36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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Posted by : Unknown
miércoles, 14 de enero de 2015
Mucho le agradecí
al Catalejo de Temas que compartiera los pareceres de un grupo de expertos sobre los
desafíos del 17D, como ya se acuñó
al anuncio que hicieran ambos gobiernos (el 17 de diciembre de 2014) de que
iniciarían un proceso hacia el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas
y eventualmente de flexibilización del bloqueo estadounidense hacia este
Archipiélago.
Aunque Temas analizó varias aristas del
asunto, me concentro en un aspecto que acapara mis pensamientos y que la
revista resumió en la siguiente pregunta: “¿Están
preparadas las sociedades y las culturas políticas de ambos lados para este
encuentro? ¿Cuáles son sus ventajas comparativas? ¿Cuáles sus principales
déficits?”
Desde ambos
lados los juicios no son homogéneos pero se distingue una precepción de que los
desafíopara Cuba son mayores y profundos…
Sin dejar de
ser optimista William Leogrande, profesor de la American University, WashingtonDC advirtió que “el peligro para Cuba consiste en la enorme desproporción de
tamaño y poder entre los dos países. Con las relaciones normales, sobrevendrá
un repunte del flujo de visitantes norteamericanos; y cuando se levante el
embargo, una avalancha de comercio e inversión.
“Cuba hizo
una revolución en 1959 para liberarse de la dominación norteamericana. ¿Se
restablecería esta dominación mediante el “poder suave” (soft power), cuando las compuertas de los
viajes, el comercio y la inversión se abran? La principal salvaguarda para la
Isla radica en el intenso orgullo de los cubanos por su independencia, y su
disposición para defenderla.”
Desde la Universidad
de Harvard, Jorge I. Domínguez más que respuestas plantea interrogantes
sumamente interesantes: “¿Confirmará el Senado de los Estados Unidos, con mayoría republicana,
al primer embajador de los Estados
Unidos designado para representarlos en La Habana desde que
Philip Bonsal se fue? ¿O será esa designación víctima de las
precandidaturas presidenciales de los
senadores Marco Rubio (R-FL) y Ted Cruz (R-TX), ambos cubanoamericanos?
“¿Aceptará
el gobierno de Cuba que empresas norteamericanas vendan materiales de
construcción para la construcción de residencias privadas, y vendan productos
al sector cuentapropista directamente,
sin la mediación de una empresa del Estado? Y, bajo el supuesto que el
gobierno de Cuba estaría dispuesto a
permitirlo, ¿cómo ocurriría? ¿Autorizará el gobierno de Cuba cooperativas
importadoras, por ejemplo?”
Para FrankO. Mora. Director del Center for Latin American and Caribbean Studies, en laUniversidad Internacional de la Florida “hay dos carriles que pueden
desarrollarse en paralelo, aunque los vínculos societales pueden y deben
progresar más rápidamente y sin interferencias
.
“Las
relaciones interestatales –dice- encontrarán más desafíos. Pero las medidas de
construcción de confianza, junto al compromiso de no limitar la profundidad de
las relaciones societales, debe contribuir, por su parte, a crear las
condiciones para mejores relaciones entre La Habana y Washington. Un proceso de
abajo hacia arriba tiene mayor probabilidad de tener éxito.”
Meg Crahan, catedráticade la Universidad de Columbia, Nueva York hace énfasis en un escenario a tener
en cuenta: las elecciones de noviembre de 2016 y cuánto eso podría entorpecer
las negociaciones:
“Se requiere
que los líderes de ambos países les expliquen a sus respectivos ciudadanos el
proceso iniciado en dirección a la normalización de relaciones. En Estados
Unidos, la mayoría de la población conoce poco sobre los beneficios que traería
la reducción de tensiones con Cuba, aunque la mayoría favorece el mejoramiento
de las relaciones con la isla.
“Sin
embargo, el inicio de la campaña presidencial del 2016 en Estados Unidos
reducirá el grado de atención conferido a los beneficios del restablecimiento
de relaciones. Es probable que los críticos de la normalización en los Estados
Unidos reciban mayor atención mediática. Puesto que la mayoría de los
ciudadanos se informan a partir de los medios, esto limitará la comprensión de
los beneficios. Por esta causa, el proceso de normalización puede verse
perjudicado, de cierta manera, por las decisiones tácticas tomadas por los
estrategas de las campañas electorales”.
¿Cómo lo ven
los expertos de este lado del Estrecho de la Florida?
PedroMonreal, economista y miembro del Consejo asesor de Temas, alerta que “Confiar
la regulación del proceso de
“normalización” a criterios de mercado (o de razonamientos asociados de
“eficiencia” y “racionalidad económica”) pudiera resultar desastroso para la
sociedad cubana. Ese es un plano en el que la ventaja comparativa cubana tiende
a ser cero frente a un “partner” como los Estados Unidos.
“Ahí no
caben ilusiones de otro tipo. Pero existe una razón más sustantiva para
impugnar el posible liderazgo del criterio del mercado en el proceso de “normalización”. El camino hacia el bienestar
nacional en un nuevo contexto de
relaciones con los Estados Unidos debe ser decidido por la gente de Cuba
de acuerdo con sus propios valores e intereses y no como resultado de la
“mano invisible” del mercado. La
“normalización”, como quiera que esta se entienda, debe ser un proceso manejado
desde la política.”
