
Apoyados por las instituciones (Partido incluido) nos fuimos
a fundar el capítulo en Las Tunas del Club Juvenil de la Unión de Periodistas
de Cuba. El propósito, a pesar de los estrados y micrófonos, era evitar las
formalidades de una asamblea de emulación socialista (ojalá lo hayamos
logrado); y fomentar entre quienes tenemos menos edad en el oficio más hermoso
del mundo la saludable “disidencia” de no estar necesariamente de acuerdo con
todo pero queriendo siempre hacer un estilo cubano, revolucionario que es decir
honesto y solidario en el periodismo de aquí.
Las palabras que escribimos en el papelógrafo darían una
idea por dónde andan nuestras expectativas. Las mismas que cargamos sobre
hombros junto al pesadísimo fardo de las carencias materiales que fuerzan a
muchos a la migración personal o profesional.
Queremos
empujar porque el
cambio no vendrá sino cuando entendamos que hay mucha gente adormecida por la
autocensura en su zona de confort. Ya bien porque los golpes los vencieron o
porque la comodidad del cargo o la rutina los aleja de hacer nada distinto, aun
cuando biológicamente tengan pocos años.

Eso necesita de
valor
al decir las cosas. También de
alegría porque
sin
diversión todo se vuelve
aburrimiento en las redacciones y cada nueva
experiencia se muere antes de ver la luz. Colectar mucha
voluntad y no perder el tesoro mas
precisado de un profesional de la comunicación: su integridad; esa que le
permitirá señalar los errores de las instituciones, lidiar con las enemistades
de los funcionarios y decir NO a la prebendas. En fin: andar con la
conciencia tranquila.
Convenimos que estamos ávidos de articular sitios de intercambio, presenciales o virtuales,
de manera que la superación sea un proceso colectivo y enriquecedor para
todos. A ese sueño hasta un viaje puede sernos útil, no importa si
a la provincia vecina, al Pico Turquino o hasta el que alguno de nosotros haya
hecho o hará (esperemos) fuera de fronteras. Cualquier vivencia o conocimiento nos
ayuda a crear y al acercamiento mutuo, motivándonos a la acción de vencer la parcelación de las
coberturas. Así, la unidad se notará
en los principios que guían cada pulsada en las teclas, de los obturadores o en
cada micrófono encendido; estará en los contenidos y no en los discursos
homogéneos.
Ahora todo parece sencillo pues tras cada foro vemos a la
Luna llena en el fondo del río, como cantó la trovadora, y luego la realidad
desnuda la natural resistencia al cambio o el seño fruncido ante el reportaje
incómodo; llevándonos a pensar que es inteligente obviar el periodismo
“crítico” cuando en resumidas cuentas solo hay buen o mal periodismo, no más. Y
Cuba, creo, se merece el mejor que cada uno de nosotros pueda hacer.
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