36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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Posted by : Unknown
miércoles, 24 de diciembre de 2014
Aún no sabemos cómo terminará el sendero abierto hacia una
nueva convivencia entre Cuba y Estados Unidos, mas parece cierta la
determinación bilateral de transformar el actual estado de cosas. Desde el
primer instante uno podría intuir lo escabrosa que será la ruta mientras sigue
en pie el peligro de quienes prefieren la beligerancia manifiesta actual ya sea
por conveniencia política o por natural temor al cambio.
Agente por
agente
La cadena de hechos ya revelado que condujeron al 17 de diciembre de 2014 es altamente
ilustrativa de que no nos encontramos ante una autopista hacia la normalización
de las relaciones, más bien todo lo contrario.
Fueron necesarios los buenos oficios de varios mediadores (el
gobierno de Canadá, el Papa Francisco, el presidente uruguayo José Mujica) y al
menos nueve reuniones en terceros países durante año y medio para alcanzar el
histórico acuerdo, valiéndose de canales no oficiales, una práctica tradicional
entre ambas partes.
A lo largo de cinco décadas han sido emisarios mutuos: diplomáticos
veteranos, periodistas, un premio Nobel (Gabriel García Márquez), la hija de
David Rockefeller, un ejecutivo de Coca Cola y políticos como el ex gobernador
Bill Richardson y el ex presidente Jimmy Carter. En todo ese tiempo los
encuentros se realizaron en los lugares más inverosímiles como el metro
neoyorquino, la cafetería del aeropuerto La Guardia, también en Nueva York, un
hotel de un circuito turístico gay en Canadá, por mencionar algunos. Esta vez
habría ocurrido algo parecido. Sirva como ejemplo el que fuera el senador
Patrick Leahy uno de los facilitadores para lograr el embarazo por reproducción
asistida de Adriana Pérez, la esposa de Gerardo Hernádez.
Es preciso hacer notar que, en sentido estricto, Allan Gross
fue liberado por razones humanitarias, y no intercambiado por Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, algo dicho por ambos mandatarios pero
en lo que quizás muchos no repararon por la euforia del momento.
A los efectos de la negociación los tres luchadores
antiterroristas fueron canjeados por un espía de la CIA descubierto dos décadas
atrás por la Seguridad cubana; o sea que a la luz de las conversaciones el
intercambio fue de agente por agentes.
Esta dinámica ilustra cómo ambas partes convinieron en ceder,
pero hasta cierto punto, en el
afán del progreso de las pláticas. Tras aceptar la idea que era imprescindible
liberar a nuestros héroes, Washington no estuvo dispuesto a ir más allá sino
era excarcelado su contratista Allan Gross; Cuba por su parte no haría nada que
no implicara el retorno a casa de Gerardo, Tony y Ramón, mas fue receptiva al
requerimiento estadounidense de destrabar el proceso deshaciéndose un hombre
muy estimado servicios de inteligencia de EE.UU.
¿Qué
móviles puede haber tenido Obama para forzar este giro en la política?
“No podemos –dijo- seguir haciendo lo mismo y esperar obtener
un resultado diferente. Intentar empujar a Cuba al abismo no beneficia a
Estados Unidos ni al pueblo cubano. Hemos aprendido por propia experiencia que
es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten
a los países en estados fallidos”. Se imponía un cambio en el método, no en el
objetivo así de simple.
Más allá de la retórica, nótese que al gobierno de EE.UU. le
interesa, además una Cuba estable. No les agrada la idea tener a 90 de millas
de sus costas un país acéfalo al estilo de la Libia post Gadafi con el riesgo
del consiguiente éxodo masivo. Algo en lo que, vale recordar, las
administraciones demócratas han tenido particular experiencia pues les ha
tocado lidiar con todas las crisis migratorias, a la Johnson en 1965 con
Camarioca, a la Carter con el Mariel en 1980 y a la Clinton la de los balseros
(1994).
Todavía no sabemos en qué status estarán las relaciones,
digamos el 20 de enero de 2017 cuando termine oficialmente el mandato de Barack
Obama. Sin embargo es evidente
su propósito de ir hacia un punto que no será el actual. Tampoco
es posible asegurar que en ese lapso habrá caído el bloqueo tal y como lo
conocemos pues antes deberá vencer la oposición de legisladores como Ileana
Ross y Marco Rubio.
Si nos atenemos al pragmatismo típico en los políticos
estadounidenses quizás no les parezca mal alcanzar al final del 2015 una
posición intermedia donde sobrevivirían las leyes fundamentales del bloqueo:
Torricelli y Helms-Burton pero se establecerían determinados intercambios
comerciales y de personas aprovechando el margen de maniobra que fuera de estas
tiene la Casa Blanca.
Esta especie de solución salomónica le permitirían a los
demócratas llegar navegando en dos aguas a un año claramente electoral como lo
será el 2016. Podrán decirle a los representativos de la opción de la presión
que se movieron hacia adelante pero con la salvedad de que el bloqueo
permanecería intacto en su esencia.