CarlosAlzugaray Treto, analista político con una amplia obra sobre el conflicto Estados
Unidos Cuba subraya que “para una situación tan inesperada como esta no hay cómo prepararse. Si difícil es
alistarse para una eventual guerra, mucho más lo es para una súbita declaración
de paz.
“Más allá de
que el conflicto básico entre Cuba y los
Estados Unidos continuará bajo otras formas, se trata de una etapa
radicalmente distinta. Lo más importante para los cubanos es adaptarse
rápidamente a esta situación.
“Se abren
oportunidades, y ha de aprovechárselas siempre que se enfoquen con una nueva
mentalidad más abierta y proactiva. Aunque no hay oportunidad sin riesgo, los
riesgos en este caso son menores.
“Ciudadanos
e instituciones han de hacer una reflexión profunda y bien pensada y
actuar ágilmente en todo aquello que sea evidentemente favorable al interés
nacional, que podría definirse como el de
aprovechar las circunstancias
económicas, comerciales y financieras sin concesión alguna en el tema de
nuestra independencia, autodeterminación y seguridad. Lo más riesgoso es que
sean los
Estados Unidos los que unilateralmente impongan los temas, tiempos y profundidad de eso que llamamos
“normalización”, que implica mucho más que una simple transformación de las
actuales Secciones de Intereses en Embajadas.
“No debemos
temer el acercamiento a los norteamericanos y tenemos que entenderlos mejor”.
JesúsArboleya de quien siempre recordaré su excelente libro La contrarrevolución cubana opina que “en el plano cultural,
estamos hablando de una relación anterior a la propia existencia de ambas
naciones, que ha pervivido a pesar de todos los conflictos, porque en verdad
cuba nunca ha tenido una relación política “normal” con estados unidos.
Y explica el
profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) y la
Universidad de La Habana: “La cultura norteamericana sin duda resulta atractiva
para la sociedad cubana y en ocasiones
constituye un reto para la ideología que requiere el socialismo.
“A eso
apuestan los que perciben el contacto como un factor de desestabilización
interna, pero también esa experiencia es un antídoto para limitar sus efectos
más negativos, sobre todo los que atañen a la defensa de nuestra soberanía e
independencia.
“Si cuando
tenían todo el poder para imponer sus valores no pudieron evitar la revolución
socialista, no veo razones objetivas para suponer que ahora no podremos
enfrentar estas influencias, sobre todo si somos capaces de diseñar una
política tan inteligente como las que nos ha permitido sobrevivir más de medio
siglo las peores agresiones.”
Antes de
responder la interrogante, Rafael Hernández, director de Temas hace una aclaración importante: “Una erupción de
neocubanología ha confundido la pipa de la paz con un acto de contrición política
y con el fin (ahora sí) del socialismo. Estos atribuyen la causa del
restablecimiento no a Washington, sino a La Habana (“la edad de los Castros”,
“el próximo fin de la alianza con Venezuela”), así como su consecuencia
principal: “abrir una transición” (“después de los Castros”) donde “EEUU sería
el actor más confiable, para el pueblo, y para el gobierno”. Por suerte,
diversos estudiosos de las relaciones están contribuyendo a entenderlas en su
alcance real”.
El politólogo
antillano precisa que “hay diferencias (anteriores a “los Castros”) entre ambas
visiones sobre la democracia y la libertad, para no hablar de la igualdad, los
derechos ciudadanos, la soberanía, y lo que el presidente Wilson llamaba “crear
un mundo más seguro para la democracia”.
(…) “Los
cubanos deberíamos entender que esto es más etnocentrismo cultural que
ideología. Si de encuentro y convivencia con esa sociedad norteña se trata,
serían útiles ciertas virtudes (paciencia, perseverancia, prudencia), así como
distinguir entre el impulso imperialista (realmente existente) y ese
etnocentrismo, aunque ambos estén ligados.
(…) “En
cuanto a la democratización y las libertades, cualquiera podría comprobar que
no ha habido otro momento tan propicio para el cambio en la cultura política
cubana, durante el último medio siglo, como el actual. Este proceso está en
curso. Sería muy contraproducente que se quisiera acelerar o encauzar haciendo
uso de la relación con EEUU o alguna otra potencia extranjera. Si bien la
descompresión de las relaciones lo puede favorecer, los extremismos ideológicos
de ambos lados y las coyundas lo pueden enturbiar, y hacerlo más cuesta arriba”.
Sin dejar de
advertir que las comparaciones con proceso homólogos de EE.UU con China y Viet
Nam podrían enturbiar el análisis estima que “hay ventajas comparativas para el
encuentro. Los cubanos son culturalmente más norteamericanos que la mayoría del
hemisferio. Los norteños pueden sentirse menos extranjeros en La Habana que en
otras capitales, para no decir que más seguros. Podrían comprobar que los
cubanos no necesitan tanto que los “ayuden a entrar en el siglo XXI” (Obama,
17D), sino que no les impidan el acceso a su tecnología.
“Sería mejor
que ambas sociedades se encontraran, sin pretender meterse en las cosas del
otro, como vecinos que comparten una misma pasión por el béisbol, los
Studebakers, la música llamada Latin Jazz, los artefactos domésticos, el hip
hop, la modernidad, el gusto cinematográfico, los sitios de historia común en
Nueva York y La Habana, y tantas otras cosas..”
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