36 noviembres para 37
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Noviembre no siempre huele a lluvia, a hojas caídas, a viento que desordena
las ropas y las manda a volar muy lejos. Noviembre, mes de los rojos y
amarillo...
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Posted by : Unknown
jueves, 18 de diciembre de 2014
A Eduardo Dimas que no vivió para
comentar un suceso trascendental como este y que seguro me daría muchos consejos .
En medio de un rutinario ejercicio en una clase de Psicología que se nos ordenara escribir una noticia sobre un suceso increíble, a una entrañable amiga, de esas que tienen un lugar inamovible en mi corazón, se le ocurrió redactar la suya "informando" la visita a Cuba de un presidente de los Estados Unidos. Hace más 10 años en medio del aula universitaria su idea parecía más cercana a los caminos obvios escogidos por otros como fabular sobre aterrizajes de naves extraterrestres y cosas por el estilo. Sin embargo escuchar al secretario de Estado norteamericano John Kerry manifestar sus intenciones devisitar Cuba, hacen que lo escrito por ella, suene ahora como una premonición.
Desde este 17 de diciembre a los cubanos se nos llenó un
poquito más el alma con el regreso de tres de los nuestros (Antonio, Gerardo yRamón) y sin ellos aquí era como si nos faltara un
pedacito a cada uno de nosotros. La noticia no llegó sola, como era de esperarse, vino acompañada del anuncio, casi simultáneo desde La Habana y Washington del inicio de un
proceso hacia el restablecimiento de las relaciones bilaterales.
¿Qué es
posible sacar en limpio de este día histórico?
A priori subrayemos que, por fin, Washington entendió que
para avanzar en las negociaciones con la Revolución Cubana debía, solucionar
primero el tema de Los Cinco. Esto no fue asunto de 24 horas; hizo falta antes
que René González cumpliera íntegramente su condena y viviera el tortuoso período
de libertad supervisada, y luego Fernando González pasara todos y cada uno de los
días en prisión decretados por la jueza Lenard.
Este, unido al caso del contratista Allan Gross, juzgado aquí
era un punto crítico que tuvo la solución anticipada: desde la rama ejecutiva
de ambos gobiernos. Se nos presenta un panorama que suscita muchas expectativas
pero, creo, debe asumirse con cautela.
La experiencia de procesos negociadores anteriores, concretamente
el llevado a cabo durante la administración Carter y en menor grado durante el
gobierno de William Clinton, demuestran que cada una de las partes tiene sus
propias prioridades y la agenda está llena de asuntos sumamente complejos.
De frente ahora están los pasos comparativamente más
sencillos relajando las tensiones a través de una ruta ya hecha pública por el
propio presidente Obama en su alocución del 17 de diciembre.
Nótese que la Casa Blanca ha tenido la valentía, admitámoslo,
de echar mano a las prerrogativas ejecutivas a su disposición para forzar un
cambio que juzgan como impostergable en su tradicional política de
confrontación hacia este Archipiélago. Es
un riesgo calculado y como anticipara The
New York Times en uno de sus editoriales han llegado al convencimiento de
que podrán lidiar con la oposición de los representantes de la línea más reacia dentro del gobierno como en el Congreso.
Mucho más atrás en la sucesión de asuntos por discutir están el
núcleo duro del bloqueo codificado en las Leyes Torricelli y Helms-Burton,
escollo por vencer si se quiere llegar puntos sensibles como la indemnización a
las empresas estadounidenses cuyas propiedades fueron nacionalizadas por la
Revolución o a discutir el status de la base naval de Guantánamo.
Tanto el discurso de Obama como la alocución del presidente de los consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército, Raúl Castro,
corroboraron que los principios básicos de las políticas exteriores de ambos
países permanecen inamovibles. EE.UU. está cambiando porque ha visto que décadas de confrontación no ha podido volver regir los destinos de la sociedad cubana como hacía hasta 1959; por su parte nuestro país mantiene su firmeza de no ceder en su legítimo derecho a la autodeterminación para complacer los deseos de esta o cualquier otra administración yanqui.
Se avecina, sí, una etapa que podría resultar mejor para todos, porque el diálogo siempre será mejor que la hostilidad manifiesta, mas no estamos frente a un proceso irreversible ni mucho menos. Apenas entramos a escenarios nuevos. Para Cuba el de la posibilidad cierta de encontrar un modus vivendi con un enemigo histórico que se muestra conciliador, aunque no la misma determinación de imponerle sus decisiones; y para Estados Unidos el de explorar variantes nuevas a un problema que evalúan demasiado dilatado, pero que igual esperarán resultados concretos a mediano o largo plazo, de lo contrario podrían detener o retrotraer lo hecho.
asi es ojeda no se pued confiar en el ni un poquito asi con pasos seguros y con esperanza