El mensaje de la urgencia del cambio tiene también una
lectura adicional especialmente para los politiqueros de origen cubano: Se
desvaneció el espejismo alimentado en la era Reagan y Bush (hijo) de que ellos decretaban
los pasos de la Casa Blanca en relación Cuba al punto de influir en unas
elecciones presidenciales. El cambio generacional y la disminución paulatina
del peso del voto cubano en la Florida regresa las aguas a su nivel así que las
decisiones sobre qué hacer con la Mayor de las Antillas se toman en Washington
y no en Miami.
“El compromiso de EE.UU. será de carácter crítico siempre que
corresponda, e incluirá un apoyo continuo y sólido que perseguirá la mejora de
las condiciones en materia de derechos humanos y la implementación de reformas
democráticas en Cuba”, indicó Obama en lo que podríamos definir como su
discurso programático de este proceso de normalización.
Aquí no hizo otra cosa sino reiterar una peligrosa línea de
condicionamientos que esperemos no llegue a los límites vistos en negociaciones
anteriores. Está por ver qué pasará si comenten el mismo error de Carter en los
70 de hacer exigencias inaceptables para Cuba.
Al respecto ya el
presidente Raúl Castro se anticipó en aclarar que “(…) solo es posible
avanzar a partir del respeto mutuo, que implica la observancia de los
principios del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas,
entre ellos, la igualdad soberana de los Estados, la igualdad de derechos y la
libre determinación de los pueblos, el arreglo de las controversias
internacionales por medios pacíficos, abstenerse de recurrir a la amenaza o al
uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia de
cualquier Estado, y la obligación de no intervenir en los asuntos que son de la
jurisdicción interna de los Estados, lo que implica que cualquier forma de
injerencia o de amenaza a los elementos políticos, económicos y culturales de
un Estado constituye una violación del Derecho Internacional”.
No obstante, el General de Ejército acotó que (…) “por
nuestra parte primará una conducta prudente, moderada y reflexiva, pero firme”.
¿Y ahora?
Uno puede llegar a pensar que no estamos preparados ni para
las buenas noticias al punto esperar orientaciones “de arriba” cuando se viene
una época de no hay que temerle a pasar, sin perder el control, de la tribuna de los improperios al clima de
la convivencia.
No es, creo, para erizarse al escuchar la palabra negociación cuando a todas luces este
será un término más común de lo que algunos esperaban. Empero en las raíces
mismas de la patria está la lección de cómo
seguir lidiando con los Estados Unidos, sin huirle al diálogo.
Expresándose en inglés, y así ser bien entendido por el
auditorio del Twilight club de Nueva York, José Martí expresó: “Aún puede ser
que hable hoy, entre políticos ignorantes y adementados, de la intrusión
disimulada, con estos o aquellos pretextos plausibles, de estas fuerzas del
Norte en los pueblos meritorios, laboriosos, ascendentes, de la América
española; de la intrusión, en nombre de la libertad, en la libertad ajena, que
es delito que se ha de cometer,
porque harto saben los que en ella viven que, a vueltas con sus elementos
heterogéneos, lo que triunfa aquí al fin y al cabo es la gran conciencia
nacional.
A renglón seguido el Apóstol dejó sentado, desde aquel 22 de
octubre de 1890, un parecer muy válido para los días por venir de la nación cubana:
“Pero si esa unión violenta de que suelen hablar, una que otra vez, los
políticos adementados e ignorantes, no ha de realizarse ciertamente, por la nobleza de la tierras que la habría
de resistir; hay otra misión simpática y posible, tan apetecible del lado
de acá de la frontera, como del lado de allá, y es la que no puede dejar de nacer del trato
mutuo, despreocupado y justiciero de los hombres de una zona con los hombres de
la otra, de los hombres de veras cordiales y cultos.”
Negociar significa ceder. A Cuba le interesa derribar el embargo, la Ley de Ajuste de 1966, la Ley Torricelli y la Helms Burton, entre otros interese de primer orden. Y a EE>UU le interesan vario asuntos como mejora en Derechos Humanos, acceso a internet para todo el que pueda pagarla y el pago por las propiedades y negocios confiscados a norteamericanos. Ni Cuba va a regalar nada , ni EE>UU va a abrir la chequera sin que La Habana sea riproco y tenga en cuenta algunas peticiones de su vecino del norte. Van a negociar, van a ceder y van a llegar a acuerdos como este canje de espias que acaba de ocurrir.
Fue un intercambio desigual soltar 3 espias a cambio de 1. La Habana libero a Gross tal vez para compensar por e desigual intercambio.
El Congreso no va a levantar el embargo ni a desmantelar la Ley de Ajuste Cubano porque esta dominado por los republicanos y estos ha dicho que no. Pero Obama puede, mediante decretos limitados, ir levantando escollos para restablecer las relaciones y un poco mas de comercio, no de creditos ni prestamos, como muchos creen. No hay quien pare esta locomotora que ha echado a andar. Yo me alegro !!!
Saludos,
Jose Rodriguez