de resolver con más calidad los problemas de naciones latinoamericanas como Bolivia.
Esta semana el equipo de Cubainformación hacía notar que los circuitos mediáticos globales no han prestado atención a una investigación de la Universidad Complutense de Madrid sobre las diferentes iniciativas de alfabetización en Bolivia en las últimas décadas. Cosa rara porque en los portales de noticias es habitual ver casi a diario conclusiones de centros de enseñanza superior sobre asuntos que a veces uno llega a preguntarse si no tienen nada más importante que hacer.
Pero hay un problema, el estudio de Iván Ramírez Barrios, experto en Cooperación y Desarrollo en la universidad española concluyó ¡increíble! que la cooperación de los estados ricos de Europa, principalmente Suecia, España, Holanda, Finlandia y Bélgica, en ocho años, costó 11 millones de dólares en diferentes proyectos y apenas consiguió alfabetizar a 120 mil bolivianos. Por el contrario, el Plan Nacional de Alfabetización llevado a cabo en 30 meses (entre 2006 y 2009), con 20 millones de dólares, fruto de un acuerdo entre Bolivia, Cuba y Venezuela, logró enseñar a leer y a escribir a ¡824 mil personas!.
O sea que cinco economías del Primer Mundo después de casi un década se gastaron unos 91 dólares per cápita para enseñar a leer y escribir a los bolivianos, mientras que el plan latinoamericano (cuyo método de enseñanza ha sido avalado por las Naciones Unidas) fue mucho más eficiente pues erogando 24 dólares por iletrado y logró alfabetizar a seis veces más personas que la muy publicitada cooperación europea.
“Es un poco sonrojante que tres “repúblicas bananeras” –como se les llama en el Primer Mundo- hayan acabado en 30 meses con un problema de analfabetismo que viene de 500 años, con solo 20 millones de dólares, cuando toda la inversión -en la serie que yo estudio-, desde 2002 a 2009, en la alfabetización en Bolivia, es de unos 11 millones de dólares. No se logró acabar con el analfabetismo con 11 millones de dólares durante todos esos años”, le dijo Ramírez Barrios al equipo de Cubainformación.
Es, en resumen, otro nuevo papelazo de los medios internacionales quienes parecen haberle agarrado el gusto al ridículo de pretender ocultar los evidentes. La lista ciertamente es larga como cuando obligaron a los realizadores de un show televisivo estadounidense cambiarle el final a un programa televisivo simplemente porque el sistema de salud del Archipiélago no había quedado en el lugar que ellos esperaban, o la ocasión en que presentaron por “español” a un médico cubano en Haití solo para no decir que los galenos de la Mayor de las Antillas ya estaba en esa nación caribeña en el momento del terremoto.
“Es un poco sonrojante que tres “repúblicas bananeras” –como se les llama en el Primer Mundo- hayan acabado en 30 meses con un problema de analfabetismo que viene de 500 años, con solo 20 millones de dólares, cuando toda la inversión -en la serie que yo estudio-, desde 2002 a 2009, en la alfabetización en Bolivia, es de unos 11 millones de dólares. No se logró acabar con el analfabetismo con 11 millones de dólares durante todos esos años”, le dijo Ramírez Barrios al equipo de Cubainformación.
Es, en resumen, otro nuevo papelazo de los medios internacionales quienes parecen haberle agarrado el gusto al ridículo de pretender ocultar los evidentes. La lista ciertamente es larga como cuando obligaron a los realizadores de un show televisivo estadounidense cambiarle el final a un programa televisivo simplemente porque el sistema de salud del Archipiélago no había quedado en el lugar que ellos esperaban, o la ocasión en que presentaron por “español” a un médico cubano en Haití solo para no decir que los galenos de la Mayor de las Antillas ya estaba en esa nación caribeña en el momento del terremoto.
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