Cubaizquierda

“¡Toso, ¿esta barca va a la Plaza de San Marcos?” Se afanaba preguntándome una señora, hasta que finalmente se cansó la pobre y tuvo que informarse con alguien más para reafirmar que efectivamente estaba en el transporte correcto hacia uno de los sitos más emblemáticos de Venecia.

“Te llamó, toso, que es como se dice en la variante del Veneto del italiano a los jóvenes”, me dijo Franco uno de los amigos que nos guió entre el gentío abrumador de una ciudad que parece flotar entre tantos canales y embarcaciones de todo tipo: desde los exajerados yates de los milonarios, pasando por los colosales cruceros y las famosas góndolas, hasta ambualancias, vehículos policiales o de carga que se desplanzan por sus aguas más limpia de lo que esperaba.

Venecia habla mil idiomas. A cada paso alguien se expresa en una lengua o acento particular, denotativo de su país de origen. Así alemanes, suecos, rusos, españoles, argentinos, mexicanos, hindúes, paquistaníes, árabes, turcos, iraníes, chinos, japoneses, por solo mencionar los que pude identificar, se agolpan para perpetuar su paso por los espacios más conocidos como el Puente de los Suspiros, sus homólogos Academia, Rialto y el controversial de Calatrava. O se van a cercana isla de Murano a ver la antiquísima tradición del vidrio que se precerva mdiante la elaboración a mano de preciosas piezas de cristal para todos los gustos y bolsillos, por suerte.

Cuando se puede se logra una foto furtiva a un mujere bella o dentro de la Basílica de San Marcos cuyo techo áureo solo es superado en esplendor por la Pala de Oro, también dentro de esa magestuso edificio.

Los que pueden, pagan los 80 euros que como mínimo cuesta darse un paseo en góndola (en la noche la tarifa supera los 100) o adquieren una pintoresca varilla diseñada para hacerse los muy de moda selfies. Esos dispositivos y más ofertan los vendedores sin licencia de claro origen africano o magrebí sobre sábanas blancas que tienden sobre las calles y puentes, prestos a huir en cualquier momento.

En Venecia todo gira en torno a un turismo que la ha penetrado hasta los tuetanos haciéndola un lugar  donde cada cual, individualmente o en grupo, anda y busca llevarse un recuerdo...